La comunidad científica realizó esta mañana una nueva movilización al Polo Científico-Tecnológico, precisamente, al edificio donde se concentran las autoridades del Conicet. Organizada por la Red de Autoridades de Institutos de Ciencia y Tecnología (Raicyt) --que nuclea a 300 directivos del país-- y acompañada por diversos colectivos como Jóvenes científicos precarizados y ATE, marchó bajo la consigna “Sin becas no hay ciencia”. Reclaman a Daniel Salamone, titular del Consejo escogido por Milei, y al jefe de Gabinete, Nicolás Posse, la continuidad de las 1600 becas que el organismo debía otorgar y finalmente no hizo. "Así como no hay equipo de fútbol sin semillero; no hay ciencia sin becarios/as", expresaron los organizadores.
La acción de recortar las becas se justifica bajo el pretexto de reducir el déficit fiscal. Sin embargo, el gasto que el Estado realiza para promover el trabajo de los jóvenes investigadores equivale al 0.008 por ciento del PBI: una suma nimia que no modifica ningún cálculo. Un ejemplo que permite afirmar, una vez más, que toda decisión económica es, en el fondo, una decisión política. “Estamos insistiendo con el reclamo porque al día de hoy no tenemos confirmación de absolutamente nada. Las becas ya están evaluadas, deberían haber sido notificadas el 12 de enero y no sabemos nada. No hay partida presupuestaria asignada ni tampoco se ha publicado el orden de méritos”, explica Jorge Geffner, director del Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y SIDA del Conicet. Luego completa: “Deberían comenzar el 1° de abril con el trabajo. La verdad es que las personas afectadas tendrían que conocer cuál es su situación, porque de lo contrario se tienen que buscar otro trabajo”.
Alan Adamczyk, becario del Inbirs, cuenta la situación en primera persona. “Ya no es incertidumbre, sino preocupación. No tenemos novedades y no sabemos hasta cuándo vamos a seguir sin información. Con lo cual, empezamos a asumir que las becas no van a salir. En nuestro Instituto, somos seis o siete que estamos exactamente en la misma situación. Después de abril, definitivamente voy a tener que buscar otro trabajo y al mismo tiempo tratar de terminar la tesis doctoral que ya está en curso”. Luego continúa: “Fue una decisión brusca, de repente nos quedamos sin nada. Tenemos un ritmo de trabajo enorme, me paso en el laboratorio de 12 a 14 horas por día”.
María Navarro, biotecnóloga de la Universidad Nacional de Quilmes y otra de las 1600 personas que espera la comunicación de los resultados, relata: “Pretendía seguir formándome. Idealmente quería seguir con una investigación de doctorado, soy primera generación de graduados en mi familia. No estaba en mis planes buscar trabajo en la industria o irme a otro país; de hecho, estaba muy ilusionada con seguir en el mundo científico. Los resultados hace un mes que no salen y el sistema no da respuestas. Tengo que ver qué hago con mi vida”. Como en 2016, en pleno macrismo, los científicos se reúnen, vuelven a explicar por qué es importante hacer ciencia y de qué manera sus esfuerzos contribuyen a un modelo de desarrollo de país inclusivo. Es recursivo, pero real.
La becaria Bianca Mazzitelli comenta su caso. "Es una situación que se vive con mucha angustia. El panorama que tenemos hasta el momento no es nada bueno. Es difícil porque no sabemos si vamos a poder continuar con nuestras líneas de investigación, ni si vamos a mantener nuestros trabajos. En el día a día nos vamos enterando de malas noticias".
Futuro de incertidumbre
Para poner en contexto, cada año el Conicet selecciona profesionales y les otorga una beca para que puedan seguir especializándose. Quienes son escogidos desarrollan un proyecto científico de forma exclusiva y se forman bajo los más altos estándares de calidad en las diversas disciplinas. El 17 de julio pasado se abrió la postulación a estas becas, pero las autoridades no presentaron los resultados. De esta manera, los jóvenes investigadores desconocen su futuro y ya evalúan opciones en el exterior. De la misma forma que sucedió en otras épocas neoliberales, la fuga de cerebros vuelve a perfilarse como una opción.
En este marco, más allá de la no publicación del orden de mérito de las personas que obtuvieron sus becas, la Raicyt solicita la difusión de las promociones en la Carrera del Investigador Científico y Tecnológico. Es decir, la jerarquización obtenida por diversos investigadores e investigadoras que ya forman parte del Conicet y que no fueron ascendidos. También piden por la reincorporación del personal administrativo despedido, las actualizaciones salariales en todos los casos y el giro de fondos para garantizar el funcionamiento de la institución.
Al respecto, Geffner amplía: “Esta situación de incertidumbre de los becarios se suma al despido de 49 personas contratadas y al presente de los 1200 empleados administrativos de Conicet, cuyo contrato originalmente expiraba en diciembre y ahora se acotaron los tiempos y termina en marzo. Hay institutos que, al no recibir ningún tipo de fondo, tienen dudas si en las próximas semanas podrán abrir sus puertas porque hay que pagar seguridad, luz, gas”.
Los científicos volvieron a autoconvocarse este miércoles en coincidencia con la reunión del directorio del Conicet. Vale destacar que aunque la lucha se concentra en este organismo --la institución gubernamental de ciencia más prestigiosa de Latinoamérica-- también se visibilizan reclamos similares realizados desde otros espacios que componen el sistema de CyT. Es el caso de los jóvenes científicos de la UBA que desconocen cuál será el futuro de las UBACyT (las becas que promueve la Universidad); o bien, los empleados estatales de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación, que a la fecha no recibieron los aumentos de la paritaria estatal.
Milei, el Papa y España
Tal como refiere Karina Micheletto en su nota, el reclamo de los científicos del Conicet llegó al Vaticano. Fue en ocasión de la visita que el presidente realizó al Papa, a la que también asistió Walter Delrio, especialista en historia de pueblos originarios. Delrio es uno de los investigadores que tuvo a su cargo el peritaje histórico de la causa que llevó primero a la beatificación, y luego a la canonización de Mama Antula, la primera santa argentina. Como participó de la ceremonia que el domingo reunió a Javier Milei y a Francisco, aprovechó a pedirle al libertario que frene los despidos en el organismo. Habrá que ver si la ciencia y las universidades se salvan de la motosierra que, por el momento, parece no discriminar prioridades.
Otra muestra que parece confirmar el rumbo erróneo de Argentina en el campo de la ciencia y la tecnología llegó desde España. El presidente Pedro Sánchez anunció la creación de una Oficina Nacional de Asesoramiento Científico, que dependerá de presidencia y servirá para diseñar y evaluar políticas públicas que sean eficaces a partir de la evidencia científica. De esta manera, el país ibérico será el primero en Europa en contar con una Oficina de este tipo.
Así, mientras en España los investigadores son puestos en valor y utilizados como consejeros de la política; en Argentina, la política descarta a los hombres y a las mujeres de ciencia. Representan un gasto y no una inversión tal y como sucede en los “países más serios del mundo”, naciones que paradójicamente el gobierno actual dice querer imitar.