Matías Bagnato tenía 16 años a comienzos de 1994. Vivía con sus padres, José (42) y Alicia (40), y sus hermanos, Alejandro (9) y Fernando (14), en una casa de dos pisos en Baldomero Fernández Moreno 1906, en Flores. En aquellos tiempos, Matías y su hermano Fernando le temían a "El Monstruo", una persona que llamaba todos los días a su casa con una voz distorsionada, diciendo: "Uhhhh se quemaron todos. Están todos muertos".
El responsable de esas llamadas era Fructuoso Álvarez González, quien amenazaba a José Bagnato, su exsocio, por una supuesta deuda de 180.000 dólares. La madrugada del 17 de febrero de 1994, Álvarez González cumplió su amenaza. Según la Justicia, a las 3:30, el hombre irrumpió en el domicilio, roció toda la casa con dos bidones de combustible y la prendió fuego. Como resultado del ataque, los padres de Matías y su hermano Fernando murieron asfixiados, mientras que Alejandro falleció carbonizado junto a su amigo Nicolás.
A tres décadas de la denominada "Masacre de Flores", el único sobreviviente reveló haber recuperado su "vida normal" tras la muerte del quíntuple homicida. Álvarez González falleció el pasado 30 de abril dentro del centro de salud del Complejo Federal 1 de Ezeiza, perteneciente al Servicio Penitenciario Federal (SPF), donde permaneció alojado durante 12 años.
El imputado había sido condenado a prisión perpetua en 1995, pero por tener su ciudadanía española, en 2004 fue extraditado a ese país para terminar de cumplir su condena. En España lo liberaron y fue recapturado en la Argentina en 2011, luego de amenazar de muerte a Bagnato a través de llamados telefónicos.
"Es el primer aniversario en el que su familia descansa en paz", afirma Bagnato, que ahora tiene 46 años. La muerte de Álvarez González fue calificada como un "alivio" al sostener que el asesino de su familia había jurado "terminar con lo que comenzó aquella noche del 17 de febrero".
Aquella noche, la familia Bagnato la había pasado con normalidad. Nicolás Borda (11), amigo de Alejandro, se quedó a dormir, y vieron juntos un partido de la Copa de Oro entre San Lorenzo de Almagro e Independiente en Mar del Plata.
Matías recordó con emoción su último intercambio con sus padres. "Esa noche no tenía sueño y me puse a escuchar música. Puse un disco de Roxette. Me fui a fumar un cigarrillo al baño y mi mamá me preguntó qué era ese olor. Obviamente ella sabía que yo estaba fumando. Y me acuerdo que agarré el desodorante de ambiente de mi baño y les tiré el desodorante. Ellos estaban acostados en la cama y se rieron los dos. Esa fue la última vez que los vi", expresó.
Matías se despertó empapado de sudor con mucha dificultad para respirar, abrió la ventana de su habitación y escuchó a un vecino gritar: "¡Matías salí, salí rápido! ¡Se quema todo!". La puerta se abrió con fuerza y una llamarada gigante prendió fuego el pelo de Matías, tirándolo al piso. "Me ahogaba y el fuego me arrimaba a la ventana, como si me expulsara de la casa. Me paré arriba de un cantero, pero apenas salí, se quemó la correa de la persiana y se cerró. Me estaba quemando vivo. Ahí fue cuando decidí saltar", rememoró.
Bagnato indicó que todavía tiene custodia policial, mientras que reconoció que todavía le resulta difícil salir solo a la calle y que los días posteriores a la muerte de Álvarez González continuó durmiendo junto a un botón antipánico. "Yo dormía con el botón antipánico como todas las noches de los últimos 12 años. Lo tenía muy naturalizado, ni lo registraba. Siempre dormía con un ojo abierto. La noche siempre me costó, desde chiquitito", contó.
Con respecto al trigésimo aniversario de la muerte de sus padres y sus dos hermanos, Bagnato admitió que será especial ya que será "el primero en el que la familia descansará en paz". A pesar de eso, Matías indicó que cada 16 de febrero a la noche vuelve a recordar con detalles lo ocurrido durante el quíntuple homicidio. "La noche del 16 es lo peor para mí. Hasta las 3 de la mañana sigo angustiado y con nervios. Es mucho lo que me pasa en el cuerpo, se me viene todo a la cabeza", señaló.
El muchacho trabaja como tripulante de cabina en Aerolíneas Argentinas y bajó casi 40 kilos en los meses siguientes al fallecimiento de Fructuoso Álvarez González. "Trato de ir recuperando mi vida. A los días de su muerte me empezó a caer la ficha y a procesar todo lo que viví y pasé. Durante estos meses atravesé momentos de mucha angustia porque tuve que tomar conciencia de lo que tuve que soportar durante 30 años. Es ir aprendiendo día a día de todo", señaló Matías.
"Que se haya terminado la historia con Fructuoso me permitió comenzar a sanar y pensar en mí, algo que nunca hice. La sanación fue parte de hacer un duelo que nunca pude hacerlo bien en estos años. Mis análisis me dieron que estaba al límite de la diabetes y que tenía comprometido el hígado, por lo que decidí operarme", profundizó.
Bagnato reveló que se encuentra participando en la producción de una serie sobre la masacre en la que fallecieron sus familiares junto a los cineastas Juan José Campanella, director de la película El Secreto de sus Ojos y El hijo de la Novia; y Alejandro Hartmann, director de la serie documental El Carmel, la cual reconstruye el asesinato de María Marta García Belsunce.
"Creo que contar mi historia en este formato puede ayudar a una generación a entender por lo que pasé. Hablé con Carlitos Páez Vilaró, sobreviviente de la Tragedia de los Andes, y lo sanador que es poder sacar estos temas a la luz. Coincidimos en que, salvando las diferencias, somos sobrevivientes y es una historia que te marca para toda la vida. Es importante para mí dar ese cierre final", remarcó.
Además, forma parte del Observatorio de Víctimas de Delitos junto a familiares de otras víctimas de casos de violencia, entre ellos de Ángeles Rawson, de la tragedia de Once y de Cromañón. Gracias al impulso del observatorio, fue sancionada la Ley 27.372 de Derechos y Garantías de las Personas Víctimas de Delitos, mediante la cual se creó el Centro Nacional de Asistencia a las Víctimas de Delitos para asistir y asesorar tanto a familiares como a víctimas de hechos de violencia.