“Miedo”, es una palabra que se repite a lo largo de la charla con Alejandra Ramos, quien está al frente del comedor Villa Caraza de Lanús. “Es la incertidumbre del qué más nos espera”, dice. Desde diciembre no reciben alimentos de parte del Gobierno nacional, “pero las ollas que vienen a buscar comida se duplicaron”. Aclara que la situación venía “muy jodida”, aunque con el arribo de Javier Milei a la Casa Rosada hubo un cambio abrupto y, a esta altura, en caso de que no vuelva la asistencia nacional no habrá manera de seguir “llenando la olla”.
Conocedora por su historia de vida, Ramos pide que se entienda lo que significa estar esperando que se haga la hora para buscar un plato de comida. “Es doloroso venir con un plato a un comedor y en vez de eso no poder sentarte en la mesa de tu casa y decirle a tu familia qué comemos hoy”, señala con una voz que entiende a entrecortarse.
Estas últimas semanas, asegura Ramos, la situación dio un “vuelco de un día para el otro”. De un promedio que estaba entre 46 y 56 ollas por día, se pasó a casi 120. Y agrega la complejidad de este momento: “Viene gente que tiene laburo, pero que no llega, que necesita una mano”.
Rifas, donaciones y bingos, son parte de las acciones para suplir la nula ayuda del Gobierno. Se recauda dinero, se organizan entre los vecinos, y un grupo va a primera hora hasta el Mercado Central para hacer una compra que permita llenar las tres ollas que se ponen sobre una parrilla los martes y jueves. Hasta se busca madera en la calle que sirva de leña.
Además, cuenta la referenta, hay talleres de sastrería, manualidades, carpintería e, incluso, herrería para mujeres. Todo lo que se produce o se elabora está a la venta a un precio por debajo del que se debería vender en el mercado. “Son los manotazos de ahogado”, aclara.
Ramos relata que comparte los mismos miedos de quienes se acercan a Color Esperanza con ollas o tuppers cada vez más grandes, porque las palabras de estos días suelen ser las mismas: “Ale, pasa que somos seis, somos nueve, es para dos familias”. Además de la cuestión alimentaria, por estas horas cobra vuelo la preocupación del inicio de clases. “No sé si voy seguir mandando los chicos a la escuela”, remarca.
Sobre las acusaciones contra las movilizaciones que protestan contra esta situación, la dirigenta resume el escenario en una frase: “La gente tiene miedo porque no sabe cómo darle de comer a los hijos”. Y agrega: “También tienen miedo por todo lo que se ve, pero tiene ganas de salir a la calle porque sienten que se viene un panorama peor”.
“¿Qué va a pasar cuando no tengas un mango, te quedes sin obra social, cuando tengas que ir a una salita?”, se pregunta Ramos. “La gente está en un momento psicológico muy malo, donde escuchan muchas cosas, viven como la mierda día a día, su cabeza está a mil, hay más consumo, menos toleran, y más violencia”, sintetiza. Pero pide que se distinga lo que es luchar, que se hace sin violencia, es “demandar, pedir y que se nos escuche”.
Cuadras y cuadras de hambre
Días atrás, Ramos estuvo en la fila del hambre, tal como se conocieron a las más de 25 cuadras de gente esperando para ver a la ministra de Capital Humano de la Nación, Sandra Pettovello. La funcionaria desafió a las organizaciones sociales y pidió que aquellos que “tuvieran hambre” se apersonen frente al edificio de el ex Ministerio de Desarrollo Social para que no haya “intermediarios”.
“Es muy triste lo que te dice la ministra que te pide el DNI para comer, ojalá pudiera hacerse carne de lo que pasa, y tanto que hablan de la polenta, entiendan que con 30 kilos de harina y 20 de polenta resolvemos las meriendas”, remarca.
"¿Sabés lo que es para un vecino tener que venir a un comedor porque no tiene comida y vos le pedís que vaya con el documento a decirte que tienen hambre?", lanza Ramos.
Consultada sobra la discusión que busca ponerse sobre la mesa respecto al rol de los “intermediarios”, Ramos hace hincapié en la reciente firma del convenio entre el ministerio y la Iglesia Evangélica. “Bien que intermediarios hay, ¿no?”. Aclara que no hay nada en contra de las instituciones religiosas, pero resalta que eso no alcanza y lamenta que luego de todo el tiempo de espera y de tantas cuadras de gente la única respuesta fue que hay que tener un turno previo.
“Nos están jodiendo”, advierte quien hoy está frente al frente del comedor que es parte de la organización Movimiento de los Trabajadores Excluidos (MTE).
A su vez, espera que los comedores no tengan que existir y que "se transformen en centros culturales". "Acá hacemos de maestra, de psicóloga, de lo que haga falta, y es una labor que muchas veces no se ve", relata.
“Un fueguito que no se si podrán apagar”
Sin chicanas y sin faltas de respeto, la diputada nacional por la provincia de Buenos Aires, Natalia Zaracho, coincide con las críticas de Ramos. Lamenta el rol de Pettovello, habla de sus contradicciones respecto a decir que la vengan a ver personalmente y luego sacarse el tema de encima.
“Son 40 mil comedores en todo el país, esto va más allá del conurbano y la Capital Federal, porque ya son muchos los que no tienen alimentos y otros que solo pueden aguantar quince días”, señala en diálogo con Buenos Aires/12.
Oriunda de Fiorito, recuerda que tuvo que dejar la escuela y salir a “cartonear” para poder ayudar económicamente a su familia. “En el Gobierno Nacional no hay sensibilidad, juegan con la paciencia social”, afirma. Para Zaracho, esa paciencia tiende a desaparecer cuando se combina la imposibilidad de comer todos los días y el arribo del inicio de clases con precios muy elevados para los materiales de librería, a lo que se agregan salarios que no aumentan.
“Se está armando fueguito abajo que no se si podrán apagar”, dice. “No miden esa temperatura, es lo que vemos en el Congreso, pero no sorprende porque en el Gobierno solo hubo un cambio de figurita, no es que está hace cincuenta días, se trata del tridente Patricia Bullrich, Luis Caputto y Federico Sturzenegger, que son los que estuvieron en los años noventa, en el 2001 y en el 2016”, remarca.
La dirigente que integra el Frente Patria Grande que lidera Juan Grabois, explica que los motivos por la falta de entrega de alimentos fueron, al principio, porque desde el ministerio de Capital Humano se iba a auditar la situación de los comedores registrados. Eso no sucedió, asegura Zaracho.
“Después fue porque se estaban acomodando, pero había para entregar en Navidad y no lo hicieron”, recuerda. La gravedad de esta situación, analiza la diputada, es que los barrios populares pueden estar acostumbrados a las carencias, pero la clase media no. “Cuando tengan que sacar a sus hijos de la escuela privada porque el precio se va a la mierda, que no pueda pagar la prepaga, no pueda laburar en coche porque la nafta está carísima, ahí no sé si la clase media será tan tolerante como las clases populares”, detalla.
Salario Básico Universal
Zaracho trae a la conversación una posible solución que dilapida la discusión sobre los intermediarios que critica el Gobierno Nacional al momento de anular la entrega de alimentos. “Nosotros siempre planteamos el salario básico universal, una herramienta sin intermediarios, que se paga por ANSeS y que contempla a todos los que no se ven alcanzados por la Asignación Universal por Hijo o una jubilación”, cuenta.
No tiene muchas esperanzas de que el proyecto avance dada la filosofía del gobierno de Milei y su impronta que limita la presencia del Estado. “No es lo mismo pensar y vivir con una cama calentita, la panza llena, tener luz y agua, que cuando no lo tenés, y por eso hay que discutir”, señala.
Víctima de múltiples agresiones libertarias en redes sociales, que incluyó ironías de parte del vocero presidencial, Manuel Adorni, Zaracho afirma que no quiere descalificar personalmente a Adorni y que solo lo considera "un empleado más" del proyecto político que gobierna. “No me perdona que sea mujer, negra, que presente a los pobres y discuta política”, lanza la legisladora.
En medio del debate por la ley ómnibus, la diputada ya lamentaba la mucha “tolerancia” con aquellos legisladores que no son consecuentes con sus votantes. “Tiene que haber un costo para quienes se vendieron”, expresa. Pide que haya mayor coherencia en la política porque sino se alimenta el descreimiento sobre la política.
Toma un caso testigo: Miguel Ángel Pichetto. El diputado que ingresó por encabezar la nómina a la Cámara Baja en la lista de Horacio Rodríguez Larreta es, para Zaracho, “la verdadera casta que vive del Estado”. “Por eso es necesario seguir organizándose, seguir con las mesas de diálogo, pero tener un proyecto claro de país, saber qué se va a hacer en cuando se gane”, indica.