En casos excepcionales, la realidad desmiente refranes populares remotos que gozan de particular vigencia. El célebre “hasta que la muerte los separe”, definitivamente, no se cumplió para el exprimer ministro neerlandés Dries van Agt y su esposa Eugene, ambos de 93 años, que optaron por un camino poco corriente: la eutanasia doble. Debido a un deterioro progresivo en su salud, decidieron un final conjunto y no desaprovecharon la oportunidad para hacerlo a la manera romántica: dieron el último suspiro tomados de la mano.
En 2019, Dries van Agt había sufrido un derrame cerebral del que se había recuperado parcialmente, mientras que su mujer también presentaba daños y deterioro. Por este motivo, tras 70 años de vida compartida y avalados por la ley holandesa, optaron por el consumo de un fármaco letal. Luego, fueron enterrados en Nimega, ciudad donde se conocieron. La eutanasia es un proceso en que la persona escoge con libertad, voluntad y discernimiento, tener una “buena muerte”. Cuando son dos las personas que quieren lo mismo, las evaluaciones que hace el Estado --en este caso el holandés-- para cumplir la ley, suponen procesos de admisión y examen individuales.
En diálogo con Página/12, Ignacio Maglio, abogado miembro del Consejo Directivo de la Red Bioética de Unesco, ofrece su perspectiva: “Luego de toda una vida juntos, el pedido de eutanasia dual tiene que ver con la pérdida del ser y al mismo tiempo con una reivindicación completa del amor. Para estas personas, la oportunidad de morir juntas remite a una experiencia amorosa”. Maglio enfatiza un aspecto clave: el respeto de la autonomía de cada quien. “Hay que tener en cuenta que si bien es una decisión tomada entre dos, cada quien decide de forma autónoma y auténtica. Es decir, se debe garantizar que a partir de su acción, la persona sea fiel a sus propios proyectos y creencias. Esto implica evitar que la decisión de uno se tome por presión de la pareja”. El protagonismo abarca a los dos corazones que se apagarán al compás, como si fuesen desenchufados al mismo tiempo.
Países Bajos, la vanguardia
Países Bajos es vanguardia con leyes que habilitan el suicidio asistido y la eutanasia desde 2002. Aunque fue el primer país en tener una norma al respecto, la práctica de la eutanasia de a dos aún no está muy extendida en esta nación ni en el resto del mundo. Según las últimas cifras oficiales de 2022, de las casi 9 mil eutanasias, 29 fueron duales y el resto individuales. Es decir: 58 personas accedieron a la muerte conjunta en ese año; y los números van en aumento porque en 2021 habían sido 32 y en 2020 fueron 26.
En la vida real y en la ficción
En 2009 recorrió el mundo la noticia del suicidio asistido del director de orquesta británico Edward Thomas Downes (85 años) y su mujer Joan (74). "Ambos vivieron sus vidas al máximo y se consideraban extremadamente afortunados de haber vivido unas vidas tan gratificantes, en lo personal y en lo profesional", difundieron sus hijos en aquella ocasión, a través de un comunicado. Habían viajado al centro Dignitas en Suiza porque en aquel país la práctica estaba permitida y tras estar enfermos y compartir más de medio siglo juntos, querían morir a la vez.
En época de vínculos fugaces, en tiempos de relaciones que no duran para toda la vida y se ponen en cuestión instituciones como el matrimonio que durante siglos regularon los vínculos sociales, la historia de van Agt y Eugene marcha a contracorriente. Crecieron, envejecieron y fallecieron juntos: toda una decisión de vida y también de muerte. “No hay muchos casos bien documentados. Su práctica me parece adecuada en la medida en que sea el resultado de un pedido autónomo. Una muerte segura”, refiere Maglio. Y remite a Amor, una película francesa que muestra lo que sucede cuando la autonomía de ambas partes no está garantizada y el procedimiento transcurre de forma clandestina. “En la trama, es una pareja de personas mayores que se quiere mucho, pero que resuelven su final de una manera horrorosa. Como la mujer estaba sufriendo, el hombre la mata asfixiándola con una almohada. Es una escena tremenda. Luego, él decide hacer lo propio y muere de inanición en la cama”.
“Hay un componente de amor en el medio: es muy común en las parejas de muchísimos años que, cuando un miembro está muy enfermo y fallece, la otra persona desea de manera permanente su propia muerte. No quiere decir que quiera ejecutarla, sino que en caso de que llegue, no le molestaría ni se sentiría mal con el asunto”, expresa Susana Ciruzzi, abogada y especialista en bioética.
Quizás el deseo de morirse también se relacione con la idea de saltearse el duelo, la angustia que implica sobrevivir al ser querido y no sentirse capaz de procesar la pérdida. De cualquier modo, como refiere Ciruzzi, las ganas de fallecer y de acompañar a la persona que murió antes, no equivale a una conducta suicida ni mucho menos. Puede pensarse, en cambio, como una aceptación.
Para graficar el fenómeno, Ciruzzi relata una experiencia en primera persona. “Cuando era una abogada muy jovencita, afronté un caso de un suicidio/homicidio --tal como se lo conocía en la época, porque no se hablaba de eutanasia dual ni mucho menos--. Se trató de una pareja de muchísimos años en que la mujer estaba muy enferma e hicieron un acto suicida. El señor le dio de beber a la mujer un veneno y ella murió. Luego él se disparó un balazo en la cabeza, pero con tanta mala suerte que falló. Aunque se lastimó, no llegó a matarse. Al llegar la policía a la escena del crimen la señora había quedado tendida y su marido la tapaba de una manera amorosa”. Al menos, así constaba en el relato policial. Luego, al hombre lo detuvieron, estuvo preso y salió en libertad con una excarcelación extraordinaria. “La sensación era que ni bien tuviera la oportunidad, intentaría suicidarse. Y así fue”.
El derecho a morir, en el mundo y en Argentina
Conforme transcurre el tiempo, aumenta la cifra de personas en el mundo que pueden acceder al suicidio asistido o a la eutanasia en caso de requerirla. A la fecha, las jurisdicciones en que está autorizada son Suiza, Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Colombia, España, Nueva Zelanda, Portugal, Ecuador, Austria; estados norteamericanos de Oregon, Washington, Montana, Vermont, California, Colorado, Columbia, Hawaii, Maine y New Yersey; Quebec (Canadá); Victoria y Oeste de Australia.
Cada normativa se adapta al contexto y algunas generan más polémica que otras. Algunas leyes como las de Canadá, Luxemburgo y EEUU exigen que la persona que solicite la eutanasia debe tener al menos 18 años. En Países Bajos alcanza con tener 12 años. La edad es uno de los puntos de mayor conflicto, porque se emplea como parámetro para dividir a individuos que pueden tomar decisiones con razón y sin ella. A pesar de los grises, quienes escogen la interrupción voluntaria de la vida, lo hacen porque ya no pueden soportar sufrimientos vinculados en general a la pérdida de autonomía y del ser. Son casos que implican una declinación cognitiva y funcional que puede estar relacionada con una enfermedad generando una mala calidad de vida.
A pesar de los intentos del último tiempo, en Argentina no existe una normativa que autorice la eutanasia. Aunque no es lo mismo, el principal acercamiento normativo lo constituye la Ley 26.742 conocida como “Ley de Muerte Digna”, sancionada en 2012. La norma garantiza el derecho de pacientes con una enfermedad irreversible o en estado terminal, a rechazar procedimientos quirúrgicos, de reanimación artificial o al retiro de medidas de soporte vital cuando sean extraordinarias o desproporcionadas en relación a la perspectiva de mejoría, o produzcan un sufrimiento desmesurado. También las personas que así lo deseen, pueden negarse a recibir hidratación o alimentación cuando ambas prácticas tan solo sirvan para prolongar en el tiempo el estadio terminal.
La legisladora que se atreve
En agosto de 2023, la legisladora Mara Brawer organizó un encuentro que convocó a especialistas en el tema. “En esta reunión a la que asistieron personalidades muy importantes, se decidió realizar la campaña nacional por el derecho a la eutanasia: un paso hacia la dignidad de la vida. En la actualidad, estamos constituyendo referencias en todo el país para luchar por la ley. El objetivo de la campaña es concientizar, explicar y que la población entienda de qué se trata la eutanasia, deconstruir fantasmas”, apunta Brawer.
Ciruzzi matiza esta posición y opina: “Me parece necesario abrir el juego, pero también tener en cuenta las diferencias: no somos Holanda, sino un país que garantiza el acceso a los cuidados paliativos en menos del 12 por ciento de los casos. Se muere mal en la mayoría de los casos”. Y remata: “Es una falacia hablar de ‘muerte digna’ cuando no tenés una vida digna. Para mí es una enorme hipocresía querer empezar a discutir la muerte con dignidad cuando solo un grupo minúsculo de privilegiados tenemos una vida con dignidad en nuestro país”.