Más allá de los artificios lógicos del encuentro con el Papa Francisco, en el viaje del presidente Javier Milei a Roma la recesión que opera en Argentina fue tema central. El contingente de empresarios que lo acompañaron marcaron la preocupación por la duración y los alcances de la crisis, además del efecto inflacionario y la situación del empleo. Lo curioso es que nunca pudieron expresarle el asunto al primer mandatario, porque en los tres días de estadía sólo tuvieron la chance de verlo, a lo lejos, en la misa en la basílica de San Pedro.
En ese contexto, fue la Canciller argentina, Diana Mondino, quien ofició de guía turística de los ceos y recibió comentarios, aunque no evacuó dudas. "Diana está muy confiada en que salimos", contó a PáginaI12 uno de los empresarios que viajó. Ese mismo hombre de negocios detalló, sin embargo, que "en el Gobierno no están muy preocupados por la actividad y los salarios, sino porque salga el DNU". Durante el periplo, Mondino habló casi exclusivamente de la estrategia para defender ese punto, caída la Ley Ómnibus, pero no supo explicar hasta dónde llegará el congelamiento de la economía.
Los datos para ver ese escenario sobran y también se pusieron sobre la mesa en las charlas en Roma: a los diagnósticos que recibió de CAME y la UIA, se sumaron los números del último informe del IAE Business School, que encuestó a casi 300 empresas pyme, 11 por ciento de las cuales garantizaron que por la crisis despedirán trabajadores, mientras que casi un 30 por ciento contestó que muy probablemente lo hagan. En síntesis, en sólo dos meses, más de 5 de 10 empresas chicas están dispuestas a echar trabajadores, el último recurso de toda crisis; la inflación se disparó aún más arriba de la dinámica que tenía y la actividad mostrará un congelamiento en tiempo récord.
El arco de convidados a la gira fue variopinto y no hubo un sólo sector que dijera que no se viene una crisis larga. Entre los ceos destacaron los jefes del Grupo de los Seis (G-6), Adelmo Gabbi (Bolsa), Daniel Funes de Rioja (Unión Industrial); Gustavo Weiss (Construcción); Mario Grinmann (Cámara de Comercio), Javier Bolzico (ADEBA) y Marcos Pereda Born (que asistió como vice de la Rural, en reemplazo de Nicolás Pino). Este último también fue parte del corrillo informativo porque se lo empezó a mencionar como reemplazo de Fernando Vilella, actual secretario de Bioeconomía del gobierno de Milei y hombre en tensión dentro del gabinete.
También fueron de la partida Carlos Ormachea, de Tecpetrol, la petrolera de Techint; Gonzalo Tanoira, el dueño de Citrícola San Miguel y militante mileísta; Martín Rappalini, titular de la UIA Bonaerense; Alejandro Elsztain, sobrino de Eduardo, dueño de IRSA; el petrolero Marcos Bulgheroni y el jefe de las pymes de CAME, Alfredo González. Fue precisamente él uno de los que avisó que la recesión le está pegando un golpe duro a la economía real. Otro industrial de la UIA, en esa misma línea, le sugirió a Mondino una especie de "contención" a los sectores pymes vinculados al consumo. "Es palabra prohibida ésa", respondió la canciller, en línea con los pedidos de Milei de liberar la actividad privada.
A decir verdad, el Gobierno se empezó a dar cuenta hace unos días que la disparada de precios está haciendo estragos en las ventas y decidió, de manera intempestiva, salir a reflotar controles. Fernando Blanco Muiño, secretario de Defensa del Consumidor, estableció un sistema para evaluar costos de alimentos básicos. "Están muy preocupados, pero lo dicen poco", se sinceró otro empresario ante este diario. Lo curioso es que fue el propio gobierno el que decidió liberar precios y devaluar, todo a la vez. Y ahora vuelve sobre sus pasos para tratar de frenar la avalancha con dos o tres bolsas de arena.
Tinder de bajo vuelo
Junto a Mondino, los empresarios hicieron una visita a la Confederación General de la Industria Italiana, donde compartieron experiencias con sus pares de ese país, y Mondino se entusiasmó con "armar un Tinder entre empresarios argentinos e italianos". En esa reunión, Funes de Rioja habló y mostró que, en los papeles, la alianza comercial con Italia es menos que simbólica. El intercambio representa 2500 millones de dólares anuales, la mitad de lo que liquida la agroindustria en un mes normal, y a la vez "Italia ocupa el puesto 20 como destino de nuestra exportaciones y el 10 como origen de las importaciones", según contó Funes.
Las malas lenguas cuentan que varios ceos se bajaron del contingente, a sabiendas de lo infructuoso de la visita. Uno de ellos fue Hugo Sigman, avisado del poco peso que tendría la gira y que no habría acceso al Presidente, decidió no viajar y envió a un representente del Grupo Insud que reside en España.
"Quédense tranquilos que con el DNU van a caer más regulaciones, que los perjudican a ustedes, y a la vez estamos trabajando mucho en la macro", le avisó Mondino a un industrial grande, que le marcó que en su rubro se está viniendo a bajo "de manera dramática la demanda". Lo paradójico de los empresarios es que, aún en este contexto, todos los presentes salieron a bancar el ajuste fiscal, y culpan a esa "decisión necesaria" por la caída de la actividad. Es complejo para el ojo común pero, como el gobierno de Milei, hay ceos en Argentina que —aún con la evidencia histórica a la vista— creen que lo que facilita negocios es la decisión del Estado de sacarles controles, no el crecimiento económico en sí mismo.
En una charla particular, un empresario le preguntó a Mondino sobre la dolarización, otro de los temas de agenda. Confirmó que se está trabajando, pero no dio precisiones. "Mirá que no es el 1 a 1, si entrás, no salís", le dijo el ceo, pero la Canciller, como buena parte del Gobierno, navega en los discursos múltiples de un gabinete económico sin cabeza y sin detalles, por lo cual no tuvo forma de contrastar la pregunta.