La Orquesta Popular de la Universidad de las Artes está para formar músicos y músicas de manera holística. Profesional y artísticamente, es decir, y con el foco puesto centralmente en la cultura argentina. Lleva por fin entonces el de propalar a la vez que mantener vivas poéticas y músicas que hicieron historia, a través de sus creadores. Un poco así se explica Puñado de Tierra, el disco que la agrupación dirigida por el pianista y compositor santiagueño Víctor Simón, acaba de publicar a través del sello Acqua Records.
El trabajo consiste en un reportorio poblado por piezas tradicionales de distintas regiones del país, interpretadas no solo por la agrupación, sino también por invitados a la altura: Liliana Herrero, Teresa Parodi, Bruno Arias y Rudi Flores, entre ellos y ellas. “La búsqueda con este disco es la de sentar un posicionamiento estético-político”, asegura ante Página/12 el santiagueño Simón, que bien lleva una historia personal, también a la altura.
No solo es hijo de Ricardo Simón, uno de los Hermanos Simón -dúo señero del folklore argentino- sino también creador del Ensamble Montreal Tango, y de la obra La Tierra y el hombre para orquesta, coro y voces solistas, que se estrenó en octubre pasado en el Centro Cultural Kirchner. “La Orquesta de la UNA cuenta con un gran repertorio y la verdad que elegir apenas un puñado de piezas para este álbum no ha sido tarea fácil”, puntualiza sobre el minuto cero del disco. “El contrapeso es que este número de piezas se deja escuchar con gran comodidad. La Orquesta propuso desde su creación la difusión de la música popular de raíz y las variadas expresiones musicales del siglo XX y XXI y, siguiendo ese criterio, hemos incluido obras de diferentes zonas del país, con canciones e interpretaciones instrumentales”.
Entre ellas, prima “La vieja”, chacarera trunca de Oscar Valles y los Díaz (Julián y Benicio) que según el pianista –y no solo él- es un verdadero emblema del folklore del Noroeste. “Al ocupar el primer puesto en el disco, el tema demarca el género que aborda el álbum. Los y las intérpretes demuestran con pasión el compromiso interpretativo de esta danza que nos invita a bailar. Hay fiesta en ella… deja de manifiesto la alegría de nuestro pueblo”, profundiza Simón, también hacedor del disco Al piano, con gusto a folklore, publicado en 2020, y director de comedia musical de El Regreso de Mario Cárdenas, de Luis Longhi.
Entre los clásicos del acervo argentino que pueblan Puñado de Tierra también se destacan las versiones de “Tacita de plata”, zamba norteña de los Hermanos Simón y José Faro, y “Acorralao”, chamamé concebido más acá en el tiempo por el correntino Nini Flores. “Para el arreglo musical de la primera, he añadido un género más a esta danza, al reemplazar la introducción original por una nueva melodía en ritmo de huayno. El fin fue situarla en la zona andina, en donde fue compuesta originalmente por (su tío) Miguel Simón”. Respecto del chamamé de Flores, la labor en la nueva versión pasó por distribuir entre los integrantes de la Orquesta la mayoría de las líneas melódicas del arreglo original, además de contar con la participación de Rudi, guitarrista y hermano de Nini. “También le agregamos líneas nuevas, y nuestra impronta interpretativa”.
Puñado de Tierra es por supuesto un trabajo colectivo por antonomasia. Tiene por productora ejecutiva y nexo con la Universidad a la cantora fueguina Casiana Torres. Al guitarrista mendocino Martín Castro como director musical, arreglador y productor artístico. A Rocío Figueroa y Elena Ceccoli, en flauta traversa. A Evangelina Machado en guitarrón. A Mariano Calabró en voz. A Javier López en voz y guitarra. A Hugo Medina en percusión. A Huanko Barreto y Miguel Sánchez en charango. Y a Damián Guitián en quena y siku. “Dado que es un elenco por donde transitan estudiantes, el orgánico del mismo es siempre dinámico. La búsqueda de un equilibrio sonoro es primordial para la interpretación y la calidad de nuestro repertorio, y es un rol que me satisface”, sostiene el director general de la agrupación sucesora del grupo El Antigal, y de la Orquesta Criolla de la misma entidad que la contiene hoy.
Otra arista, en este caso metamusical, es el presente complicado de la Orquesta. Como a nada de lo público, colectivo y nacional, la favorece el clima político. “Es muy compleja la situación que se está viviendo”, refrenda Simón. “Sabemos muy bien lo que este gobierno piensa de la educación, y sabemos muy bien que está arrasando contra todo organismo que difunde, promociona e impulsa la cultura. Al ser éste un espacio de formación artística y académica, estamos muy preocupados, porque además se quiere ir hacia el arancelamiento de las universidades nacionales tomando como punto de partida arancelar a estudiantes extranjeros, lo cual sería un primer paso. Y nada quita que sigan avanzando en el arancelamiento de la Universidad Pública”.
El plan de resistencia del Departamento de Folklore de la UNA, ante tal estado de cosas, pasa por “ser trinchera” y resistir a través de las artes populares y el folklore. “Esto es parte fundamental de la construcción identitaria de nuestros pueblos. No vamos a permitir semejante atropello”, se enciende el santiagueño. “Tres cuartas partes de nuestros estudiantes son de las provincias y vemos que, con la crisis económica y la derogación de la ley de alquileres, realmente unos pocos van a poder volver a estudiar. Es realmente muy angustiante. Por otra parte, que se vaya contra el Instituto Nacional de la Música implica también un gran riesgo, porque se terminaría la promoción de la música popular, el apoyo y acompañamiento a quienes recién inician su carrera musical y la posibilidad de proyectarse… es como retroceder 100 años”.