Resulta inaceptable la persecución llevada a cabo por el presidente Javier Milei a la artista Lali Espósito, referente ineludible de nuestra cultura en el marco de los festivales municipales, provinciales y nacionales. En primer lugar deberíamos destacar el lugar que ocupa la cantante y actriz en el mercado internacional de las industrias culturales. Su sola presencia jerarquiza en términos simbólicos cualquier evento, pero también cotiza como un bien económico en el crecimiento de las mejoras financieras de cualquier festival. De ahí el valor de su presencia para convocar multitudes populares y generar pasiones. Tal vez este sea uno de los motivos del hostigamiento violento, misógino y laboral dirigido a la joven por parte del primer mandatario y de sus dogmáticos seguidores.
La idea que sostiene MIlei de la cultura como un gasto es un pensamiento caduco. Por el contrario, la cultura y la producción artística son plataformas de inversión. Así lo entendieron los principales líderes políticos y jefes de Estado creando carteras, ministerios y áreas como desarrollo cultural, industrias culturales o economía de la cultura, entre otras.
Los festivales son los ejemplos más evidentes en este sentido. La realización de un festival permite la creación de nuevos puestos laborales y pone en las agendas nacionales e internacionales a las distintas regiones del país. Se incentiva el desarrollo turístico, hotelero y gastronómico de la región. E incluso se mejoran las condiciones de seguridad y habitabilidad de esos lugares. Elijo dar un ejemplo del que formé parte.
Hace 25 años la creación del BAFICI por parte del gobierno de la ciudad de Buenos Aires tuvo como estrategia poner en valor uno de los lugares más postergados de la ciudad, el Abasto. El BAFICI acompañó el desarrollo del proyecto urbanístico Cultura Abasto a fines de los 90. Nuevos movimientos urbanos, nuevos consumos, nuevos públicos y nuevos espacios. La cultura transformando los nuevos modos de transitar la ciudad y generando nuevos desarrollos económicos. También fueron los años de las primeras salas de teatro independiente instaladas en la zona.
Finalmente, la inauguración de la Ciudad Cultural Konex terminó de dar forma a un proyecto estratégico para la cultura y la mejora económica de una parte de la ciudad. Hace muchos años que la cultura es clave para el desarrollo económico de cualquier territorio. Siendo Milei un estudioso de la economía no debería ignorarlo. O quizás odia la cultura por la responsabilidad social que ella conlleva.
Los festivales también permiten presentar artistas emergentes, y en este sentido es clave la presencia de las figuras consagradas. Estas últimas actúan como mediadores para instalar y acompañar a los nuevos talentos y generar nuevos mercados. En este sentido, basta recordar el valor que tuvo el festival de Cosquín de 1965 para la consagración de Mercedes Sosa o, décadas después, con la presencia de Soledad Pastorutti.
A modo de cierre, la cultura siempre es un lugar de tensiones, de disputas, de cuestionamientos y de construcción simbólica. Por eso queremos tanto que ella siga siendo nacional, popular para todas y todes.
* Decano de la facultad de Filosofìa y Letras. UBA