De una marginalidad extrema, como un piélago de incertidumbre se cultiva y medra la poesía. Atrevida en su magnitud gana espacio en los terrenos del arte. Entre lo abstracto y lo confesional se manifiesta, emergiendo con urgencia. Un firmamento de palabras dañadas y surgidas por una impresión, forman el cuerpo de un poema. Con tanta exactitud [tal vez posada] sobre lo que un poema o la poesía es, está bien preguntarse y responderse: ¿De qué está hecho un poema? No lo sabemos. ¿Cuál es la materialidad de la poesía? Tampoco lo sabemos. Simplemente, quizás solo haya que aceptar que se trata, como dijo Rilke, de “misteriosas existencias cuya vida dura junto a la nuestra que pasa”.

Fuera de catálogo

Es un medio y una manera de vivir o ver la existencia, dicen algunxs. Se extiende de un origen ramificado en el medio de los sentimientos, médula de los afectos. Funciona como huella y manifiesto de una necesidad desgarrada e intensa de expresión. La poesía reconstruye a golpes las voces que se cimentan en lo que se desecha, lo que para otrxs no sirve, lo que no encaja, lo inclasificable, lo poco articulado o lo desarticulado, lo que no pertenece a ningún género y no se cataloga. Los poemas son una radiografía de una vida, la del poeta. Muestran [en destellos] un interior por contraste y lo vuelven universal. La poesía es una invitación a probar la profundidad sin ruido. No se puede renunciar a lo indecible, ni a lo que opera dentro de un poema; esa materia que no se toca y con la que se trabaja.

Desde el año 2007, acontece en la ciudad de Mar del Plata, el Festival de Poesía, de Acá. Un nicho abierto que reúne a poetas, lectorxs y editorxs en un mismo plano y en un mismo tiempo.

Acá: En este espacio o cerca de él. Acá: Precedido de adverbios significativos de tiempo anterior, denota el presente. Acá: Un complemento de tiempo que iniciado por “de” o “desde”, señala el comienzo de un intervalo. Festival de Poesía, de Acá: Territorio que incluido en un presente [o en un intervalo del mismo] da origen o intenta parir un lenguaje infértil y variado.

Diversidad poética, sexual, de vida, y expresividad lírica son las raíces de este evento que dura dos días y que sin una bajada de línea, ni sello institucional, se defiende y se autogestiona gracias al trabajo de las poetas locales: Flavia Garione, Rocío Fernández, Luciana Caamaño y Mariana Garrido.

Este año, en su décima sexta edición, el festival se imprime nuevamente en la agenda cultural. Por él van a estar pasando artistas de Paraná, Rosario, San Miguel de Tucumán, Buenos Aires y Mar del Plata. Una colección de voces que proyectan poesía piensan colmar la ciudad en la que muchxs argentinxs aman vacacionar, durante el 11 y el 12 de febrero.

Las presentaciones van a ser en las dos sedes que fueron elegidas para este año: la librería El Gran Pez y el cineclub Dynamo. La selección de ambos lugares se dio, en parte, por sentir una hermandad artística y porque las casas en donde están emplazados estos proyectos son chalets típicos de la ciudad, “de esos que cada vez quedan menos porque se los vienen tirando abajo para construir edificios”, nos dijo Rocío Fernández.

¡Poesía ya!

A la respuesta de por qué hacer un festival de poesía ahora/hoy, Luciana Caamaño nos contó que es algo que se suelen cuestionar cada vez que empiezan a proyectar y gestar los preparativos de las nuevas ediciones; nos aclaró que no les interesa “seguir haciendo algo por el solo hecho de sostenerlo”, entonces la posibilidad de “hacer otra cosa o simplemente dejar que eso caiga” siempre está latente. Es como si la muerte, o la ausencia, les generara y les devolviera la figura de una presencia que les permite reencuadrar el sentido, una y otra vez. Y a partir de ese borde [o de ese riesgo] inhalan y ejecutan mutaciones concretas, metamorfosean el tinte y la impronta del festival a través de la selección de quiénes y cómo van a leer. Los cuerpos de lxs poetas, sin otra mediación, allanan el aire y el clima.

​​“Los festivales funcionan como plataformas de corte que visibilizan ciertos modos de leer y de escribir, a la vez que revelan una serie de tonos a través de la escucha”, nos dijo Flavia Garione. La escucha pareciera tener una relevancia vital en este espacio, templo que cada año construyen estas chicas todas juntas. El encuentro, la unión y el vínculo se vuelven el festejo de la palabra. La celebración de lo excepcional. Un umbral que se edifica para que durante dos días acontezca como un dios, la poesía. La poesía que sabe dar calma, como si se tratara de una media sombra cubriendo el ancho del cielo ante un sol bullicioso que quema la piel. “La poesía alcanza para todos”, eso ya nos lo dejó bien dicho Nicanor Parra.

Si el acto de escribir y el acto de leer, convocan a una soledad pura; el Festival de Poesía, de Acá pareciera polarizar ese espíritu más común. Pareciera desplazarnos a un especie de estado de consciencia alterado colectivo. Pareciera inducirnos al loop de un recital que invita a transformarnos.

El desorden del mundo

Luciana Caamaño nos contó que este año buscan “probar y ver cómo aparecen los cuerpos en la escena de la poesía”. No es casual que esta vez se presente, en el festival, el artista visual, poeta y performer de Buenos Aires, Marcelo Estebecorena; quien carga con un cuerpo de obra que se apoya con solidez en la performance. Él va a intervenir, el domingo 11, la librería El Gran Pez con una pieza poética musical-pop que produjo en conjunto con Matt Montero. Por su lado, Florencia Mettóla, artista y poeta, va a viajar desde San Miguel de Tucumán, y piensa llevar para leer(nos) su último libro aún inédito. Y Virginia Negri, va a desembarcar, desde Rosario y hacer eco de sus poemas allá, muy cerca del mar.

El arte, la música, la literatura y la poesía pueden salvar a cualquiera, por lo menos de una agonía intensa. Su consumo [se sabe] es lícito y libre; y Acá, en este festival, se va a mover por cuarenta y ocho horas. Un intervalo de tiempo se piensa producir para que podamos asumir y cantar el desorden del mundo. Acá, allá o ahí, donde se tiró Alfonsina, la celeridad y la letanía de las letras van a hacer fuego.

“Creo que los poemas son cosas vivas que crecen desde el suelo hacia el cerebro antes que cosas que el cerebro planta en la tierra” escribió Dorothea Lasky. Carolyn D. Wright sostuvo que si algo hace la poesía es prepararnos para una crisis, ya que, filosa y penetrante, atraviesa los miedos que nos gobiernan y los saca a la luz de la página para nombrarlos. La poesía toda junta nos vuelve un poco eternxs. “Nunca se cerrará ni te dejará sola” dijo Marie Gouiric. 

En la intimidad, quien lee y quien escribe, está labrando un silencio. Una pausa, una mirada, una despedida, una huella terrenal. En la intimidad, quien lee y quien escribe, está formando posibles nuevos junto a afectaciones delirantes. En la unión, en el encuentro se está haciendo exactamente lo mismo que en la intimidad pero con mayor y más potente pluralidad, amor y tolerancia. Los poemas, son amables y nos entregan un souvenir de la vida, nos permiten hacer cuerpo en las heridas y en las pérdidas. Los poemas veneran al sol y a la lluvia, van marcando un territorio nuestro, un territorio humano.

Participan este año del Festival de Poesía, de Acá: Candelaria Pérez Berazadi, Lisa Bradford, Camila Esteban, Chiara Abiuso, Florencia Méttola, Virginia Negri, Lucía Seles, Mariano Prudente, Julián Bejarano, Matías Heer, Los literatos, Pringosa, Marcelo Estebecorena, Valentín Quintaié, Amalia Gabriel y Susi Pireli. Domingo 11 y lunes 12 de febrero en la librería El Gran Pez (Santiago del Estero 2052) y el cineclub Dynamo (Rivadavia 3422).