Villa Sapito, en Lanús Este, suele ser noticia por episodios policiales vinculados a la barra brava del club granate. Allí también reside Ezequiel Lamboglia, un joven ajedrecista de diecinueve años con una historia muy particular, ligada a la Universidad Nacional de Lanús (UNLa).
Ezequiel se inició en ese deporte cuando tenía apenas siete años, gracias al programa de verano de la UNLa, una especie de colonia de vacaciones con actividades deportivas, recreativas y culturales, que funge de primera aproximación a la vida universitaria para los chicos y chicas de la zona. Más tarde ingresó al taller anual de la institución y se federó para representarla en distintos torneos.
“La primera vez que jugué quedé fascinado. No conocía el juego, en mi casa nadie jugaba ajedrez. Puse tantas ganas que me invitaron al taller anual”, cuenta Ezequiel a Buenos Aires/12. “En esa época tenía algunos problemas, en casa y en la escuela, no me llevaba bien con mis compañeros. El ajedrez me ayudó a serenarme y a despejarme”.
La mayoría de los compañeros de Ezequiel en el taller eran más grandes que él y tenían además algún vínculo previo con el juego, generalmente a través de algún familiar. “Yo en casa no tenía con quien jugar. Iba los jueves, resolvía los problemas, veía las jugadas y deseaba que pasara rápido la semana para volver, porque en el medio no tenía otro contacto con el juego”, recuerda.
Su crecimiento como ajedrecista fue tan grande que, como resultado, al poco tiempo terminó jugando a nivel federado representando a la UNLa. “El día que le dimos el diploma a la promesa más joven del ajedrez terminamos todos llorando, fue realmente emocionante que un niño como Ezequiel surgido del Programa de Verano nos represente en el Ajedrez Federado”, recuerda Juan Loiseau, director de Deportes y Recreación de la UNLa.
Posteriormente lo sumaron como auxiliar del equipo que dictaba el taller de ajedrez en el Programa de Verano años atrás: “Colaboró con los profesores, haciendo lo mismo que hacían ellos con él hasta los 12 años. Fue una forma de incorporar, desde otra mirada, a que sea parte del programa”. En el medio, Ezequiel ganó un montón de torneos y alcanzó distintos puestos en el podio en tantos otros representando a la UNLa.
Este año, de alguna manera, se cerró el círculo: Ezequiel fue contratado por primera vez como docente de ajedrez para dar clases en el “Programa de verano”, el mismo en el que, como participante, descubrió el juego. Son apenas dos meses al año, pero es la primera vez que cobra por una actividad vinculada al ajedrez.
Fue a partir de diciembre del año pasado. Ezequiel se había alejado del ajedrez y la universidad por problemas personales, hasta que Julián Loiseau lo contactó de nuevo a través de las redes sociales y tras una charla lo convocó para que esta vez se sumara como docente contratado para el taller de ajedrez del Programa de Verano.
“Al principio tenía alguna que otra duda porque me daba ansiedad pensar que hacía un tiempito que no jugaba, pero me convenció. Me dijo que querían que volcara todos mis años de experiencia en el Programa de Verano, que enseñara a los chicos como los profes me enseñaron a mí cuando tenía su edad. Enseguida agarré ritmo y me puse contento al ver tantos chicos interesados en aprender”.
Ezequiel reflexiona sobre la nueva puerta que el juego le abrió y explica: “El ajedrez me dio mucho a mí. Me ayudó a crecer como persona y a pensar con estrategia. Es un deporte que me sirvió mucho para ejercitar mi mente y eso me ayudó a que me vaya muy bien en la escuela”.
El Programa de Verano “Los derechos de la niñez no se toman vacaciones” de la UNLa es una iniciativa socioeducativa, recreativa y cultural que se lleva adelante todos los meses de enero desde el año 2000 para fomentar la integración a la educación de chicos y chicas de instituciones barriales.
A estudiar
Por estos días, el ajedrez ya no es la única prioridad en la vida de Ezequiel. “El lunes tengo que ir a la universidad, a buscar los apuntes y averiguar la fecha del examen de ingreso”. Tiene decidido rendir, aprobar y estudiar la licenciatura en Economía Empresarial y piensa llevar adelante ambas actividades en paralelo, el ajedrez y los estudios.
Ezequiel será la primera generación de universitarios de su familia. Ni sus padres ni sus hermanos, nadie antes que él accedió a la educación superior. Si aplica las capacidades de concentración, decisión, estructuración del pensamiento y resolución de problemas que adquirió frente al tablero, en la vida universitaria corre con ventaja. Consciente de eso, a Ezequiel le importa "que los chicos tengan dónde jugar y que jueguen".