En Rosario se conocían desde siempre, básicamente de enfrentarse en partidos de básquet, su pasión, uno jugando para Universitario y el otro para Estudiantil. Se respetaban en todo sentido e, íntimamente, cada uno tenía curiosidad por el otro. Ambos sabían que su “rival” en la cancha también era un apasionado emprendedor al que le iba muy bien en los negocios. ¿Y si nos juntamos?, pensaron en simultáneo.

Uno, Ramiro Fabris (39 años), siempre fue un fanático de analizar los negocios, desde las granjas de campo que veía de chico. Se inició a los 18 con una casa de celulares en la que incluso dormía porque allí había apostado todo lo que tenía, luego llegó a tener tres cibers con juegos en red y más tarde se expandió a canchas de fútbol 5. Lo inédito es que se la pasaba caminando ciudades, desde Rosario a otras aledañas después, buscando manzanas vacías para poner canchas sin pagar alquiler. Llegó a tener ¡37!, usando su inteligencia: les daba horas libres a los municipios para sus escuelas y así obtenía la explotación de los terrenos por años, sin pagar un canon.

Pero, de repente, se dio cuenta que tenía mucho gasto en pelotas. “¿Y si pongo una empresa que las fabrique?”, pensó. Para cualquier otro sería una locura, para Ramiro no.

Al pensamiento le siguió una idea y a la idea, la ejecución. Creativo como pocos, Ramiro lo hizo. Solito, primero. Todo armó. Y luego se sumó Marcos Galetto (36 años), quien había arrancado a los 23 con una clínica y ya tenía tres por ese entonces, apostando a la gestión, al desarrollo de la salud y la tecnología, siempre con un vínculo con el deporte. Así se transformaron en socios de Europaris, la empresa que pasó a ser en los últimos años una referente de pelotas profesionales (especialmente fútbol y básquet) a nivel nacional y hoy se extiende a Latinoamérica. Una que apuesta a productos premium que se realizan en dos de las tres mejores fábricas del mundo, una en Pakistán -la misma que produce para las tres firmas deportivas más importantes del mundo- y la otra en Oriente, la que fabrica para la elite del básquet estadounidense.

Europaris es hoy líder en ventas del mercado nacional, vendiendo cerca de 50.000 pelotas profesionales (65% de fútbol y 32% de básquet), las cuales van de los 65.000 hasta 120.000 pesos. Opera en el 60% de las provincias, 11 de los clubes de Primera de fútbol usan sus pelotas -hay diez modelos- para las inferiores y 17 asociaciones de básquet confían en sus pelotas profesionales -siete modelos-, entre otros. Todo es muy incipiente, pero en el 2023 vivió una explosión, porque se instaló en los principales shoppings de Buenos Aires y logró un hito internacional: el desembarco en Estados Unidos, puntualmente en Miami, y en varios países de Latinoamérica. Y no sólo hablamos de pelotas… También tiene palos de hockey de carbono 95 y hasta guantes de arquero, como vemos en su web https://europaris.com.ar, siempre siguiendo la línea “only profesional”, con productos tope de gama.

“A Marcos siempre lo vi disruptivo. Y, en un punto, como yo, un soñador de lo real. De entrada me sentí muy cómodo con él. Como que estaba en mi frecuencia, en una verdadera sintonía con lo que yo quería y soñaba”, arranca Ramiro para luego extenderse en los elogios hacia su socio y amigo. “Desde un primer momento nos complementamos muy bien. Yo soy una máquina de trabajar y siento que tengo la capacidad para crear, pero me faltaba alguien como él. Oveja Hernández, el técnico de básquet, lo conoció y dice que es mi Shogi. Yo siempre digo que yo soy grado 1 y él 359, distintos, diametralmente opuestos, pero ambos miramos ambos para el mismo lado. Como esos grados… Marcos me da su pausa, orden, pero sin dejar de ser ambicioso o ir para adelante. El único que soñaba como yo era él. Siempre estuvimos muy alineados”, analiza Ramiro.

Marcos devuelve gentilezas, pero fiel a una forma de ser distinta. “Rami es una guía para mí, alguien con una impresionante creatividad y nivel de idea. Un distinto. Y desde el primer momento nos complementamos muy bien, cada uno aporta lo que mejor hace”, completa.

Dos mentes disruptivas que se asociaron a las principales fábricas del mundo para lograr lo que nadie pensó que era posible, ni el entorno de cada uno. “Loco me decían, cuando yo les comentaba que quería ser como Adidas. ¿Por qué no puedo ser la marca argentina que compita con las mejores del mundo? Yo creía. Y Marcos también”, reconoce Fabris. También, juntos, idearon, montaron y desarrollaron un centro de fertilidad y genética en Rosario que es su otro orgullo. Algo que demuestra la versatilidad que tienen como emprendedores.

Nada ha podido detener a esta dupla que en el 2020 la pasó mal. Primero llegó la pandemia y todo el negocio se detuvo, justo en el mejor momento de la empresa. “Cuando nada se podía hacer, Marcos me decía de seguir adelante, que todo estaría bien, que íbamos a poder importar igual y seguir con nuestros sueños... Nunca dejó de hablar de ser una multinacional, de llegar a la NBA… Todas cosas que fuimos consiguiendo”, cuenta Ramiro mientras comparte una foto en las oficinas de la mejor liga del mundo de básquet.

Pero nada fue fácil… Cuando a la empresa le llegó la chance de ser la pelota de la Superliga Juvenil, en 2020, la nueva organización del fútbol argentino se disolvió y todo quedó en la nada. Y cuando luego logró ser la licenciataria de la Copa América para Colombia y Argentina, en 2021, el torneo pasó a disputarse en Brasil por la pandemia y todo también quedó sin concretarse. Dos golpes.

La dupla siguió. Sin pausa pero sin prisa. En 2022 fue un mimo ser la pelota del Partido por La Paz disputado en el estadio Olímpico de Roma y que tuvo como finalidad dejar un mensaje -que dio el Papa Francisco- y realizarle un homenaje a Diego Maradona, justamente quien ya había tenido una Europaris entre manos cuando fue a la cancha de Argentinos Juniors para otro reconocimiento, aquel en vida. 

Diego tuvo una Europaris en sus manos.

La imagen de Ronaldinho, una de las tantas estrellas mundiales, con el Papa y la pelota Europaris es fuerte. Y resume un poco el resultado de un camino recorrido. “¿Quién lo hubiese pensado hace unos años, no?”, se pregunta Ramiro, sonriente. Inquieto, nunca se detuvo y un día, luego de una nota de radio, conoció la historia de Silvio Velo, el mejor jugador de todos los tiempos en fútbol para no videntes, dos veces campeón mundial y tres veces medallista paralímpico, y decidió fabricar una modelo de pelotas para ciegos (con un cascabel interior) en reconocimiento a Silvio. Profesional, claro.

Ese mismo año, Euro fue sponsor oficial de los Juegos Sudamericanos de la Juventud, en Rosario, donde crearon un Parque Olímpico con dos canchas profesionales. Así fue que, en pocos tiempo, ambos habían pasado de emprendedores a empresarios y les hacían una nota para el diario The Wall Street Journal, con un desarrollo de dos páginas y hasta un lugar en la tapa.

“No nos sorprende lo que hicimos y adónde llegamos. Porque siempre tuvimos esa visión. Como ahora ya sabemos hacia dónde vamos. Hace ya un año estamos en Miami y entrando a Latinoamérica. Y a mitad del 2024 puede ser Japón... Y lo que más nos enorgullece es hacerlo con productos de alta gama”, asegura Ramiro, al frente de una empresa que avanza a ser una multinacional tras desembarcar en Colombia, Perú, Bolivia, Perú, Brasil, Costa Rica y hasta Estados Unidos, nada menos que en Miami, ciudad siempre especial y más ahora con Leo Messi.

Mucha gente se pregunta cómo una empresa argentina produce artículos top en las mejores fábricas del mundo y luego puede vender en la Argentina a precios que el consumidor alcance a pagar. “Porque estamos en todo, la fabricación, la importación, la distribución, en los cinco pasos de la cadena del negocio... No delegamos ni tercerizamos. Así, lo que ahorramos en esos canales, va al producto y así es que lo puede pagar un argentino. Esa capacidad de estar en todas las áreas nos permite fabricar productos que rondan los 100 dólares, pero nosotros podemos venderlo en una suma no tan grande de pesos argentinos. Ese es nuestro modelo de negocios. Una prueba de que algo inaccesible puede ser accesible”, revela.

Ramiro y Marcos lo hicieron posible. Lo soñaron, lo idearon y lo ejecutaron. Y esto, sienten, recién comienza… Desde Rosario al mundo.