El mercado festejó el triunfo del Gobierno en las elecciones de medio término. La bolsa porteña subió ayer 3,0 por ciento y las empresas argentinas que cotizan en la bolsa de Nueva York marcaron incrementos por arriba del 8 por ciento. El dólar bajó 9 centavos para ubicarse en 17,68 pesos y el riesgo país marcó un descenso del 2,3 por ciento. No existe consenso entre analistas acerca de cómo será la evolución del modelo económico en los próximos meses. Algunos apuestan que habrá un ajuste algo más acelerado de los desequilibrios macroeconómicos, con recortes del gasto público y un tipo de cambio más alto, mientras que otros advierten que el esquema de dólar bajo, endeudamiento para sostener el desorden fiscal, la fuga de capitales y el rojo de la cuenta corriente durará al menos hasta 2019. Otra discusión que no se encuentra salada es si el próximo año se podrá sostener el ritmo de crecimiento económico.

Inversores locales y extranjeros venían adelantando hace semanas el resultado electoral, provocando una nueva apreciación del tipo de cambio, un boom de compra de Lebacs y un avance exponencial de las acciones en la bolsa, que desde que asumió el Gobierno de Macri ya acumularon un alza del 85 por ciento en dólares. Ayer algunas de las empresas que más aumentaron en la bolsa porteña fueron  Banco Macro (8,0 por ciento), Cresud (6,4 por ciento), Telecom (6,3), Comercial del Plata (6,3), Agrometal (5,5) y Grupo Financiero Galicia (5,2). El monto negociado en el MerVal sumó un pico de 1224 millones de pesos, un 28 por ciento más que el viernes pasado. En cuando a las subas en Wall Street, se destacó el avance del 8,4 por ciento de IRSA, del 5,9 por ciento de Supervielle, del 5,8 de Petrobras Argentina y del 5,3 de YPF.

Los informes que circularon en la city de las principales agencias de bolsa marcaban que hay optimismo respecto de la posibilidad que el próximo año el país sea incluido en la categoría de país emergente. Eso le posibilitaría a muchos fondos institucionales del extranjero comprar activos locales, lo cual hoy no pueden hacer por temas de regulación que les impiden adquirir instrumentos de países fronterizos. Pero no todos los análisis se enfocaron en este punto. Algunos consultores e incluso bancos de inversión globales se concentraron en la necesidad de que el país acelere sus reformas pro mercado para que efectivamente sigan ingresando inversiones financieras. 

En el análisis de los fundamentos de la Argentina se muestra una economía con el equivalente a 25 mil millones de dólares de déficit fiscal, con 20 mil millones de dólares de déficit de cuenta corriente, con fuga de capitales de 30 mil millones de dólares al año (computando salida de divisas por ahorro y turismo) y con un nivel de endeudamiento externo que avanza en torno a los 40 mil millones de dólares por año. Los economistas del mercado remarcan la necesidad de avanzar en un recorte del gasto público, del cual 8 de cada 10 pesos se destinan a jubilaciones y salarios. Todos plantean la necesidad de resolver los desajustes de la balanza comercial, que en la actualidad arroja un desequilibrio de 800 millones de dólares por mes. Pero no todos se ponen de acuerdo en cómo lograrlo. Algunos mencionan que es necesario aumentar la cotización del tipo de cambio, que volvió a ubicarse en una paridad real idéntica a la de 2001, en tanto que otros indican que no se puede intervenir en el valor que fija el mercado y festejan que se mantengan elevadas las tasas de interés en pesos.    

Lo que existe detrás de estos debates entre los consultores del mercado es una disputa de intereses entre sectores que obtuvieron importantes ganancias a partir de 2015 y que buscan continuar incrementando sus beneficios. La banca y el complejo agroexportador fueron las actividades que registraron la mayor rentabilidad gracias a la desregulación financiera y cambiaria promocionada el año pasado. Pero que ahora pelean por modelos económicos y de país divergentes. Los bancos privilegian una economía con altas tasas de interés, con el negocio de la bicicleta financiera apuntalando sus balances. El campo busca que suba del tipo de cambio para obtener rentabilidad extraordinaria por la venta al exterior de la cosecha y la caída de sus costos en dólares.