La fusión, acercamiento, cogobierno o acuerdo entre el presidente Javier Milei y el Mauricio Macri, el hombre fuerte del PRO, parece entrar en una especie de parate. Los motivos son varios y según el sector político al que se pregunte. Entre los libertarios existe un temor fundado de ser objetos de una invasión macrista. En la vereda del PRO, en anto, la feroz interna que se ha desatado hacia su interior para definir quién conduce esta agrupación política, impide --sobre todo a Macri-- avanzar tranquilo con cualquier negociación. Por lo tanto, la tan mentada reunión de cúpulas de La Libertad Avanza y el macrismo quedó por ahora postergada.
La actual presidenta del PRO y ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, profundiza la interna y chicanea al expresidente sobre la necesidad de comprometerse con el gobierno libertario. "Al cambio hay que apoyarlo sin especulaciones", dijo Bullrich que juega a dos bandas. Por un lado habla de un "rediseño político" hacia el interior del PRO, algo que incomoda a Macri y sus seguidores, y por el otro presiona para que la confluencia entre ambas organizaciones políticas sea más que coyuntural.
Macri considera que cualquier acuerdo con LLA debe ser realizado desde un marco institucional y para eso se debe resolver la conducción del PRO. Esa resolución se producirá, de no mediar inconvenientes, en el mes de julio. Hay que ver cómo se define la conducción partidaria. Bullrich parece estar convencida de poder enfrentar a Macri en una elección interna y por eso presiona. El expresidente, por el contrario, enfría todo.
Milei mira esta disputa y si bien no descarta "la convergencia", dice que se irá concretando "con el paso del tiempo". Nadie sabe qué significa ese paso del tiempo que dice Milei, sobre todo ante la profundización de la crisis económica que, en general, suele acelerar los tiempos políticos.