Desde San Pablo
Carnaval politizado. Millones de brasileños se volcaron a las calles de Río de Janeiro, San Pablo, Salvador de Bahia y Olinda para celebrar las fiestas carnestolendas mientras Lula da Silva realizaba su primera gira internacional del año en Africa, donde repudió la "matanza" de palestinos por parte de Israel y Jair Bolsonaro convocaba a sus abogados temeroso de ser detenido como autor intelectual de un golpe que estuvo a punto de derribar al gobierno constitucional, durante el alzamiento derechista apoyado por los militares perpetrado en enero del año pasado.
Este sábado hubo quienes salieron a danzar en los "blocos de rua", las agrupaciones que recorren los barrios de Río y San Pablo, vistiendo camisetas estampadas con el pasaporte que el Supremo Tribunal Federal le confiscó al ex gobernante para evitar su fuga.
Según trascendidos Bolsonaro habría barajado la posibilidad de asilarse en Argentina, cuyo gobierno es uno de los pocos que estaría dispuesto a recibirlo, en incluso en Estados Unidos. En las redes sociales abundaron la ironías sobre el otrora mandatario, que aparece en un fotomontaje vestido como presidiario.
Escolas do samba
Tanto Lula – que este sábado se reunió con el premier palestino Mohamed Shtayeh en Etiopía - como Bolsonaro seguramente fueron informados detalladamente sobre lo ocurrido en el Sambódromo de Río, por donde desfilaron las fastuosas "escolas do samba" cada una interpretando un tema alegórico así como en las concentraciones callejeras.
Se estima que unos 20 millones de personas ( muchas de ellas participaron en más de un festejo) bailaron en las calles de Rio y San Pablo desde fines de enero. La dimensión de la industria carnavalesca también se refleja en los 1, 5 mil millones de dólares generados por los eventos realizados desde el sureño estado de Rio Grande do Sul el norteño Amazonas, según un cálculo de la revista Forbes.
Al presidente de izquierda y a su enemigo de ultraderecha les es útil conocer el humor popular para definir sus estrategias de campaña a ocho meses de las elecciones municipales, en las que ambos medirán fuerzas. El 6 de octubre el líder del Partido de los Trabajadores (PT) enfrentará el primer test de su tercer mandato y sabrá cuales son sus expectativas para disputar un cuarto en las presidenciales 2026.
Al mismo tiempo las elecciones indicarán cuán vigentes es el poder territorial del ex capitán del Ejército, a quien responden centenas de intendentes de grandes y medias ciudades de San Pablo, Minas Gerais y Río de Janeiro, los tres estados más poblados.
Según cual sea el pronunciamiento de las urnas el dirigente de extrema derecha tendrá más o menos musculatura para apelar ante el Supremo Tribunal Federal, la sentencia del Tribunal Electoral por la cual fue declarado inelegible hasta 2030. Ese impedimento abrió una disputa por la eventual sucesión conservadora entre su esposa Michelle y el gobernador paulista, Tarcísio de Freitas.
Marielle Franco
Este sábado hicieron su última presentación las "escolas do samba" que ocuparon las primeras posiciones por sus presentaciones en el Sambódromo Marqués de Sapucaí, según el veredicto de un jurado de especialistas.
Entre las comparsas con más alta puntuación está Portela en una de cuyas carrozas fue colocado un cartel recordando a la concejala Marielle Franco, asesinada en 2018 por dos policías retirados, ambos bolsonaristas. El paso de ese carro alegórico, a bordo del cual estaba la madre de la activista afrodescendiente, fue ovacionado por el público.
La hermana de Marielle, la ministra de Igualdad Racial, Anielle Franco declaró estar "emocionada" al ver el desfile en el que fueron homenajeadas varias personas víctimas de la violencia policial y parapolicial.
Batalla cultural
Bolsonaro pasó sus cuatro años de gobierno obsesionado en librar una batalla cultural contra la izquierda a la que él imaginaba enquistada en el inconsciente colectivo nacional. En tanto guerrero cultural negó el racismo y atacó a las tradiciones de la población afrodescendientes, así como a los movimientos feminista y LGBT.Y hostilizó a los intelectuales y gran parte de la prensa.
En su rudimentario gramscianismo de derecha vio una inexistente hegemonía cultural de izquierda en un país donde el racismo, el machismo y la homofobia siguen instalados en el subsuelo del sentido común. Es decir, siguen siendo valores y cosmovisiones hegemónicos. Estos devaneos ideológicos de Bolsonaro se materializaron en sus ataques sistemáticos al carnaval y a sus "perversiones", que estuvieron a la orden del día durante el gobierno anterior (2019-2022).
En de marzo de 2019, cuando llevaba poco más de dos meses en el poder, divulgó en sus redes imágenes de una pareja homosexual registradas durante las celebraciones de San Pablo. Junto al video, decididamente escatológico, escribió "en esto se han convertido muchos bloques callejeros del carnaval brasileño".
En aquel 2019, Río tenía como alcalde al pastor evangélico, Sergio Crivella, un poco afinado cantante de música gospel que nunca pisó el Sambódromo. Signos de una época. Bolsonaro al igual que su esposa Michelle, una evangélica intensa, tampoco suelen participar de los desfiles que, en cambio, son del agrado de Lula.
El petista es un aficionado a la cultura carnavalesca y en alguna ocasión fue fotografiado ensayando un paso de samba o maracatú (danzas populares) de pantalón y zapatos blancos, completados con un sombrero tipo Panamá.
"Fiesta grandiosa"
Frente a los planteos moralistas del bolsonaro-evangelismo, el ministro de Derechos Humanos y Ciudadanía , Silvio Almeida, planteó que el carnaval no tiene nada de procaz y es una celebración "verdaderamente brasileña, es una fiesta negra". A través de su estética irreverente "el carnaval traduce al brasileño, es una fiesta política grandiosa".
Almeida, que además de funcionario es uno de los intelectuales negros más respetados del país, también desfiló arriba de una carroza en el Sambódromo representando a Luiz Gama uno de los primeros que abogados abolicionistas que logró la emancipación de cerca de 500 esclavos en el siglo diecinueve.
Trump y Milei
Junto con el fin del carnaval, el Miércoles de Cenizas, Bolsonaro solicitó al Supremo Tribunal Federal la devolución de su pasaporte y la autorización para poder viajar a Washington, Estados Unidos, donde esta semana se realizará Conferencia de Acción Conservadora.
El evento podría contar con la presencia del argentino Javier Milei y tendrá como principal convidado al ex presidente republicano Donald Trump, de quien el brasileño es un aliado. Y en buena medida un émulo: si se tiene en cuenta que el asalto al Palacio del Planalto de enero de 2023 fue casi una réplica de la toma del Capitolio de enero de 2022.
En el primer caso los insurgentes denunciaron un inexistente fraude de Lula a través de las urnas electrónicas, en el segundo la militancia trumpista se movilizó contra supuestas irregularidades para favorecer el triunfo del demócrata Joe Biden.
Apelación
En su presentación ante la Corte los abogados defensores de Bolsonaro argumentaron que éste nunca dio indicios de querer fugarse del país y que prohibirle ir al encuentro de Trump sería una "manifiesta violación de la libertad de locomoción".
La Corte rechazó de plano la apelación basándose en una serie de motivos y reiterando que hay fuertes evidencias de que el político estuvo involucrado en un plan golpista donde participaron altos jefes militares y contó con el aporte de importantes sumas de dinero.
Otro factor que habría jugado contra el pedido para salir del país, es que la Corte tomó conocimiento de que a fines de diciembre de 2022, días antes antes del asalto al Planalto, Bolsonaro transfirió unos 150 mil dólares a Estados Unidos, que según los investigadores de la Policía Federal serían para permanecer prófugo en aquel país si la conjura fracasaba.