“Viví toda mi vida acá cerquita, a unas doce cuadras, y vos acá antes te podías venir a tomar mate pero en la parte de adelante no se podía entrar: estaba abandonado y te daba miedo”, cuenta Macarena Melisa Castro. “Acá” pasó de ser la nada misma al lugar exacto donde Macarena cursa la carrera de Diseño en la Universidad Nacional de Moreno. “Estoy muy feliz, porque ahora estudiamos acá”, refuerza Melisa, que tiene 23 años y vive en barrio Alcorta.
Diseño se convirtió en un boom ya en 2023, y pinta lo mismo para 2024 por la cantidad de inscripciones.
Dice Macarena que se decidió por Diseño porque “mi mamá siempre fue una persona que agarró cualquier prenda y transformó la ropa rota en ropa nueva”. Cuando empezó a vivir sola repitió la habilidad de la madre como hobby, y al enterarse de que su hobby podía ser parte de una carrera se anotó “para poder trabajar de esto”.
Antes había probado con el profesorado de Educación Inicial, pero de la UNM le interesaron la carrera, la cercanía y la gratuidad. “También acá tengo donde venir a leer o hacer los trabajos si no puedo en otro lado, y acá están mis compañeros si necesitamos por algo, y los profesores y las profesoras”.
Integrante de la generación de universidades del Bicentenario, creadas en 2010 para responder a la demanda creciente de educación superior, en 2023 la UNM sumó al Departamento de Ciencias Aplicadas y Tecnología cuatro carreras de Diseño, cada una con sus títulos intermedios. Diseño Industrial tiene una tecnicatura en Prototipado Rápido y Renderización. Diseño de Indumentaria cuenta con una tecnicatura en Planificación y Confección de Indumentaria. A Diseño Multimedial le corresponde una tecnicatura en Animación Digital. Y a Diseño en Comunicación Visual, una tecnicatura en Desarrollo de Imagen e Identidad Corporativa.
Con excepción de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad de La Plata, los inscriptos, que superaron los mil, se convirtieron en un fenómeno que no se da en otros distritos.
La cercanía es clave en las universidades del Conurbano. El 60 por ciento de los estudiantes son de Moreno y el resto llega desde Merlo, General Rodríguez, Ituzaingó, Morón y Marcos Paz.
Un 70 por ciento empieza alguna de las cuatro carreras una vez terminado el nivel medio y el resto hace como Macarena, que cuando tuvo una oportunidad la aprovechó. Por eso los menores de 19 representan un 33,9 por ciento del alumnado y los de 20 a 24 años son el 41 por ciento. La retención fue del 85 por ciento.
Liliana Taramasso es arquitecta y decana del Departamento de Ciencias Aplicadas y Tecnología de la UNM, que funciona en los terrenos de lo que fue un antiguo orfanato.
“Empezamos a proyectar carreras de Diseño en 2015, y en el plan de estudios contemplamos la búsqueda del arraigo, porque queríamos contribuir al desarrollo territorial y colaborar con las industrias creativas y de indumentaria”, explica. “En la UNM sabemos por geo-referencias dónde están no solo los establecimientos educativos sino la producción y la industria, y por eso queremos ser un motor que aporte al desarrollo local”, dice la decana.
También destaca que parte del impulso se facilita por “el entramado de políticas públicas como becas internas, externas, académicas y de carreras estratégicas”.
Añade Taramasso que “el alumnado de la UNM es casi en su totalidad primera generación de acceso a la universidad, y por lo tanto es clave el criterio de universidad pública, inclusiva, de calidad y gratuita”. Dice que “la gran mayoría de los chicos que estudian acá trabaja, con lo cual hasta puede ser posible que los y las estudiantes sean hoy cabeza de familia”.
“La educación es un derecho humano”, afirma la decana. “También ésa es la razón de que contemos con trayectos más integrados, con créditos que impliquen mayor movilidad, no solo internacional o nacional, sino también para poder tener una flexibilidad y acreditar los trayectos realizados, y de ahí la existencia de tecnicaturas.”
“Estas carreras fueron pensadas en función de estudios realizados en el territorio, porque analizamos su población, el perfil educativo y productivo, vimos las empresas de la región, los parques industriales, los actores de la economía popular y logramos armar un perfil de oferta educativa que creemos responde de manera adecuada a esa realidad, dice Roberto de Rose, vicedecano y coordinador del área de Diseño. “Estamos convencidos de que a medida que se gradúen nuestros técnicos y profesionales y puedan incorporarse al medio productivo local y regional el perfil de la activad económica, las cosas pueden mejorar por el aporte de nuevos conocimientos y por la innovación que introduzcan.”
Agustín Diego vive en Barrio 2000 de Moreno, es ilustrador y tiene 24 años. “Yo estudiaba Ingeniería. Pero entre medio de eso ya hacía trabajos de diseño. Primero empecé como ilustrador, como un hobby, y cuando la gente se empezó a interesar por mi trabajo me puse a averiguar más sobre las carreras de diseño. Luego, cuando me enteré de que en esta misma universidad donde estudiaba iban a abrir carreras de diseño, me interesó, investigué al respecto y decidí anotarme.”
Agustín destaca primero “la cercanía, porque vivo acá, y segundo porque ya tenía la experiencia previa de estudiar en esta universidad”. Dice que conoció “otras universidades públicas que hay cerca, pero por la experiencia y por el trato que tienen los profesores hacia mí, me quedé con la universidad de Moreno”.
Cuenta que después de un año de cursada se lleva “un montón de aprendizajes ya que estos mismos trabajos que estamos haciendo en la carrera los apliqué en el trabajo del que vivo, del que gano plata, y pude ser más profesional en mi ámbito”. Sus trabajos, “comparados con los que estaba haciendo antes de empezar a cursar, ahora son más profesionales”.
“Mejoré en el diseño gráfico. Antes solo trabajaba de ilustrador, y ahora también hago partes del diseño gráfico. Antes ni tenía experiencia en esa rama. Y se nota mucho porque usé correcciones de las profesoras y mi trabajo se ve más profesional y más como el de un diseñador. Pasé del hobby a un trabajo.”
Oliverio Martín tiene 29 años. Y cuenta: “Vivo en San Antonio de Padua, que pertenece al partido de Merlo, al lado de Moreno. Elegí estudiar diseño porque trabajo de diseñador gráfico hace tres años y toda mi familia siempre me impulsó al arte visual. Siempre me gustaron las expresiones artísticas. La comunicación a través del diseño me parece algo súper interesante que enriquece la vida de las personas. Me parece que es algo enriquecedor también para el resto del mundo y por eso me gusta poder compartir este lugar”.
Indica que le parece “súper relevante que este lugar, con la historia que tiene, se haya convertido en una institución educativa”. Explica Oliverio que “este predio formó parte de una de las caras más oscuras de la historia argentina durante la dictadura que empezó en 1976”. Por eso, “resignificar el lugar es valioso, porque convertimos lo que fue un insulto a la población en algo que le sirve a la comunidad”.