La ruidosa caída del “proyecto de ley ómnibus” en el Parlamento, luego de cacerolazos en todo el país, de un paro con una gran movilización nacional, de la participación crítica de más de 200 organizaciones de la sociedad civil durante su tratamiento en comisiones; todo lo cual fue inficionado por la represión a las manifestaciones populares desplegadas fuera del recinto, representó una fuerte derrota para el gobierno nacional. El fracaso impactó en el corazón de su estrategia, tanto económica como política, ya que lesiona su temerario plan de desguace y venta del patrimonio público, junto a un cruel y violento arrasamiento de los derechos sociales y culturales logrados desde los inicios del siglo XX y los 40 años de nuestra democracia.
Desde el minuto uno el Congreso todo, incluyendo a amigables y a enemigos; estaba acusado de casta corrupta que se “merecía” un repudio simbólico ostensible. De allí que el Presidente electo decidió darle la espalda al Congreso en la asamblea legislativa. Surge entonces un interrogante obligado ¿cómo ponderará al Parlamento, luego que le infligiera una grave derrota política? Y consecuentemente, ¿cómo se propone actuar con esa… “mugre de la política”? Si bien sus enemigos privilegiados de “la casta” son los kirchneristas a los que hay que eliminar, ahora también ingresaron al purgatorio una buena parte de los radicales, algunos díscolos del bloque que lidera Pichetto, e inclusive muchos gobernadores tanto propios como extraños.
Mientras tanto el poder real está lanzado impúdicamente al saqueo aluvional que le ofrece la ultra derecha, de allí que decidió apoyarlo explícitamente subiéndose en masa al avión rumbo al vaticano. Desde Roma, Milei actualizó su doctrina señalando: “no estoy dispuesto a hacer política de manera mugrosa, corrupta y perversa”. El final lastimoso de la ley podría inducir a pensar que su origen e invención se generó en algún laboratorio arltiano, como aquel de los “7 locos”. Aunque está comprobado que en realidad salió de los estudios jurídicos y contables de las corporaciones. Fueron vanos los intentos de Pichetto y algunos otros, quienes desde su pragmatismo, siempre están dispuestos a salvarle la ropa al macrismo ahora integrado al mileismo.
Otro punto insoslayable del análisis es la unidad lograda por el bloque de Unión por la Patria, el más grande la Cámara, a pesar de la defección del jaldismo tucumano, que a la postre le resultó inservible. A pesar de la frustración, el Presidente se sostiene en su propósito desde su pertinacia y a pesar de que insulta y desprecia a sus pretendidos aliados amigables y dialoguistas; pondera que estuvo muy cerca de lograrlo ya que 149 legisladores / as votaron en general su engendro antidemocrático, afanosos por “defender la gobernabilidad”.
Como es sabido, los principales interesados por conservar el statu quo son siempre sus verdaderos dueños: el poder económico. Así es que la gobernabilidad quedó expuesta, de allí que los editorialistas de la prensa adicta, ahora integrados a la aventura de la ultra derecha populista, “sugieren” que amplíe su dañada base de sustentación asociándose con sus congéneres ideológicos del macrismo, a pesar de que la imagen de su líder ante la sociedad sigue por el piso. Los teóricos de ese círculo rojo, ya bastante ennegrecido; reelaboran nuevas tácticas para favorecer una gestión que más rápido de lo establecido por los manuales comienza a crujir y a exhibir agrietamientos muy peligrosos para ellos.
Se llega a esta situación por dos notorias causas concurrentes: el proyecto político económico del triunfador en las elecciones ataca en términos económicos sociales y culturales a la gran mayoría de la sociedad, agravando la vida de los núcleos más humildes, de los trabajadores y las clases medias. Su fanatismo pro mercado deriva inevitablemente en una agresión a la esencia de los valores y el sistema democrático y a todo lo que lo expresa y materializa; tanto en la organización institucional como en las relacionales políticas, parlamentarias, los sectores sindicales, sociales, el mundo de la cultura, etc. En este sentido, el aislamiento del Presidente es muy rápido e incluye a sus ministros, algunos de ellos ignotos e inoperantes, y otros gastados por anteriores fracasos. Resulta ya demasiado vulgar y tendenciosa la voluntad de ocultar al otro gran determinante: el crecimiento de la oposición social y cultural. Su punto culminante fue el paro y acto en todas las ciudades del país el 24 de enero. La movilización de millones de hombres y mujeres del pueblo a solo 45 días del nuevo gobierno demostró la enorme capacidad de respuesta de la ciudadanía, cuando siente y percibe que sus derechos sociales y políticos son avasallados. La amplia unidad sustentada en las organizaciones sindicales (la CGT y la CTA), junto a los movimientos sociales; catalizó la notable reacción de la cultura, del mundo de la ciencia y la tecnología, de los movimientos barriales, los feminismos, etc.
Todo indica que la reacción popular irá creciendo en la medida que el plan económico de Milei, Caputo, Sturzenegger y Macri, sustentado en su viga maestra ideológica de la “inevitabilidad del ajuste doloroso”, vaya exhibiendo sus graves consecuencias para la vida del pueblo y la nación. El Presidente ya reafirmó que lo cumplirá, sea como sea: “si no me aprueban la ley en el parlamento lo haré por decreto”. Esa posibilidad existe en términos reales por la vigencia del DNU, de forma tal que ya derrotada la ley del oprobio, se avecina la lucha frontal contra el decreto por recuperar la vigencia de los valores democráticos. Resulta necesario ponderar que la crisis del gobierno, no necesariamente se corresponde con la percepción del electorado, que depositó sus expectativas en el “cambio contra la casta”. No existe tal conexión ni automaticidad entre un fenómeno y otro, que algunos esperan ansiosamente. Lo que sí se palpa en la vida cotidiana es el deterioro de la imagen de invencibilidad, lo insustancial de la verborragia agresiva, cada vez más contrastante con la sensación del día a día que se vive por el brutal ajuste de salarios y jubilaciones y los aumentos irrefrenables de los precios cuyos culpables son los de siempre: las corporaciones empresarias, a pesar de que Milei las considera “grandes héroes”.
* Secretario general del Partido Solidario. Director del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini