Desde Roma
Tres encuentros oficiales en un día, ninguna declaración a la prensa acreditada en el Vaticano, y luego una entrevista concedida al canal televisivo Canale Quattro, del grupo berlusconiano Mediaset (ver aparte), en la que se explayó sobre el particular credo que profesa (católico, pero un poco judío), y otras creencias más terrenales: su profundo desprecio por el Estado, el socialismo como "enfermedad del alma", el comunismo (que también asegura haber visto por sus tierras) como "problema mental", entre otros versículos de su acostumbrada prédica. Concluyó así la visita de Javier Milei a Roma, adonde llegó el viernes pasado proveniente de Israel, para asistir también a la canonización de la primera santa argentina, Mama Antula, que se hizo el domingo en la basílica de San Pedro del Vaticano. Eso en lo formal. Simbólicamente, fue un modo de dejar atrás, con una serie de demostraciones públicas de cercanía (abrazo fuera de protocolo incluido), las inéditas agresiones que el Presidente había vertido en campaña hacia la máxima autoridad de la Iglesia, incluida la de "representante del Maligno en la tierra". Ahora, asegura, "reconsideró su opinión del Papa", que pasó a ser para él "la persona más importante de toda Argentina". Del lado Papal, fue una forma de encauzar una relación, buscando hacer foco en la urgente agenda social.
La primera reunión de ayer fue con el Papa Francisco en la biblioteca del Palacio Apostólico y luego con el secretario de estado vaticano, cardenal Pietro Parolin. Francisco recibió al mandatario argentino en una audiencia privada. Los siguientes encuentros fueron con el presidente de Italia, Sergio Mattarella, y luego con la primera ministra Georgia Meloni, que lo recibió en Palacio Chigi, sede de la presidencia del Consejo de Ministros.
Milei se presentó en el Patio de San Damaso del Vaticano, por donde debía ingresar al palacio que lo conducía a la audiencia con el Papa, a las 8.58 de la mañana, casi 15 minutos más tarde del horario previsto. Bajó de un auto gris que lo conducía y fue recibido por el regente de la Casa Pontificia, Monseñor Leonardo Sapienza. De otros autos fueron bajando los demás miembros de la delegación que acompañaban al Presidente, entre ellos su hermana y secretaria de la presidencia Karina Milei, la canciller Diana Mondino, y el recientemente nombrado embajador ante Israel, el rabino Axel Wahnish.
Perdón divino y gesto santo
La audiencia con el Papa duró poco más de una hora, según fuentes periodísticas vaticanas. Extraoficialmente se supo que lo conversado, principalmente, giró en torno a la situación social del país. Y que hubo una invitación formal al Papa a viajar a la Argentina, sin definición en la respuesta. En el entorno de Francisco afirman que la única manera de interceder por los desposeídos, es a través de una relación que, en principio, exista, y luego continúe de la mejor manera posible.
El Santo Padre le regaló al presidente un medallón de bronce inspirado en el Baldaquino de San Pedro, esa suerte de techo con cuatro columnas que decora el centro de la basílica y que fue diseñado y construido por el gran artista Gian Lorenzo Bernini en el siglo XVII. También le regaló algunos volúmenes con documentos papales y su Mensaje para la Paz de este año. De parte del presidente, Francisco recibió un sello dedicado por el correo argentino a Mama Antula y una copia del documento de 1854 con el que el gobierno argentino acreditaba a Juan Bautista Alberdi como encargado de negocios ante el Papa. A esto se agregaron algunas cajas de alfajores y galletitas de limón.
El encuentro con Parolin duró aproximadamente una hora también. Milei salió del Palacio Pontificio a las 11.40. Más de 30 periodistas de varios países lo estaban esperando en el Patio de San Dámaso, confiados en que, como es de uso, haría alguna declaración. Pero el mandatario ni miró a la prensa y entró al auto que lo esperaba, sin decir nada. Lo mismo sucedió con el resto de la comitiva. Algunas horas más tarde, el unánimemente cuestionado secretario de Culto, Francisco Sánchez, que formaba parte de la comitiva de Milei, declaró que el encuentro entre el Papa Francisco y el presidente Milei “tuvo aspectos sorprendentes” y que, en un particular ranking, “todo se desarrolló de modo muy superior a la media": "Hubo un modo muy cordial, con mucha simpatía, con mucha amistad entre los dos y duró más de una hora, tiempo que generalmente no se concede a las delegaciones internacionales recibidas por el Pontífice”, explicó.
La Santa Sede emitió un comunicado poco después, confirmando que se había realizado el encuentro con el Papa y con Parolin, quien había estado acompañado además por Monseñor Paul Richard Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales. Pero el comunicado informó sobre las conversaciones con Parolin, no con el Papa. “Durante las cordiales conversaciones en la Secretaría de Estado -dijo el comunicado-, se expresó satisfacción por las buenas relaciones entre la Santa Sede y la República Argentina y el deseo de reforzarlas aún más. A continuación, se detuvieron en el programa del nuevo Gobierno para enfrentar la crisis económica”. Y luego “se abordaron varios temas internacionales, en particular los conflictos actuales y el compromiso por la paz entre las naciones”, concluyó el texto.
El comunicado oficial no indicó nada parecido a lo que Milei aseguró al único medio argentino con el que accedió a hablar (Infobae), respecto a que el Papa se habría mostrado “satisfecho por el programa económico y su contención social”.
Durante el encuentro, el gobierno argentino presentó la documentación del nuevo embajador ante la Santa Sede que deberá aceptar el Vaticano. Se trata del diplomático de carrera Pablo Beltramino, que hasta ahora era embajador en Vietnam, y que antes fue subsecretario de Política exterior, durante el gobierno de Mauricio Macri. La sede diplomática argentina ante la Santa Sede había quedado vacante desde hace algunos días porque el presidente decidió sustituir, como hizo con otros diplomáticos, a la embajadora y diplomática de carrera María Fernanda Silva.
Con Mattarella y Meloni
El encuentro con Mattarella fue breve, definido por fuentes oficiales como un encuentro “informal, de cortesía y conocimiento”. Se habló de las relaciones entre la Unión Europea y el Mercosur, un tema que tensionó las relaciones bilaterales durante el gobierno de Alberto Fernández. Es que la Argentina venía trabajando para modificar el acuerdo que habían consensuado Mauricio Macri y Jair Bolsonaro, por los aspectos que perjudicaban a la industria local. El gobierno libertario, ni bien fue electo y ya antes de asumir, avisó que volvería a la letra del acuerdo. Se sumó a esta reunión, que duró una media hora, el ministro de Asuntos Exteriores y de la Cooperación Internacional de Italia, Antonio Tajani.
Por la tarde se concretó el encuentro entre Milei y la presidenta del Consejo de Ministros o primera ministra, Georgia Meloni. Se los vio muy sonrientes al saludarse. La ministra había organizado una bienvenida oficial para el presidente argentino, recibido en el patio interno del Palacio Chigi con una orquesta militar que tocaba el himno italiano.
Un comunicado de la oficina de prensa de Meloni precisó que los mandatarios habían recordado las relaciones culturales que ligan a Italia y Argentina y que el diálogo se concentró en la común voluntad de reforzar las relaciones bilaterales a partir de la cooperación económica en sectores estratégicos como la energía, las infraestructuras y la agricultura. Se discutió además sobre la situación regional concordando sobre la necesidad -teniendo presente que Italia será la presidente del G7- de una estrecha coordinación entre el Grupo de los 7 con el G20 del que forma parte Argentina. Como conclusión y para dar un signo más de cercanía cultural, Meloni recordó la próxima llegada a Buenos Aires de la nave escuela militar italiana Amerigo Vespucci.
Mientras se realizaba este encuentro, un grupo de seguidores de Milei, que levantaban una bandera argentina, se habían colocado a algunos metros de la puerta del palacio Chigi y gritaban: “Milei, Milei! Viva la libertad!”. No parece una casualidad que otro grupito de seguidores de Milei estuvieran también en la puerta de la embajada argentina ante el Vaticano, ubicada en la calle Via della Conciliazione que conduce hasta San Pedro. Y con ellos Milei decidió sacarse una foto, bajándose para eso del auto que lo conducía a la audiencia con el Papa.
Aparte de los encuentros del presidente argentino, la Confindustria, la mayor organización de industriales de Italia, ha establecido para el martes un encuentro de representantes políticos y de empresas de ambos países. Entre los participantes, los dos ministros de Exteriores, el italiano Tajani y la argentina Diana Mondino. Pero también dirigentes de empresas italianas y unos 40 empresarios argentinos, 30 de los cuales llegaron a Roma con agenda propia, y otros que participarán por videoconferencia. Entre ellos Daniel Funes de Rioja de la UIA, Javier Bolzico presidente de la Asociación de Bancos Argentinos, Adelmo Gabbi, presidente de la Bolsa de Comercio, Marcos Pereda, vicepresidente de la Sociedad Rural, y empresarios muy cercanos al armado del actual gobierno, entre otros Alejandro Elsztain, de IRSA, Marcos Bulgheroni, de Pan American Energy, Cristiano Rattazzi o Carlos Ormachea, del Grupo Techint.