Aún cargando con una de las peores imágenes a nivel público, Mauricio Macri ya tiene decidida una intervención acordada sobre el gobierno de Javier Milei. El ex presidente analiza, según supo Página I12, un escenario de conflicto económico y social que tendrá su cénit en marzo. Si bien bancó y banca el ajuste libertario, considera que semejante contracción del gasto y la actividad “no tiene espaldas políticas para sostenerse”, y que el recorte “vendetta” a las provincias le pone una tensión ya insostenible.

Macri quiere -con aval de sectores de la UCR más PRO y el bloque de Miguel Ángel Pichetto- el control de tres ministerios clave vía cuadros propios, para trata de poner en caja una situación política que ve cerca del desborde. "Esto no es un acuerdo parlamentario, es un acuerdo para gobernar. Si no los apuntalamos, se caen", dijo una fuente cercana al ex presidente, luego de que Milei deslizara, desde Roma, la posibilidad de hacer acuerdos de bloques en el Congreso. 

Para esos fines del desembarco fuerte en el Ejecutivo, Macri ya tiene agendada una reunión con Milei, pautada para cuando el presidente regrese de su gira por Israel y el Vaticano. Cerca del primer mandatario, aseguran que “él a Macri lo escucha”. En este escenario, con la ruptura expuesta de Juntos por el Cambio, sólo quedaron resistiendo el desembarco del macrismo en el Gobierno Elisa Carrió y un sector de los radicales críticos, los de la línea Lousteau, que creen que 60 días alcanzaron para ver que el modelo de Milei no da respuestas, y que la introducción del macrismo enderezaría políticamente, pero no cambiaría el ritmo del ajuste, sino más bien le pondría un paraguas protector. 

La otra resistencia, naturalmente, viene del corazón de la mesa chica de Milei, comandada por su hermana Karina, que observa que aceptar semejante avanzada sería ceder poder e identidad. En pocas palabras, entregar el gobierno. “¿Cómo nos va a manejar un tipo que sacó 20 puntos en la elección y salió tercero?”, se preguntan, con bastante lógica.

Hace unos días, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, jugó en público con la idea de un gobierno de coalición, algo que predica el propio Pichetto en reuniones privadas con diferentes sectores. A esta altura de la situación, ese voceo coalicional es un eufemismo que se usa para disimular la única opción que ve Macri: tomar por asalto el Gobierno para evitar un estallido. Para Macri, Milei será en breve una anécdota. 

¿Qué tiene en la cabeza el ex presidente?

Fuentes del PRO aseguraron a este diario que Macri viene desde la campaña tratando de administrar la emocionalidad de Milei. También intentó, con el presidente ya electo, armar un gabinete conjunto, pero con lugares de influencia reales. No logró ninguna de las dos cosas, y ahora vuelve por ese objetivo.

Concretamente, el ex presidente buscar tomar el control de tres ministerios clave. La referencia es para Economía, Infraestructura e Interior. En Hacienda, Macri acepta que continúe Luis Caputo, pero con más preponderancia de la línea del ajuste macrista. La decisión tiene que ver con dos cosas: la primera, que no tiene alguien mejor para sugerir en ese cargo; la segunda, que la alternativa que propone Milei es que, en marzo, Federico Sturzenegger -hoy una especie de asesor en desguace de empresas- reemplace a Caputo cuando el ajuste le haga pagar el costo político al ex banquero del JP Morgan y Deustche Bank.

La salida estruendosa de Sturzenegger del Banco Central (BCRA) en la era Macri es la causante de la negación de Mauricio con su ex funcionario. “No lo quiere ni ver”, cuentan. Sturzenegger se fue del BCRA en aquella histórica conferencia de prensa donde Marcos Peña, entonces jefe de gabinete y monje negro del PRO, le intervino políticamente el organismo.

El segundo lugar que Macri busca con insistencia es el Ministerio de Infraestructura. Guillermo Ferraro, el ex ministro, fue despedido, pero aún no formalizó su renuncia y tampoco se puso en los papeles que Caputo se hará cargo de esa cartera. Para ocupar Infraestructura, Macri sugiere a su ex ministro de Transporte, Guillermo Dietrich. Hoy retirado de la arena política, “Guillo” pasa buena parte de sus días en el Uruguay, pero está dispuesto a volver. Para Macri, Infraestructura es el ministerio de los negocios, y hoy la cartera directamente está en desuso. Lo considera clave y, además, avisa que colocará "bastantes cuadros propios en segundas y terceras líneas". 

El tercer coto de caza del ex presidente es el Ministerio del Interior, donde se mueve hoy Guillermo Francos, a quien el mandatario ya mira con cuidados máximos luego del fracaso de varias gestiones, incluida la de la votación de la Ley Ómnibus y la rebelión de los gobernadores del interior. Macri asegura que los jefes provinciales, sobre los del PRO, son un eje central para sostener la gobernabilidad de Milei. Así, quiere que ese lugar lo ocupe el ex candidato a gobernador, Diego Santilli. El actual diputado es de los PRO que más mileísta se han mostrado, y cuentan que aceptaría ser parte del Ejecutivo.

Con Santilli hay otro asunto. Los que lo conocen afirman que busca despegarse de la posición de su ex jefe, Horacio Rodríguez Larreta, hoy crítico de Milei. Tiene medido que esa postura expone al alcalde a críticas muy duras en redes sociales, y no quiere saber nada con estar en ese lugar. Lo cierto es que Interior es una oficina de mucha inestabilidad y Francos, además de cosechar pocos éxitos, es operado desde dentro y fuera del gobierno. El último episodio, hace horas, era la posibilidad de que Martín Menem pase a Interior, Pichetto ocupe su lugar al frente de Diputados y José Luis Espert quede como presidente de bloque.

Las dificultades del asunto

La aventura colonialista de Macri sobre la gestión de La Libertad Avanza (LLA) se enfrenta a desafíos que no son menores. El primero es que el ex presidente es el personaje con mayor imágen negativa en la política, su fuerza obtuvo 20 puntos en la elección y tiene, además, resistencia dentro y fuera del PRO. 

Para sus intenciones de expandirse sobre los libertarios precisa, primero, recuperar la presidencia del partido que fundó, cosa que no está garantizada y es para Macri una obsesión. 

El segundo escollo es que el mileísmo puro no es tan abierto al macrismo como sí lo es el propio Milei. Karina Milei y el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, consideran que ya es suficiente el componente PRO dentro del gobierno. De hecho, fueron los que frenaron la intentona de Macri de poner más cuadros propios, al momento en que se armaba el gabinete. Menem, en tanto, se siente observado por Karina y también decidió jugar fuerte para evitar la proliferación de mensajes del PRO de un co gobierno. El pack de forwards de Milei es, de todos modos, compacto pero endeble ante una situación socio económica que, en sólo dos meses, se puso al límite.