Pasaron 17 años del secuestro de Madeleine McCann, un crimen que conmocionó al mundo entero y generó polémica por su investigación, el tratamiento mediático, y los falsos testimonios de mujeres que aseguraban ser la niña inglesa desaparecida, entre otros temas. A pesar de que la búsqueda de la menor desaparecida parece frustrada, año tras año aparece una nueva pista o testimonio que abre nuevas hipótesis.
Esta semana salió a la luz una nueva información sobre la investigación de “Maddie”: una semana antes de que la niña desapareciera en 2007 durante unas vacaciones familiares en Portugal, un hombre aseguró que el principal sospechoso del crimen, Christian Brückner, estaba tramando un plan para secuestrar a un niño y vendérselo a una pareja sin hijos.
La revelación fue proporcionada por Ken Ralphs, antiguo activista político en el Reino Unido, al medio británico Sky News. Según contó, el alemán imputado por cinco delitos sexuales cometidos entre el 2000 y el 2017 contra niñas y mujeres de entre 10 y 80 años, trató de reclutar a un amigo en común para que lo ayudara a encontrar a un niño y ofrecerlo por dinero a una pareja.
Ralphs declaró que una noche, después de cenar, su amigo empezó a llorar, y al preguntarle qué ocurría, le reveló que “se había vinculado con Christian para robar un niño de Praia da Luz a una familia rica”. Según precisó, cuando recibió esa propuesta, su amigo no tenía dinero y vivía como vagabundo en la costa de Algarve.
Además, confesó que tanto Brückner como él y su amigo común, un extranjero cuyo nombre no puede revelarse por motivos legales, formaban parte de una comunidad nómada y bohemia que vivía aislada en el suroeste de Portugal.
“Christian sabía que el tipo era vulnerable y quería viajar al extranjero, pero no podía marcharse porque no podía pagar los billetes de avión”, explicó Ralphs al corresponsal Martin Brunt de Sky News.
Según el medio británico, Ralphs trató de ayudar a su amigo ofreciéndole dinero para que no se involucrara en el crimen. En aquel entonces, le contestó que "Christian ya tenía un cliente, un comprador en fila, una pareja alemana que no podía tener hijos”.