Las olas neoliberales en Argentina han tenido varias explicaciones: la restricción externa (Diamand), el empate hegemónico (Portantiero), la tensión entre modernización y autoritarismo (O Donnell), el endeudamiento y la falta de reservas (Mazza), comportamiento de las clases dominantes (Basualdo y Manzanelli), intervenciones internacionales más o menos directas de Estados Unidos desde golpes militares hasta “blandos” (Borón, Aronskind).
Estos factores han llevado a la ciclicidad argentina, al constante vaivén de gobiernos populares industrialistas, a neoliberales reprimarizadores que desestructuran las orientaciones estatales distributivas previas, promueven privatizaciones y endeudan al país. Un problema que el sistema político no ha podido resolver, que ha impedido el desarrollo de Argentina y ha permitido, una vez más, el surgimiento de una cuarta ola neoliberal liderada ahora por un outsider de extrema derecha, que amenaza con destruir gran parte de las conquistas sociales logradas en el siglo XX y XXI.
El plan de Javier Milei tiene que ver con las anteriores olas neoliberales de José Martinez de Hoz, Domingo Cavallo y Mauricio Macri, hay elementos nuevos ligados al contexto de endeudamiento y empobrecimiento generados por el macrismo, luego la pandemia, y finalmente el desengaño de parte de la base peronista del Frente de Todos por la conducción de Alberto Fernández con promesas incumplidas y una interna a cielo abierto.
Lo que Javier Milei y Mauricio Macri, con su acompañamiento en el Congreso y con cuadros políticos se proponen es consolidar un estatuto de la entrega del país a las corporaciones a través del DNU, la Ley ómnibus, el protocolo anti-piquetes, y un alineamiento muy estrecho con la agenda de Estados Unidos. Con una distribución del ingreso que beneficia principalmente a las menos de diez corporaciones que diseñaron el DNU, se pretende reformular la estructura del Estado y la cultura comunitaria que tiene el país para reemplazarla por una cultura individualista. Sin piedad para los débiles, solo deja un mercado y recursos de última instancia para “los perdedores”.
Liderazgo mesiánico
Javier Milei tiene un liderazgo con un misticismo especial, ya que se considera portador de “la fuerza del cielo”, es el "enviado" para sacar al Estado que impide la actividad privada. Para eso propone terminar con el comunismo, o cualquier iniciativa que suene a regulación pública. Aunque con su intransigencia, desplantes y agresiones lo que verdaderamente predomina en nombre de un plan de estabilización y desregulación económica es la destrucción de una configuración del país con conquistas sociales y tecnológicas.
El presidente, además, cree en una suerte de sufrimiento previo, sacrificial del pueblo para pagar la deuda y llegar al déficit cero como si fuera la resolución de todos los males, a pesar de que todos los países que menciona como modelo a alcanzar tienen déficit fiscales. Es una brutal apuesta para estabilizar la economía que va generar lo contrario, la recesión con inflación y desclasamiento de sus sectores medios. Un ensayo inédito de hiperliberalismo que el mundo mira con asombro.
Esta nueva etapa neoliberal tiene características particulares, porque hay un movimiento mundial de derecha alentado a suprimir derechos, en función de un poder corporativo tecnocrático. Es un anarcocapitalismo, primero una propuesta electoral desde una posición radicalizada, que se propuso cortar con “la casta”, pero que se configuró luego como un programa económico de fuerte ajuste neoliberal contra el pueblo. Así, generó una expectativa distópica en sectores que habían perdido credibilidad en la política luego de ocho años de pérdida de ingresos. Milei se posiciona como diferente y sin vocación de “negociar”, desconociendo las reglas del juego de la democracia liberal y republicana.
Milei es anti moderno y anti comunitario, representa el individualismo y el mercado llevado al extremo, que pretende tirar por tierra toda la legislación de la modernidad constitucional, aceptar solo la Constitución de 1853, pero no la del 49, ni las del 56 e incluso tampoco la del 94 es decir, las que conformaron el actual Estado social de Derecho. Es un hombre naturalmente anti-derechos, negacionista, contra el feminismo, el ambientalismo, contra todo lo que sea adquisividad de derechos por parte de los ciudadanos.
Tampoco acepta las contradicciones y está dispuesto a usar los peores métodos de la política nacional en el uso de Twiter (X) la mentira, el apriete y la difamación lo cual lo acerca a los populismos de derecha o neofascistas. Pone de ministra de seguridad a una amiga ‘del gatillo fácil’ y de la represión, para quien una reunión de tres personas es una multitud peligrosa para el orden. La represión está a la orden de que la desigualdad del país se sostenga. Buscan la eliminación del Estado y que predominen los especuladores, los represores y los poderosos económicamente.
Para legitimar ello se apoya en la escuela económica austríaca del Siglo XIX, totalmente desactualizada en la sociedad digital y el establishment económico. Es una suerte de outsider que solo ama los perros, a la profetiza de su hermana, y tal vez a los CEOs norteamericanos como Elon Musk, Larry Fink del fondo de inversión Black Rock, y de la la app de citas Tinder, y Sean Read. Los nuevos dueños del mundo, de acuerdo a OXFAM.
Su proyecto está guiado por una espiritualidad que le da aura de enviado divino, le genera características de un personaje dogmático, rígido, con baja sensibilidad a la contradicción. En ese sentido, el modelo económico de la Libertad Avanza y de inserción internacional, es exactamente el opuesto al que está implementando Lula da Silva en Brasil.
Este gobierno de Lula es parte del proceso de superación del neoliberalismo, luego del período neoliberal y autoritario de Bolsonaro. La prioridad ya no es el ajuste fiscal, sino la implementación de diferentes y variadas formas de políticas sociales. Ya no se trata del estado mínimo sino, por el contrario, del fortalecimiento de la capacidad de intervención del Estado. Ya no se trata de implementar acuerdos de libre comercio con Estados Unidos sino de desarrollar políticas de integración regional e intercambios Sur-Sur en el mundo. El Brasil de Lula encaja perfectamente en este proceso de salida del neoliberalismo.
Jornadas de represión
El fracaso de la votación particular de la ley ómnibus se dio tras varias jornadas de acuerdos necesarios para que la sesión inicial en la Cámara de Diputados tuviera quórum, un presidente amenazando de coimeros a algunos diputados y a aquellos gobernadores “aliados” que intentaban incorporar el impuesto PAIS a la coparticipación para equilibrar de ese modo lo que se les quitaba por el impuesto a las ganancias, cediendo muchos artículos y con un desorden administrativo y legal que incluyó fallas de procedimientos, la presencia de partícipes indirectos del intento de magnicidio y, por supuesto un show del orden, en un insólito operativo represivo que provocó a los manifestantes, el control policial de la gente reunida en la Plaza frente al Congreso. Una barrera de contención de gendarmes entre el pueblo y el Congreso. Una democracia vigilada.
Es curioso el papel del ministro Nicolás Caputo que, siendo el autor del plan de estabilización y negociador con el FMI, no fuera al Congreso a explicar en qué consistía este plan, a quién beneficiaba el vender todas las empresas públicas, ¿o es para hacer “caja”, como aconseja el FMI? Ni tampoco lo que pensaba hacer con el Fondo de Garantías de Sustentabilidad, ni con la posibilidad de contraer deuda a precios de mercado sin pasar por el Congreso.
El proyecto de ley ómnibus amenazaba la democracia y era decisiva para los planes del gobierno nacional. Como señala Javier Ortega, la “yanquilofilia” de los libertarios se muestra en todo aquello que es perjudicial para nuestro país, y no lo que podría ser bueno. “Pero la particularidad en la Argentina es que quien metió sus riders en el proyecto del gobierno no fueron diputados y senadores. Estos fueron los últimos en enterarse lo que contenía la Ley Ómnibus. Los que colaron sus intereses fueron los grupos económicos transnacionalizados. Esto es evidente en el caso del RIGI, que en el Anexo III, que consta de 65 artículos, instaura un sistema abusivo y discriminatorio para la mediana empresa nacional. El RIGI consiste en abrirle la puerta a sociedades constituidas en el extranjero para que vengan acá a hacer lo que quieran”.
Un ómnibus rumbo al choque
La ley ómnibus permitió conocer el plan de Javier Milei. En esta dirección, Milei “la choca”, el DNU ,el ajuste encarado y la Ley ómnibus se estrellarán en algún momento junto a la recesión e inflación conjunta para 2024. “Esto no va a terminar bien”, señaló el gobernador de La Rioja Ricardo Quintela, “la sociedad va a reaccionar porque no se puede vivir. Si vos sincerás los precios, previamente tenés que sincerar los salarios. No podés sacarle el plato de comida intempestivante y que se queden sin sus necesidades básicas. El gobierno no tiene en cuenta la reacción de la sociedad”. Las movilizaciones y protestas se van a incrementar con el comienzo del año electivo.
Pero lo que no queda claro es cómo se aprovechará el crash que se va a producir más tarde o temprano con el gobierno de Milei y su modelo de saqueo. Por un lado, el espacio nacional popular democrático deberá recuperar un programa alternativo sea a través de un juicio político al presidente; vía la resistencia del movimiento de trabajadores, la conformación de liga de gobernadores o la llamada a una Asamblea Constitucional. Puede ser que el propio Mauricio Macri y el PRO, que también ven la incapacidad de Milei para conducir este proceso, tomen la rienda generando una suerte de fusión de partidos, que puede permitir que Milei siga en su puesto o sea reemplazado por la Vicepresidente Victoria Villarruel pero con el staff macrista en los puestos principales del gabinete, su segundo tiempo.
*Director del Área Estado y Políticas Públicas de la FLACSO Argentina.