Pocos recorridos más atractivos que el de un teatro. Hay tantas películas como libros sobre el tema, porque ¿cómo resistir la atracción del detrás de escena, los camarines, los decorados, las fotografías? Historias que hacen a la historia mayor del lugar, concomitante a la de la ciudadanía con la que se integra. A diferencia de otras salas de cine y de teatro de la ciudad, la del Teatro Municipal La Comedia se salvó de ser demolida o reconvertida en supermercado, estacionamiento o templo. Afortunadamente. Y respira con esplendor.
La sala de calle Mitre y cortada Ricardone está de fiesta, cumple 130 años. Y lo celebra con una producción que estrena hoy (y todos los jueves del mes, con cuatro horarios: a las 20, 20.30, 21 y 21.30) y que apela a la puesta en acto del recuerdo. Es decir, ¿cuántos artistas, dramaturgos y obras, pasaron por La Comedia? Por este camino se adentra Pasaje a La Comedia y lo hace de una manera felizmente distinta, con los espectadores como el contingente a ser guiado por sus pasillos, camarines y escenario. Rosario/12 fue invitado a la experiencia y este cronista pudo, feliz, abrirle el ataúd a Narciso Ibáñez Menta. Palabra.
Pasaje a La Comedia surge de la colaboración entre la sala y un grupo de trabajadores de las artes escénicas de la ciudad, coordinado por Juan Nemirovsky. La dirección de Nemirovsky se suma a la dramaturgia de Romina Tamburello y Daniel Feliu en la que es una recreación de épocas y personajes diversos, todos gloriosos. Pero, antes bien, la tarea del guía, la de quien informa al público mientras interactúa con las situaciones, recae en Bartolo, el histórico utilero, apuntador, y anunciador de la sala en sus años de esplendor. Lo interpretan -según el horario de la función- Federico Giusti y Mumo Oviedo. La tarea de Giusti es amorosa, y cumple con dos cuestiones: por un lado, en la recreación de esa persona que fue parte intensa de la vida del lugar, que conoció verdaderamente a las celebridades que allí estuvieron -dice Bartolo que Alberto Olmedo, de pibe, vendía entradas en la vereda de La Comedia-; por el otro, por la misma tarea de guía que debe cumplir, al orientar al público entre información, pasillos y escaleras.
Iniciado el recorrido, la tarea del elenco se revela igual de afectuosa, en virtud de los personajes que encarnan. Acá, la crónica se pone en duda consigo misma; porque algo se reveló y tal vez sea mejor no decir más. Se lo nombró al ilustre Narciso Ibáñez Menta, quien visitó en distintos momentos a la sala rosarina, incluso de pequeño, cuando respondía al apodo de “Narcisín”. Según explicó Daniel Feliu a este cronista, hasta llegó a venir al teatro con su hijo, Chicho Ibáñez Serrador. En cuanto a cómo Gustavo Maffei lo interpreta, aparece algo que estará presente en las demás caracterizaciones, a la manera de matices que “intervienen” el mito. Para el caso de Ibáñez Menta, Maffei se permite unas notas humorísticas que articula en sus gestos con la voz distintiva del maestro del miedo. Pero aquí será mejor replicar el detalle de la gacetilla, para que las y los asistentes descubran por sí mismos de quiénes se trata: “un legendario cantante con debilidad por las carreras de caballos, una afamada actriz y cantante, y un destacado dramaturgo de obras políticas”. Solo decir que a la “actriz y cantante”, de no ser por esta obra, Rosario casi no la recuerda. A ver si se revierte.
Cada “aparición estelar” ocurre en un lugar diferente y opera como si de una materialización se tratara. A la manera de fantasmas que irrumpen y reiteran lo que hace tanto tiempo tuvo lugar, en una coreografía temporal donde todo convive y llega al presente. Un presente que, si no se mira en lo sucedido, difícilmente pueda perfilar un horizonte. Al pasado solo hay que atreverse a invocarlo.
De esta manera, las y los espectadores podrán mirar a La Comedia como nunca lo hicieron: sentados en el escenario, subiendo y bajando escaleras que los llevan por espacios internos, entre pasillos y puertas, para derivar finalmente en la cortada Ricardone y el disfrute de un cierre musical que, adelanta la producción, contará con foodtracks y mesitas.
Pasaje a La Comedia cuenta con dirección de Juan Nemirovsky; texto de Romina Tamburello y Daniel Feliu; coordinación general de Gisela Sogne; dirección de actores de Miranda Postiglione y Simonel Piancatelli; música de Los siameses (Alejo Castillo y Pedro Jozami); y actuaciones de Mumo Oviedo, Federico Giusti, Germán Basta, María Eugenia Ledesma, Alejandro García, Gustavo Maffei, María Eugenia De Rosa y Emiliano Dasso. Los objetos de utilería son de El Vidriero, y la producción general es de Teatro Municipal La Comedia. El espectáculo, que es apto para mayores de 13 años, es con capacidad limitada. Las entradas gratuitas podrán retirarse cada semana en la boletería del teatro, de martes a jueves de 9 a 13, hasta 2 por persona.