En su editorial, el periodista y conductor de La Mañana Víctor Hugo Morales habló sobre el abuso en los precios de los repelentes e insecticidas en medio de la invasión de mosquitos, y aseguró que está sumamente vinculado con el Gobierno de Javier Milei, que le da la espalda a los que más lo necesitan mientras fagocitan los negociados de las grandes empresas.

El editorial de Víctor Hugo Morales

No nos podemos defender ni de los mosquitos. Una nota de Leandro Renou en Página/12 documenta aumentos del 170 por ciento. Una sola empresa multinacional domina el 80 por ciento del mercado. Lo poco que queda fuera de la multinacional carteliza aprovechando la volada.

Raid, que antes se reía de los mosquitos según los anuncios, ahora se ríe del consumidor. SC Johnson, que seguramente es parte de la AmCham, cobra 5.000 pesos en los comercios del barrio.

Los que cotizan estupendamente son los zancudos. Matar moscas y mosquitos con Off cuesta 2.550, pero si también querés barrer zancudos, cotiza 700 pesos más. Vale más un zancudo que una persona, dentro de poco.

El tema atañe a la salud, pero vaya uno a decirle al Ministerio si lo que prevalece es la desregulación. Los mosquitos parecen saberlo y traen una urticaria generalizada cuando no se hacen de un poco de dengue y lo inoculan lo más campantes.

No poder defenderse de los mosquitos parece el colmo, pero ellos no lo saben, los empresarios. Los que sí lo saben están desregulados. ¡Viva la libertad! ¡Carajo con los mosquitos, las ronchas, las enfermedades!

El raid de los precios es una locura, pero uno se distrae pegándose con la mano abierta en los hombros, en las mejillas, en la pelada, en las piernas si usa bermuda o mini, o en el empeine, porque deberá aceptarse que tienen una puntería de kamikaze los mosquitos.

Así que lo demás no cuenta. El ataque de un mosquito es lo inmediato y, sin embargo, lo que hace roncha es la pobreza y el hambre.

Un tábano impiadoso al que repelen hasta los que lo votaron. Se preocupa de los artistas y sus recitales, mientras en cada casa domina el concierto de zumbidos. Los mosquitos ponen la música y los cachetazos que nos damos hacen la percusión.