Hace algunas semanas, cuando Buenos Vampiros concluyó su actuación con el epinicio Todo el mal, el festival Mar del Pop consumó su realización más potente, justo como preludio del cumpleaños 150 de Mar del Plata. A contramano de ediciones anteriores, la de comienzos de febrero sintetizó de forma homogénea el relato sonoro y estético de tres generaciones de músicos, reivindicando a bastiones del under argentino de los '90 y apostando por el futuro con la flamante cantera marplatense de post punk y géneros hermanos. Y asimismo demostró que es posible traccionar festivales boutique, un formato acá ignoto y desdeñado, pero que en urbes europeas como Barcelona derivó en un modelo de negocio para eventos no solo privados sino también estatales.

Pero Casa del Puente Discos, sello insignia de esta escena y de la ciudad balnearia, no ideó al Mar del Pop con esa intención adicional. Sucedió de forma espontánea, por iniciativa de un público ávido de contemporaneidad y de riesgo que en esta edición se volvió a topar con bandas en un gran momento artístico, como Dum Chica o Kill Flora (que ya lo habían evidenciado en el Nuevo Día, en enero en el Konex). Sobre todo el trío liderado por la cantante Lucila Storino -la mejor nueva frontwoman del país-, cuya performance es una dialéctica entre salvajismo y lujuria, pero sin perder el control de la situación.

Buenos Vampiros y Las Tussi (ausentes del festi), rankearon alto en remeras | Prensa Mar del Pop

Luego de su primera edición en el 2000 en Plaza Mitre, el festival costeño se retomó en 2010 y tuvo ediciones esporádicas en distintas locaciones, hasta la última en 2020, que fue "la mejor de todas", según coinciden organizadores, artistas y asistentes. Aconteció en Villa Victoria, antigua mansión de la escritora Victoria Ocampo devenida en museo y centro cultural. Aunque, ante la queja de los vecinos, este año el ruido se mudó a la parte más picante del barrio Las Avenidas.

Ubicada entre asentamientos cuyas paredes le hacen el aguante a Aldosivi (el equipo local más popular, hoy jugando en la Primera Nacional) a través de grafitis con tiburones vistiendo su camiseta verde y amarilla, Brewhouse Puerto es la única sala de entretenimiento de la zona. Se levantó en una antigua fábrica de pescado, donde nació como birrería artesanal hace siete años, y en los últimos dos fue tomando forma de centro cultural.

Por allí pasaron los locales Un año en la selva, que le dedicaron su tema Espanto a Ian Curtis, de Joy Division. Antes de esa banda, que se debate entre el dream pop y el post punk, ya habían tocado sus paisanos de No Me Toques y otras de las sensaciones de esa avanzada: Marchitorial, quienes suelen sumergirse en el manantial noise que esbozó Sonic Youth en su álbum Dirty (1992), aunque también se desdoblan hacia la experimentación heterodoxa de los post-rockers Slint.

Más de 2500 personas participaron de los dos días de festival en Brewhouse Puerto | Prensa Mar del Pop

Ese primer round del nuevo sonido marplatense lo cerró El Audaz Golpe, punto y seguido de esa catarata post punk, a partir de una impronta que apunta hacia el funk metal y al rock industrial. Mientras tanto, entre el público había quienes se animaban a candidatear a Dojo como "el próximo grupo que la va a romper", secundando a Buenos Vampiros y a Las Tussi, las autopercibidas "ignorant punk".

El trío no fue de la partida en el Mar del Pop 2024 porque iba a compartir una fecha con Mujer Cebra en enero, que al final se reprogramó para el 6 de abril en la misma sala: Club TRI, otro bastión de la escena y apéndice de TRImarchi. El célebre encuentro internacional de diseño dio muestras y señas de que Mar del Plata tiene un imaginario y una cosmogonía cultural rica en recursos. En sintonía con ese piélago que la bordea. Y pese a que aún es una incertidumbre si el evento volverá a hacerse este año, uno de sus creadores, Pablo "Pacheco" González Díaz, se encontraba entre los asistentes al Mar del Pop, al igual que el diseñador y músico George Manta, el crooner electrónico Leo Ferro y las propias Las Tussi. Para muestra del arraigo de estas últimas, en la primera fecha de Mar del Pop su merchandising era el que más circuló (totebag y remeras). En tanto que el sábado rankeó alto el de Buenos Vampiros.

Más allá de su experticia, Peligrosos Gorriones encarnó toda una oda performática el día uno del festival, al que asistieron 1000 espectadores. Y es que su frontman, el cantante y bajista Francisco Bochatón, se encontraba en estado de gracia, sudando fuego y escupiendo ferocidad. La banda reunida esta vez se presentó en forma de trío, con Guillermo Coda en guitarra y Braulio D'Aguirre en batería. Previo a desenfundar su arsenal de himnos (no faltaron Siempre acampa, El bicho reactor y Por tres monedas), por el escenario desfilaron los sónicos Kill Flora y el impecable shoegaze de los locales Tomates en Verano. Aunque el corolario marplatense de la jornada inaugural estuvo a cargo de los legendarios punks Loquero, con un set que mechó temas de su nuevo disco, Espíritu de 3 tonos, lanzado el 16 de enero, con una retahíla de clásicos.

Hubo agite multinivel en el recital de los legendarios punks Loquero | Prensa Mar del Pop

En la antesala del cuarteto, Dum Chica presentó su nuevo material, fiel a ese dance punk que alude a Delta 5 y a Glass Candy. Al tiempo que Los Brujos, más tarde, se dedicaron a revisitar esos temazos de siempre, reemplazando sus típicos sombreros cónicos por máscaras. Y es que la humedad no sólo mata en Buenos Aires. "Esto es lo que alguna vez añoramos. En nuestra historia, tuvimos a grandes headliners y eso nos llevó a algo más grande. Pero ahora volvimos a los orígenes, que están en el indie", cavilaba en camarines Pedro Moscuzza, creador de Mar del Pop (que tuvo coproducción de Brewhouse Puerto para esta edición), fundador de Casa del Puente y baterista de Tomates en Verano. "Este mix de artistas de diferentes épocas nos beneficia a todos. Las bandas nuevas están súper contentas de tocar con las que tienen trayectoria. Y viceversa. Es algo hermoso."

Como arquitecto de la actual revolución musical marplatense, el también integrante del grupo Altocamet confiesa que no le gustaría que se la infle ni que se establezcan paralelismos con lo que pasó en Mendoza. De los grupos locales que tocaron en el festival, Tomates en Verano, Marchitorial, Un año en la selva, Buenos Vampiros y Dojo participan en Casa del Puente. Este último escoltó a Maniobras, acto de apertura del sábado 3/2, la segunda fecha de Mar del Pop 2024, en la secuencia de toques.

Dojo cuenta con los condimentos para ser un artífice atractivo: su juventud, el desconcierto, la ambivalencia y su filosa manera de transmitir la angustia de su progenie. Están a medio camino del post punk y del new grunge, con un espíritu alimentado por la voz de su cantante, Federico Velázquez.

Moscuzza, creador del Mar del Pop y batero de Altocamet y Tomates en Verano | Prensa Mar del Pop

A continuación, Nina Suárez, como parte de su gira por la Costa Atlántica, presentó ese manifiesto indie acaecido en primer álbum, Algo para decirte. En tanto que Uma defendió su disco debut: Nueva en el amor, heraldo del pop barroco post 2000. Al igual que el día anterior, en la segunda jornada también hubo arenga política. Si el viernes sucedió durante la actuación de El Audaz Golpe, en la que el público agitó que "La patria no se vende", el sábado los iconoclastas (y marplatenses) Luzparis advirtieron que seguirán "resistiendo desde los escenarios". Y un rato después Benito Cerati arrancó su intervención ironizando: "Bienvenidos al show de Fátima Florez", aludiendo a la visita del Presidente a La Feliz para festejar su cumpleaños junto a su novia, la actriz que hace temporada en la ciudad con una obra teatral.

"Estoy contenta de tirarme en el mar frío, te renueva las ganas", enfatizó Juana Molina, ante 1500 personas, en el ocaso de ese día soleado. La cantante y compositora mostró su tez más punk. Lo que, de hecho, patentó en su disco en vivo ANRML, en el que la secundó (así como en el Mar del Pop) el baterista Diego López de Arcaute. Sus 40 minutos de show los remataron con la triada Ay, no se ofendan; Sin guía, no; y Dar (qué difícil).

Finalmente, aunque no era el plato fuerte de la jornada, Mora y los Metegoles se comportaron como tal. Y vaya que no pasó desapercibida esa loa hacia el pop (de sentimiento indie) que envuelve a sus canciones. Poco después, Ibiza Pareo le inyectó baile a la madrugada del domingo, en un rol compartido con los DJs de la fiesta local Bailable, pero no antes de que Buenos Vampiros regresaran a su ciudad para mostrar su crecimiento, su brío y su gratitud: "Gracias a Mar del Pop por darnos el espacio muchos años atrás", destacaron.


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