El costo de vida para una familia pobre en la periferia de Rosario llegó en noviembre a 13.828 pesos, casi el doble del salario mínimo vital y móvil. Esa canasta ‑que contempla las necesidades básicas de alimentación, vestimenta y servicios de vivienda, transporte, educación y salud‑ se encareció 5 por ciento en sólo un mes. La altura de la vara supera ya los salarios básicos promedio de tres oficios que componen quizás la mayoría de la población ocupada en los barrios objeto del estudio, como lo son los obreros de la construcción, empleados de comercio y empleadas domésticas.

Las conclusiones pertenecen a un relevamiento conjunto del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (Ceso) y el equipo de la diputada nacional Lucila De Ponti, que empezó a medir el costo de vida en algunos barrios de sectores populares en Rosario: Casiano Casas (norte), La Sexta (este), La Lagunita (oeste) y Mangrullo (sur). La iniciativa de este espacio apunta a diferenciarse del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), que construye su canasta de acuerdo con hábitos de consumo de clase media y con precios del Gran Buenos Aires. Los técnicos del Ceso, dirigidos por el economista Andrés Asiaín, compusieron una canasta de 37 alimentos más un coeficiente representativo del consumo de indumentaria y servicios.

Del trabajo se desprende que una familia de cuatro integrantes en los barrios mencionados necesitó de 13.828 para cubrir sus necesidades básicas, un 4,98% más que en octubre, lo que significó unos 655 pesos más. En setiembre, este índice alcanzó los 12.856 pesos, y al mes siguiente fueron 13.172 pesos.

"De octubre a noviembre hay un aumento del 5 por ciento en el costo de vida, lo cual para ser una variación intermensual es muy elevado y nos está marcando que no solo no hay un mejoramiento sino que se va profundizando la situación de pobreza", interpretó De Ponti.

Los encuestadores y analistas del Ceso atribuyen este salto inter mensual a los aumentos del gas (+200%) y de la telefonía celular (+16%). Los alimentos, en general, promediaron una suba de 2,65%, y representó un total de 5.461 pesos al mes el costo total de alimentos para una familia en esta franja poblacional.

Significa que a una familia de sectores populares le falta, por lo menos, 3.413 pesos para acceder a un consumo parecido al de otra de clase media, cuya canasta básica total alcanzó $17.241 en la primera semana de noviembre.

La brecha entre lo que debería ser y lo que es por demás de elocuente: si el salario mínimo vital y móvil es de 7.560 pesos, esto alcanza a cubrir apenas poco más de la mitad de la canasta del sector vulnerable. Y aún así, en el caso de que en una familia hayan dos salarios básicos, todavía le faltarían 2.121 pesos para igualar un consumo modesto de clase media.

El informe compara el costo de vida con el ingreso básico y promedio de los empleos más comunes entre los habitantes de estas barriadas populares. Y así concluye en que una empleada doméstica -en el mejor de los casos, si está en blanco y cobra según convenio- gana unos 10.200 pesos, 35 puntos porcentuales debajo de la canasta. Y que un oficial albañil con jornada estable de 9 horas diarias percibe unos $13.684, y debiera trabajar 12 horas para igualar una pauta de consumo de clase media. En el mismo sentido, un empleado de comercio administrativo A, sin antigüedad, cobra $12.600 mensuales, y también queda por debajo del costo de vida relevado.