Alexéi Navalny, el principal opositor del presidente de Rusia, Vladimir Putin, murió este viernes a los 47 años, por causas que todavía no fueron establecidas. El líder político que durante años desafió al Kremlin organizando las mayores protestas antigubernamentales desde la caída de la URSS, falleció en una prisión en el círculo polar Ártico, cerca de la cordillera de los Urales, donde cumplía una condena de casi 19 años por diversos delitos.
Su rivalidad con el modelo de gobierno de Putin fue lo que le dio trascendencia internacional. Tras haber sido expulsado del partido liberal Yábloko (o el Partido Democrático Unido de Rusia) por sus ideas nacionalistas, se convirtió en un referente político para la juventud, principalmente, por denunciar la corrupción en la administración pública en su blog LiveJournal y el sitio web RosPil.
En 2011, tras las denuncias por fraude en las elecciones que surgieron en Rusia, el opositor lanzó la Fundación Anticorrupción (FBK), una organización con la que, además de investigar y exponer el autoritarismo de la gestión nacional, organizaba protestas y campañas antigubernamentales. A lo largo de su vida, el abogado, militante opositor y bloggero fue detenido por las autoridades en varias ocasiones.
En 2020 se enfermó de gravedad durante un vuelo de regreso a Moscú desde la ciudad siberiana de TomskIn. Tras recuperarse en Alemania, afirmó que se trató de un envenenamiento, y apuntó contra el Kremlin. "Suponemos que Alexéi fue envenenado con algo mezclado en su té", disparó por entonces en su cuenta de Twitter la portavoz Kira Yarmysh. Vladimir Putin negó esas acusaciones.
En 2021, Navalny regresó a Rusia, pero fue detenido inmediatamente por el Servicio Federal de Seguridad por anunciar una campaña contra la reelección del presidente, en el poder desde el año 2000. También fue acusado de "extremismo", "fraude" y "malversación de fondos". En agosto de 2023 fue condenado a 19 años de prisión.
Según un comunicado oficial de los penitenciarios rusos, en diciembre pasado, el opositor fue trasladado desde una cárcel en la región de Vladimir, a menos de 200 kilómetros de Moscú, hasta una prisión en el círculo polar Ártico, cerca de la cordillera de los Urales, a más de 2.000 kilómetros de la capital rusa.
La cárcel en la que estaba preso lleva el nombre de "Lobo polar" y es considerada una de las prisiones más lejanas de la civilización de toda Rusia.
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