Desde Barcelona
UNO La saltarina canción se llama “Stuck in the Middle with You”, es de 1973, y fue compuesta e interpretada en su álbum debut por el dúo de folk-rock escocés Steelers Wheel, integrado por Joe Egan y Gerry Rafferty. El single –que en su tiempo vendió más de un millón de copias– es muy bueno. Y obtuvo comentarios elogiosos de Bob Dylan, Paul McCartney y Paul Simon y sonaba un poco como a ellos tres juntos. Y se refería a uno de los temas constantes en Rafferty: las taras de la despiadada industria discográfica para con el sensible artista que no puede entender cómo llegó allí y mucho menos cómo hacer para salir. “Stuck in the Middle with You” volvió a lo más alto en 1992 cuando Quentin Tarantino la utilizó en Reservoir Dogs como música de fondo ideal para bailotear y cortar oreja de policía, ¿me oyes?, ¿puedes oírla?
DOS Y ahora Rodríguez no puede sacarse del oído interno a “Stuck in the Middle with You”. No puede dejar de silbarla, de tararearla y de repetir una y otra vez esos versos donde se cuenta y canta que hay “Payasos a mi izquierda, jokers a la derecha / Y aquí estoy / Atascado contigo en el medio”. Y es que así está Rodríguez: atascado entre payasos y jokers. Con tantos otros en el medio. Preguntándose dónde está Gila, que no era payaso ni joker sino humorista, y que no enunciaba disparates individualistas sino muy bien armados monólogos pero con absurdos tramos estilo “Que se ponga y me explique si declaró o no la independencia”. Así, Rodríguez como atorado en las pistas concéntricas de un circo en función continuada. Y no le parece casual que muchos de los que allí “actúan” tenga caras como de clowns que llevan mucho en lo suyo y que, aunque desmaquillados, mantienen esos ojos y narices y bocas perfectas para el tortazo y la carcajada y la perorata sin sentido y el diálogo de sordos y hago que me caigo pero me levanto y tu te independizas y yo te intervengo y te apunto y me apuntas no en un mexican sino en un catalan standoff entre artículo 155 (número que se agotó en la lotería) y plenos mermados y elecciones anticipadas o no. Con los ciudadanos de mal pie de rehenes entre uno y otras. Y ja-ja-já y la sospecha cada vez más certera de Rodríguez en cuanto a que los payasos y los jokers se están riendo de uno. Y que no causan risa sino ganas de llorar. Y que dan más miedo y tienen mejor y más afilada dentadura que el Pennywise de It. Y que, sí, ellos flotan mientras uno se hunde. Y se ahoga.
TRES Y hubo un tiempo en que uno drenaba mejor todo esto. O tal vez, piensa Rodríguez, uno era más joven –su adolescencia durante El Destape y La Movida– y padecía menos fatiga de materiales y aún no había acumulado tanta mierda en las cañerías y arterias de su cuerpo y alma y mente y corazón.
A esta altura de su vida, Rodríguez más que ser independiente de todo querría poder ser dependiente de algo, confiar en que alguien se hará cargo de él porque ¿uno no votaba para eso? Ahora, en cambio, hay que hacerse cargo de los políticos y Rodríguez está más cansado que Ray Donovan cada vez que oye sonar su congestionado teléfono móvil. Y Rodríguez (los deja grabando para consumirlos y consumirse en largos trasnoches) está completamente enganchado a todas las cada vez más largas en horario y en especiales (todas las semanas hay un “Especial Cuenta Regresiva” en plan episodio de 24) tertulias políticas televisivas con invitados a la Izquierda o a la Derecha, pero siempre hacia las profundidades abisales donde ya no llega la luz ni la cordura. Todos aullando sobre presos políticos o políticos presos o gobiernos en el exilio en Perpignan o acciones populares contra los bancos o las idas y vueltas del bolchevismo-chic de la oligarquía local o Franco o franquicia o el sonrojante y mentiroso y sollozante y postverdadero video Help Catalonia / Save Europe. Y –aunque los acontecimientos parezcan precipitarse, todo está como suspendido en el aire– Help Rodríguez no quiere perderse detalle. Porque la clave está en los detalles y –por levantarse a buscar una cerveza– el martes 10 Rodríguez ya se perdió la proclamación/suspensión de la República Relámpago. Y, para cuando volvió de la cocina, Rodríguez no entendía nada. Y se preguntó si había estado en coma o sufrido un mini ictus y habían pasado días o semanas o meses o años o, por lo menos, algunos minutos u horas y no, apenas, ocho segundos. Ahora, en cambio, está ahí, al pie de la pantalla: en el momento en que Rajoy anuncia que comienza el 155 y –si Puigdemont no convoca él mismo a las elecciones y sí la independencia– se dispara la cuenta regresiva rumbo a la Zona Cero o para volver a “la normalidad”. ¿Pero hay alguien allí fuera que sepa o se acuerde de qué era o sería eso de la normalidad?
CUATRO Y Rodríguez –quien también es muy aficionado al testeo de todo corrosivo y burbujeante producto líquido o gel o en polvo para el destape de cañerías– contempla todo como hipnotizado aferrado a una sopapa. Porque no importa el innovador producto o vistoso envase: Rodríguez jamás ha podido abandonar a su primera y primaria y básica pero eficiente sopapa. Su Excalibur en Camelot y su cetro de Ottokar y su varita para Hogwarts. Nada como ella. Sopapa es el femenino de sopapo; y Rodríguez escucha gritar a los tertulianos. Y les grita a ellos, sopapa en alto, mientras una parte de su cerebro continúa con “Stuck in the Middle with You” cantando que “Bueno, no sé porque vine esta noche / Tengo la sensación de que algo no anda bien”. Y después lo de los payasos y los jokers y, al final del estribillo, con voz aguda y gimiente, se repite ese “Pleeeeeeease”.
CINCO Desbandado Steelers Wheel, Gerry Rafferty alcanzó en 1978 fama y fortuna a solas con “Baker Street”, donde destacaba unos de esos típicos solos de saxo tan setenteros. El tema, otra vez, era la soledad del artista en un paisaje que no lo comprendía. El tono allí era nada festivo y muy melancólico y la canción continuaría redituándole a Rafferty unos 125.000 dólares en royalties al año hasta el final. Antes, Rafferty tuvo problemas muy graves con el alcohol, pero siguió grabando grandes canciones con títulos, para Rodríguez, más que pertinentemente alusivos al aquí y ahora catalán como “Take the Money and Run”, “Get It Right Next Time”, “Sign on the Dotted Line”, “Wasting Away”, “Sleepwalking”, “Can I Have my Money Back?”, Don’t Count Me Out”, “Half a Chance”, “So Bad Thinking”, “Don’t Close the Door”, “Tired of Talking”, “A Dangerous Age”, “The Land of the Chosen Few”. Entre ellas destaca una desolada obra maestra a la que Rafferty consideraba su cumbre como songwriter: “The Right Moment”. Allí, acompañado por un piano elegíaco, Rafferty, todavía atascado en el medio, pero ahora muy solo, cantaba: “Girando en otra rueda, dando vueltas en cámara lenta / Atrapado en otro sueño, flotando en un océano triste / Cuándo te darás por vencido para despertarte a la realidad / Puedes tener una mejor vida / Sólo estás esperando por el momento correcto”.
Cansado de esperar, Rafferty –más o menos olvidado, pero muy admirado por los que lo recordaban– murió en 2011 a los 66 años de edad.
En su funeral, alguien cantó “The Right Moment” y ahora la canta Rodríguez, pensando en que a ver si así se saca de encima y de adentro a “Stuck in the Middle with You”.
Pero va a ser difícil desatascarse solo. Y dónde fue que dejó su sopapa. Mientras la busca, en la tele, alguien vuelve a preguntarle a alguien si Catalunya ya es independiente o no. Y ese alguien no contesta y sonríe pícaro.
“Tal vez cortándole una oreja...”, piensa Rodríguez.