Cuando el Archivo Lumiton adquirió el fondo de William Castagna lo hizo siguiendo su protocolo: tomó los datos del donante, recibió una serie de rollos de Super 8 y los guardó todos juntos en una caja que fue catalogada provisoriamente como “películas caseras”. Esto último fue así porque la mujer que se deshacía del material llegó a aclarar que este era de su hijo, que había vivido en Vicente López durante algunos años y que se había ido a vivir a Estados Unidos hacía mucho tiempo. Eventualmente, en el archivo lo primero que revisaron, por azar, fue el cuarto rollo. En él, para sorpresa general, encontraron imágenes con cierto aire familiar: un hombre envuelto en papel metalizado dorado haciendo ruidos robóticos, otro preguntando por “la fuerza” y un último con una capa respondiendo al nombre de “Obi Kenobi”. Todos ellos, interpretados por el mismo actor.

“Creemos que William quiso hacer sus propias versiones caseras de grandes clásicos de Hollywood. Una de ellas, Star Wars”, dice Alejandro Ojeda, miembro del Archivo Lumiton. Mientras describe las películas del fondo, lo nombra intermitentemente como “Castagna” y como “Castagno” porque hasta su apellido es una incógnita. “Sabemos muy poco de él. Conocemos su rostro porque aparece en todas las películas. Intentamos contactar a la donante, pero no fue posible. Así que estamos reconstruyendo su historia a partir de sus películas, de lo que dejó y que nos llegó un poco de casualidad”, agrega.

El Fondo William Castagna es ecléctico. En los rollos digitalizados y compartidos recientemente por la Filmoteca Lumiton se pueden ver fragmentos heterogéneos, tomas y retomas aisladas, donde un joven reconstruye escenas de Star Wars, de El Exorcista, hace de conductor e invitado en un programa de entrevistas, protagoniza una comedia chaplinesca y dirige lo que parece ser una película con tintes surrealistas. Todas las escenas son realizadas con bajísimos recursos, pertenecen a finales de la década del setenta, fueron filmadas en Estados Unidos y están habladas en inglés.

“Hay como tres o cuatro grandes ejes en este material que parece ser todo de un trabajo en proceso. El más grande es el proyecto de Star Wars. Ahí, directamente, parece haber querido hacer su propia versión”, afirma Ojeda sobre este material que, más allá de su fragmentación y del claro aspecto lúdico que lo atraviesa en su totalidad, posee una lógica interna que permite intuir el proyecto. Como si lo único que necesitaran para adquirir sentido fuera el montaje.

A partir de sus películas, y de la información inscrita en las cajas y latas que las contenían, el equipo de archivo pudo reconstruir una breve historia: Castagna participó entre 1977 y 1978 de un taller de cine en Nueva Jersey a cargo del cineasta Mark Eisenstein, director de la posterior “The Electric Chair”, y regresó a Buenos Aires con este material. “En un momento Castagna se volvió a ir y dejó sus películas acá. Lo que nos deja con un montón de interrogantes: ¿por qué lo abandonó? ¿Qué fue de su vida en Estados Unidos? ¿Cuál era su proyecto con este material?”, se pregunta Ojeda.

Observar los grandes éxitos fragmentados de Castagna generan esa atracción que dispara la interrogación. Sin embargo, no deja de ser un archivo casero como puede haber tantos perdidos en el mundo. Josefina Boscaroli Batallé, responsable del Archivo Lumiton y quien revisó el material por primera vez en una de las tantas jornadas de catalogación que caracterizan su tarea, reconoce que “quizás alguien puede pensar: esto es basura. Incluso uno mismo puede preguntarse ¿por qué archivarlo? La mentalidad archivística se adquiere con el tiempo, pero cuando uno empieza a hacerle preguntas al material, no puede parar. Todo aporta nueva información y nuevos interrogantes”.

El archivo que coordina Batallé se compone de más de diez mil objetos que son preservados, catalogados, digitalizados y compartidos por la institución. “Todo el proceso tiene sentido cuando se le da acceso a la gente, cuando se abre a la comunidad. Para nosotros eso es fundamental”, agrega la responsable de este archivo que, así como descubrió en el Fondo WIlliam Castagna los viajes ficcionales de un estudiante bonaerense aficionado a los blockbuster norteamericanos, encontró entre sus decenas de fondos piezas históricas perdidas.

“Recientemente, recibimos la donación del archivo personal de Tadeo Bortnowski, director artístico de Sucesos Argentinos entre 1951 y 1972. Entre publicidades y películas caseras, encontramos un documental sobre Eva Perón en árabe, una copia de la primera película 3D del cine argentino y un registro de Bortnowski recibiendo una medalla en Italia por sus filmaciones en la Segunda Guerra Mundial. Por estos hallazgos es que uno trabaja día a día”, cuenta Batallé.

Adriano Bruzzese, director del Proyecto Lumiton en donde se desarrolla el archivo, afirma sobre esta vertiente de preservación que “en una época donde todo parece ponerse en duda, buscamos actuar como guardianes de la memoria. El Fondo William Castagna fue aceptado, primero, porque como institución tenemos que abrir los brazos a todo. Nunca sabemos con qué podemos encontrarnos. Después, porque creo que la historia va de lo particular a lo universal. En sus registros podemos encontrar un montón de información que hace a la historia de todos y todas”.

Rescatar esta historia particular, que hace a un todo universal, no termina en su preservación y difusión. Bruzzese dice sobre estos rollos de Super 8 que “todos coincidimos que es una historia para explotar. Queremos encontrarlo a William, queremos hacer la película con él, esa que imaginó y no llegó a montar”. Si bien reconocen que existen otras prioridades, impuestas por la necesidades apremiantes del fílmico y su degradación, los responsables del archivo atienden sus películas sin establecer jerarquías: todas son parte de una misma historia que debe ser resguardada. Una atención que le valió, entre otros motivos, el reconocimiento de la UNESCO a Vicente López como ciudad de cine.