Esto se escribe mientras en el río Paraná ha varado un enorme buque granelero que obstruye totalmente la navegación. Se trata del "Clara Insignia", con bandera de las Islas Marshall, que zarpó del puerto de San Lorenzo con 31.000 toneladas de trigo rumbo a Bahía Blanca y de Lima, Perú. Mide 200 metros de eslora y 32 de manga, y al cierre de esta nota seguiría varado en el kilómetro 338, siendo ésta otra de las graves fallas de seguridad denunciadas en varios tramos del río por la Asociación Civil de Prácticos de la R.A., entidad que además denuncia problemas de dragado, balizamiento y mantenimiento de señales en varios pasos críticos.
Acaso sea el primer resultado del recién firmado acuerdo Milei-Lacalle Pou para condenar a muerte al Canal Magdalena, y en cuyas fotografías el presidente argentino se ve asombrosamente idéntico al Napoleón que encarna el actor Joaquín Phoenix en la película homónima de Ridley Scott.
Mientras tanto, y a la par, en tierra firme va siendo hora de precisar vocablos con urgencia, porque son necesarios para el entendimiento e inicio de restauraciones que urgen a nuestro pueblo.
Y la primera y más contundente precisión es que no existen libertarios en la Argentina. No, no existen y los que pretenden serlo no son otra cosa que cipayos traidores a la Patria.
Y los traidores, se sabe, son fracciones repugnantes de toda sociedad, desde el inicio de los tiempos, siglos y milenios atrás.
Claro que urge acabar también con otras falsedades. Como esta columna demostró la semana pasada, el dizque Partido LLA y sus candidatos no recibieron el voto mayoritario en las pasadas elecciones, sino sólo el 41.03% de los votos realmente depositados en urnas. Con eso quedó claro, además, el triunfalismo del candidato y sus huestes en otra vil maniobra de la telebasura que enferma a la democracia argentina.
Por eso conviene precisar las cosas: no sólo no triunfaron con la cantidad de votos propagandizados (y que en el mundo celebraron sus socios y patrones) sino que tampoco es admisible que se autoapliquen el mote de "libertarios", vocablo que denota en este caso una mentira.
Como queda claro, este texto no pretende solamente un sinceramiento matemático, sino exponer una verdad moral que hoy está ausente de la política argentina y acaso sea la peor enfermedad que afecta a nuestra amada Patria, y no por juego de palabras sino por transparencia conceptual: "libertarios" es un engañoso concepto basura.
Porque en la Argentina los verdaderos libertadores fueron José de San Martín y Manuel Belgrano, Mariano Moreno y Manuel Dorrego y tantos otros patriotas fundadores de esta República. Como también lo fueron en el Siglo 20 Hipólito Yrigoyen y Juan Domingo y Eva Perón, por lo menos. Todos ellos sí condujeron al pueblo hacia la libertad y la democracia, y fueron acompañados por un pueblo orgulloso de sus verdaderos y legítimos representantes, que delinearon fronteras y soberanías, y democracia, igualdad, futuro y orgullo.
Ese pueblo de todos modos quería y debía mejorar sus estilos y normas democráticas, pero no a costa de perder soberanía y dignidad ni de castigar al pueblo trabajador mediante la estúpida y cretina acción de dirigencias cuya incompetencia, egoísmo y necedad fueron finalmente insoportables.
Y tanto fue así que al cabo debió ser una mayoría resentida y necia la que votó el suicidio democrático de nuestro pueblo, que harto de mentiras y acomodos, por eso y sólo por eso acabó votando a esta caterva que al toque nomás se mostró abusiva, inmoral, destructiva y lo que es peor, cipaya por donde se la analice.
Por eso ahora, cuando gobiernan y pululan cachafaces que en sólo dos meses derraman violencia social, resentimientos y odios, y que encima no remueven sino que perfeccionan y abusan de formas, modos y estilos políticos que es cierto que estaban agotados, pero debían ser trocados por más y mejor democracia y no por nuevas mentiras ni por la servil entrega de soberanía a patrones extranjeros.
Es así como, rapidito nomás, estos seudo "libertarios" ya repugnan al pueblo argentino junto con muchísimos de quienes los votaron pero ahora por pudor no lo quieren reconocer.
Lo cierto es que en menos de 60 días muchos dirigentes de casi todos los colores políticos se apilaron al servicio de entregas territoriales y de todo lo mejor y bueno que tenía la Argentina, pero ahora y para colmo –todo hay que decirlo– dejando intactas y/o cooptando a personajes repugnantemente acomodaticios que hoy funcionan como tristes representaciones patéticas de lo peor de la tradicional política argentina blandita y genuflexa. Esas que siempre formaron alianzas oportunistas que durante décadas echaron a perder mucho de lo mejor del peronismo y casi todo el radicalismo.
El camino de la Paz tiene que ser exactamente otro: reclamar la renuncia inmediata del farsante y su banda de cipayos. Masivamente habría que pedirlo, y contundentemente, y no sólo una campaña nacional sino mundial, para que la pesadilla que hoy viven millones de compatriotas termine de una vez porque la Argentina –por Historia, Cultura y capacidades demostradas– no merece este presente ominoso y el mundo tiene que saberlo: el pueblo argentino, incluso los que votaron al Payaso, es evidente que están arrepentidos y no quieren la actual porquería política. Hay que ser muy duro en esto. Y eso es lo que hay que difundir.
Por eso libertarios NO y SÍ Libertadores. Por eso rechazar la entrega de un solo milímetro territorial de nuestra Patria. Por eso en estas graves horas enfrentar en las ideas a ese farsante vulgar y presuntuoso al que hipócritamente celebra el mundo dizque "desarrollado".
Finalmente, y aunque en las pasadas elecciones este columnista fue frustrado candidato presidencial impedido por una jueza servicial al poder y un ex periodista inmoral –quienes lograron vetar la única propuesta programática no convencional, patriótica y de cero costo monetario que pudo haber en las urnas–, este columnista no entrega, ni ahí, la esperanza. La Argentina soñada es perfectamente reconocible en aquellos 30 puntos que se difundieron en la campaña electoral y que tienen peso específico y vigencia asegurada.
En resumen, es obvio que los autollamados "libertarios" no son la mayoría del pueblo argentino ni ahí. Como tampoco fueron la mayoría electoral publicitada hace dos meses. Ni mucho menos representan un proyecto de país. Son apenas una horda tardía de bandidos de la política, hoy al servicio de patrones multinacionales. Por lo que va siendo hora de que el pueblo argentino trabajador y honesto –que sí existe y está activo y ahora vuelve a ganar las calles– aprenda a rechazarlos activamente de una buena vez. Como parece que lo estaría empezando a hacer. Enhorabuena.