Desde Berlín
A esta altura, ya es una tradición. Con cada nueva edición del Festival Internacional de Cine de Berlín la amalgama de buen cine y agitación política se vuelve a poner en marcha, y la número 74 que comienza este jueves y se extiende hasta el domingo 26 no será la excepción. En el Berlinale Palast y en sus salas aledañas de Potsdamer Platz habrá nombres propios de mucho peso, como Martin Scorsese, que recibirá un Oso de Oro honorífico, y películas en competencia de directores de la talla del coreano Hong Sang-soo y los franceses Bruno Dumont y Olivier Assayas, entre muchos otros. Pero la alfombra roja no solamente verá desfilar caras famosas como las de Gael García Bernal, Isabelle Huppert y Rooney Mara. Todo indica que también habrá manifestaciones de orden político de la más distinta índole, desde las estrictamente locales, con rechazos (¿y apoyos?) al partido de ultraderecha Alternative für Deutschland (AfD), hasta expresiones en favor de la paz en Palestina, reclamos por la libertad de expresión en Irán y hasta alguna movida en defensa del cine argentino, que sigue siendo atacado sistemáticamente por el presidente Javier Milei y sus aliados macristas.
La película de apertura de esta noche será Small Things Like These, con Emily Watson y Cillian Murphy en su primer protagónico después de Oppenheimer. La película dirigida por el belga Tim Mielans (realizador de la serie Peaky Blinders) parte de una novela de la irlandesa Claire Keegan, la autora detrás de esa pequeña maravilla que es The Quiet Girl, estrenada aquí en la Berlinale 2022 y que supo encontrar su público en todo el mundo, Buenos Aires incluida. A partir de este inicio, la programación que preparó el italiano Carlo Chatrian –en la que será su quinta y última edición al frente de la Berlinale, luego del destrato que sufrió por parte de la ministra de Cultura Claudia Roth- promete calidad y diversidad por partes iguales. Aunque –recortes de presupuesto mediante- habrá menos películas: 239 contra las 286 del año pasado.
En la competencia oficial por el Oso de Oro participarán por supuesto cineastas de primer nivel, como los ya mencionados Hong (en su tercera colaboración junto a la Huppert), que trae otra de sus melancólicas comedias, titulada Las necesidades de una viajera, más los franceses Dumont, con L’ Empire, en lo que promete ser una arriesgada sátira de La guerra de las galaxias, y Assayas, con Tiempo suspendido, tragicomedia sobre el reencuentro forzoso de dos hermanos en la casona familiar de sus padres durante la cuarentena por el Covid.
El gran documentalista ruso Victor Kossakovsky acerca Architecton, una reflexión sobre la supervivencia de las grandes civilizaciones de antaño, mientras llama la atención la nutrida presencia en concurso de films de cinematografías denominadas periféricas, que hoy por hoy no suelen estar representadas en Cannes ni mucho menos en Venecia, y a las que la Berlinale les abre la puerta grande. Es el caso del mauritano Abderrahmane Sissako y la franco-senegalesa Mati Diop, dos cineastas de primer nivel, no siempre reconocidos como corresponde, más el tunecino Meryam Joobeur, el nepalés Min Bahadur Bham y el dominicano Nelson Carlos de los Santos Arias.
El cine hispano-parlante también estará en la competencia oficial gracias a La cocina, del mexicano Alonso Ruizpalacios, filmada en Nueva York con Rooney Mara junto a migrantes latinoamericanos varios, mientras que los alemanes serán representados por las nuevas películas de Andreas Dresen y Matthias Glasner, más la siempre rutilante presencia de esa actriz extraordinaria que es Nina Hoss (Oso de Plata 2007 por Yella, de Christian Petzold) y que reaparecerá una vez más en la Berlinale con Langue Étrangère, de la francesa Claire Burger.
Cine argentino, presente
El cine argentino, tan denostado por el actual gobierno nacional y su prensa adicta, tiene este año en Berlín –como siempre, por otra parte- una fuerte presencia en casi todas sus secciones, empezando por el corto Un movimiento extraño, de Francisco Lezama, que compite por el Oso de Oro en Berlinale Shorts. La competencia Encounters, dedicada a films de mayor riesgo formal, cuenta con el director Lisandro Alonso como presidente del jurado, y allí concursan Tú me abrasas, de Matías Piñeiro, y Dormir de olhos abertos, de la alemana Nele Wohlatz, una coproducción con Brasil de las argentinas Violeta Bava y Rosa Martínez Rivero.
En el Forum del Cine Joven se destaca la presencia de Reas, el segundo largometraje de Lola Arias después de Teatro de guerra (premiado aquí en la Berlinale 2018), mientras que Los tonos mayores, de Ingrid Pokropek, compite en la sección Generation. A su vez, los proyectos Próxima aparición, de Julieta Amalric, y Los días contados, de Agustina San Martín, participan del Co-production Market, y cuatro jóvenes fueron seleccionados para esa instancia de formación que es el Berlinale Talents: la directora Lucila Mariani, la sonidista Roberta Ainstein, el guionista Maximiliano Monzón y el crítico de cine Tomás Guarnaccia. Se prevé una declaración de toda la delegación en defensa del cine argentino.
Política en la alfombra roja
Manifestaciones no van a faltar en la Berlinale. El conflicto desatado entre el festival y el partido de ultraderecha Alternative für Deutschland (AfD) puede llegar a escalar, luego de que un petitorio de cientos de profesionales de la industria del cine local (empezando por la Academia del Cine Alemán) exigiera que los parlamentarios de ese partido fueran excluidos de la ceremonia de apertura de esta noche, por sus permanentes declaraciones racistas y discriminatorias.
“Nuestra preocupación es la reputación de nuestra industria y nuestro país”, afirma la carta sobre las invitaciones, que llegaron por protocolo a todos los parlamentarios electos. “Defendemos una sociedad diversa y la libertad artística. Por lo tanto, los funcionarios de este partido no son bienvenidos en nuestros eventos”. Los firmantes reclamaron que todos los procesos burocráticos que llevaron a la AfD a ser invitada a la ceremonia de apertura de la Berlinale fueran “revisados y cambiados”: “Tenemos el deber de dejar claro que la ideología étnico-nacionalista es incompatible con nuestro orden básico democrático libre”, dice la carta.
La Berlinale escuchó atentamente esos argumentos y excluyó a la AfD de todos los eventos a los que estaban invitados, lo que seguramente provocará una represalia de un partido que se caracteriza por su violencia simbólica e incluso física. Y que actualmente –a tono con la reacción conservadora que atraviesan muchas sociedades- ocupa el segundo lugar en las encuestas para las elecciones parlamentarias locales y europeas de junio próximo.
Por su parte, se espera que grupos de activistas en favor de la paz y del pueblo palestino también aprovechen la vidriera de la Berlinale para hacerse escuchar, tal como ya sucedió en noviembre en el International Documentary Film Festival de Amsterdam (Idfa) y en enero en el Festival de Sundance, en los Estados Unidos. El documental No Other Land, realizado en cooperación por realizadores palestinos e israelíes, que se estrena este fin de semana en la sección Panorama, da cuenta de la actualidad en la región y seguramente estará en el centro del debate. Lo mismo puede suceder con Shikun, una fábula del cineasta israelí Amos Gitai inspirada en la obra Rinoceronte, del pionero del “teatro del absurdo” Eugène Ionesco, protagonizada por actores palestinos.
Por último, si bien no menos importante, también habrá expresiones públicas en defensa de los cineastas iraníes Maryam Moghaddam y Behtash Sanaeeha, codirectores del film en competencia Mi torta favorita y a quienes el régimen de Teherán no les permitió viajar y les decomisó sus pasaportes. El cine iraní es un favorito en la Berlinale, donde obtuvo tres Osos de Oro a la mejor película. Y dos de ellos en ausencia de sus directores, como les sucedió a Jafar Panahi en 2015 con Taxi Teherán y a Mohammad Rasoulof en 2020 con No hay maldad, quienes también fueron recluidos en su país.
¿Y Ucrania? A diferencia del año pasado, en esta edición de la Berlinale parece ya un poco olvidada. Hay algunos films que se ocupan de esa guerra interminable –entre ellos uno del ítalo-estadounidense Abel Ferrara- pero pareciera que los europeos el tema ya los está cansando. El foco de atención de la opinión pública ahora está en Medio Oriente y en la propia Alemania, con lo cual el comediante Volodímir Zelenski está perdiendo rápidamente el protagonismo que tanto le costó conseguir.
La competencia oficial
- Small Things Like These (Irlanda), de Tim Mielants, con Cillian Murphy y Emily Watson. Película de apertura.
- Another End (Italia), de Piero Messina, con Gael García Bernal y Bérénice Bejo
- Architecton (Alemania), documental de Victor Kossakovsky.
- Black Tea (Francia/Mauritania), de Abderrahmane Sissako.
- La cocina (México/EE.UU.), de Alonso Ruizpalacios, con Raúl Briones Carmona y Rooney Mara.
- Dahomey (Francia / Senegal), documental de Mati Diop.
- A Different Man (EE.UU.), de Aaron Schimberg.
- L’ Empire (Francia), de Bruno Dumont, con Camille Cottin y Fabrice Luchini.
- Gloria! (Italia/Suiza), de Margherita Vicario.
- Hors du temps (Francia), de Olivier Assayas, con Vincent Macaigne.
- In Liebe, Eure Hilde (Alemania), de Andreas Dresen.
- Keyke mahboobe man / My Favourite Cake (Irán), de Maryam Moghaddam y Behtash Sanaeeha.
- Langue Étrangère (Francia/Alemania), de Claire Burger, con Nina Hoss y Chiara Mastroianni.
- Mé el Aïn / Who Do I Belong To (Túnez), de Meryam Joobeur.
- Pepe (República Dominicana / Namibia), de Nelson Carlos De Los Santos Arias.
- Shambhala (Nepal/Francia), de Min Bahadur Bham.
- Sterben (Alemania), de Matthias Glasner, con Corinna Harfouch.
- Des Teufels Bad (Austria / Alemania), de Veronika Franz y Severin Fiala.
- Vogter (Dinamarca / Suecia), de Gustav Möller.
- Yeohaengjaui pilyo / A Traveler’s Needs (Corea del Sur), de Hong Sang-soo, con Isabelle Huppert