San Lorenzo se aprovechó de un desdibujado Tigre para sumar su primera victoria en el torneo, en un duelo que tuvo un claro dominador desde el comienzo y que dejó en evidencia el pésimo momento que atraviesa el conjunto de Pipo Gorosito, que no anotó goles en seis jornadas y acumula cinco derrotas consecutivas.
Son Lorenzo venía golpeado, con un equipo en formación, con varias piezas nuevas, que todavía no había ganado en la Copa de la Liga. Por eso, la presión comenzaba a sentirse en las tribunas del Nuevo Gasómetro. Sin embargo, lo mejor que le podía pasar al conjunto de Rubén Insúa era toparse con Tigre, en caída libre desde que comenzó el certamen.
Entonces, las urgencias de los locales se fueron disipando a partir de las ventajas que iba encontrando en un rival casi entregado desde los vestuarios, con nulos argumentos futbolísticos y una actitud llamativa por su pasividad. Con algunas pinceladas del Perrito Barrios, con un poco de empuje y con la inquietante presencia de Bareiro, San Lorenzo se adueñó de las acciones y justificó la ventaja, que consiguió gracias a una combinación de dos de sus mejores elementos: Barrios desbordó por derecha y envió un centro pasado para que Bareiro anotara con un cabezazo.
Sin reacción enfrente, San Lorenzo continuó con su dominio, aún con sus conocidas limitaciones. Le alcanzaba para mandar, pero no le sobraba para liquidar el partido. Ni siquiera la tonta expulsión de Aleman por un golpe a Giay le sirvió para asegurar el resultado, algo que recién pudo hacer sobre la hora cuando ya jugaba con dos hombres más por la expulsión de Giacopuzzi. En ese momento apareció el colombiano Diego Herazo, que en su segundo partido con el equipo, concretó un espectacular cabezazo para garantizar el triunfo y calmar las aguas por Boedo. Por el contrario, Tigre se fue con una sensación de profunda frustración.