Según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), en diciembre hubo una caída en las ventas minoristas del 28,5%. En las farmacias, el número trepó al 45%. Datos del Centro de Profesionales Farmacéuticos Argentinos (Ceprofar), a los que pudo acceder Página|12, señalan una caída interanual del 15% en la cantidad de unidades vendidas. La caída de los salarios fue del 13% según el índice Ripte. El aumento de los medicamentos es de, al menos, 85% desde noviembre.
Si se traducen estos datos, las escenas son numerosas y repetidas: una persona que en la farmacia pregunta los precios y dice “bueno, estos dos no los llevo porque no me alcanza”; una jubilada que, sin conseguir turno para renovar una receta en el PAMI, tiene que pedirle a su familia hacer una colecta para comprar la dosis de levotiroxina que necesita, que saltó a $15.000; un hombre que, atónito, mira el monto total del ticket y se pregunta si tendrá, o no, el reintegro de la prepaga, porque está pagando el doble por los mismos medicamentos que llevó el mes pasado.
Radiografía del derrumbe en la venta de medicamentos
Según explicó a este medio el titular de Ceprofar, Rubén Sajem, los medicamentos de venta libre fueron los que más cayeron en su demanda, tocando el techo de 19%. El impacto fue fuerte en los rubros de dermatología, digestivos, analgésicos, antimicóticos.
Para el caso de los medicamentos de venta bajo receta, la caída fue menor, pero llamativa: del 8%. Su impacto se sintió en las drogas para tratamientos crónicos para el sistema nervioso, el sistema cardiovascular, lo que tiene que ver con glaucoma, control de colesterol y pre-diabetes y tratamiento de próstata.
En este punto, Sajem hizo una aclaración. La caída también se sintió con fuerza en los medicamentos para enfermedades respiratorias y los antibióticos. Sin embargo, esta tendencia ya se observaba de manera gradual desde la salida de la pandemia.
Según datos de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA) los medicamentos que más cayeron en ventas fueron aquellos para el sistema respiratorio (14,9%), antiinfecciosos (12,84%), hormonales (8,13%) y los medicamentos para el sistema nervioso (7,21%).
La percepción en las farmacias
Entrevistada por Página|12, Margarita Menéndez Llano, presidenta del Colegio Oficial de Farmacéuticos y Bioquímicos de Capital Federal (COFyBCF), explicó que la caída en las ventas era algo que ya se notaba, pero que en enero tuvo un impacto aún mayor.
Señaló que hay parte de la caída que se explica por la estacionalidad, ya que en enero y febrero siempre las ventas fueron un poco menores. Pero también tiene que ver con el aumento de los precios de los medicamentos, que “fue alto durante todo el 2023”.
“La gente viene y pregunta. Y lo que antes se llevaban sin receta, ahora van y trata de conseguirla para tener el descuento de la obra social o prepaga. Averiguan el precio y después van y consiguen la receta. La gente, si es de venta libre y no es algo crónico, busca bien el precio”, comentó sobre los cambios en los hábitos.
Y añadió: “Eso probablemente disminuyó bastante porque la gente, frente a dolencias menores, lo deja pasar, como un dolor de cabeza o una acidez estomacal. Ahora, con respecto al tema de tratamientos crónicos, la gente pregunta el precio y trata de conseguir las recetas”.
“En la farmacia, y ahí está la importancia de la presencia del farmacéutico, tratamos de ofrecer alternativas económicas para que no tengan que suspender los tratamientos”, añadió a la par que señaló la importancia de evitar, a toda costa, la pérdida de adherencia a los tratamientos.
“Este lo dejo, no me alcanza”
La médica generalista Natalia Bonino vive estas escenas con frecuencia en su consultorio. Pacientes que le consultan porque la plata no les alcanza para comprar los medicamentos que necesitan y no saben qué hacer.
Ella les explica, como lo hizo ante la pregunta de este medio, las consecuencias de suspender la toma de fármacos para las enfermedades crónicas más prevalentes, como diabetes, hipertensión, hipotiroidismo, y el tratamiento de los diversos factores de riesgo como el colesterol, ácido úrico y triglicéridos elevados.
“Esto provoca un aumento en el número de consultas en guardias externas con episodios de descompensación de dichas enfermedades, como cuadros de hiperglucemia complicada, emergencias hipertensivas, crisis de gota, pancreatitis, crisis asmáticas severas”, explicó.
Y añadió: “Además, genera la aparición de eventos cardiovasculares, como casos de ACV, infarto agudo de miocardio, insuficiencia cardíaca descompensada, edema agudo de pulmón”.
Lo que, a su vez, deriva en una “mayor ocupación de camas de internación por el requerimiento de tratamiento endovenoso y compensación hemodinámica de estos cuadros”. Y, no menor, una “disminución de la calidad de vida por las sucesivas internaciones en pacientes con enfermedades crónicas”.
A este panorama, se le suma un dato más que complejiza la situación: “Cabe mencionar que se registra una disminución sustancial en la entrega de medicación al sistema público; actualmente en las guardias y centros de salud no estamos contando con medicación crónica para hipertensión, diabetes, hipotiroidismo, entre otros”.
Además, “en las guardias no hay ampollas de medicación endovenosa que se utiliza a diario, como la metoclopramida, utilizada para los vómitos, o la hidrocortisona, medicación esencial para cuadros de dificultad respiratoria”.