Portada de Clics modernos (Foto: Uberto Sagramoso) 

Estoy intentando dar con ese clic y compartirlo con alguien que quiera saber, oh si, que quiera saber y quedarse con esto. Me veo en la fotografía tan distinta pero al mismo tiempo sigo siendo esa pequeña que todavía le cuesta sonreír. Cuando niña solía entretenerme con todo lo que esté a mi alcance y siempre la música ahí, encima de todo. No como algo buscado sino como algo que está ahí, como la noche o el día. La radio prendida para acuchillar el silencio y que no se oigan los pensamientos. La radio calentita todo el día. Mi mamá prefería FM para menos palabras y más ritmo. Mi papá AM porque ritmo ya tenía con ser obrero y la fábrica y demasiado con ese traka traka. Pero mi papá todo el día afuera, entonces en mi casa todo el día FM, tachintachin. Una sola estación 92.3 FM Zárate. Mis favoritos Chayanne, Shakira, Ricki Martin, Juan Luis Guerra, Laura Pausini, Thalía.

¿Qué es lo que llega a casa un día? El primer minicomponente. Además de grabar los temas que nos gustaban de la radio en un casette y escucharla siempre que queramos también desde entonces podíamos escuchar CD. Así que a mis 7 años, mientras estábamos de compras en un hipermercado, pedí "Pies descalzos", de Shakira.

Shakira era diferente a las demás, pero al mismo tiempo estaba muy de moda en ese momento. Todas las chicas escuchábamos Shakira: era rebelde y a la vez una chica presentable. Ingresó a mi casa sin ningún cuestionamiento de parte de mis padres. Un caballo de Troya. Entró y sonó mucho, un disco que escuché muchísimo y bailé muchísimo. Me aprendí cada letra de memoria hasta el día de hoy, las recuerdo más que al Padre Nuestro. Interesante para una niña de 7 años ya que podía darme cuenta cierta osadía en sus letras y también supe que su voz y forma de cantar era diferente a todas. Ese disco, sin que nadie lo sepa, abrió un camino en mi vida. Hice mis primeras presentaciones en público con ella, interpretando sus canciones para mi mami, primas, amigas, tías, abuela, etc. Mis primeras presentaciones en vivo. Shakira, "Pies descalzos". Mi favorita cuando niña. Mi iniciación.

Sigo abriendo matorrales en mis recuerdos y encuentro la joya más preciada para mi a mis 12/13 años. El momento clave. Mi tía Nidia Nilser Teresita, la tía mas grande, acaba de despedir a su hijo más pequeño. Mi primo se casó, se fue de la casa: mi tía y su nido vacío. Ahí me metió, en ese hueco hondo insoslayable, me sacaba a pasear, me llevaba a comer a su casa, me llevaba de vacaciones. Había dos motivos que me tenían ahí en su casa, por lo cual dejaba que me use y yo la usaba a la vez.

Primero: en mi casa siempre había bardo entre mi mama, mi hermano y yo y en lo de mi tía al menos me preguntaban cómo estaba y charlábamos. Segundo: mi primo cuando se fue dejó una pila enorme de CDs. Después de comer adoraba escucharlos mientras la tía dormía la siesta. Me tiraba en el sillón, play y sorpresa. Era espiar el mundo adulto. Algunas cosas conocía porque sonaban en las radios con frecuencia. Los Ladrones, Los Auténticos Decadentes, Los Fabulosos Cadillacs, Fito Páez.

Pero había una pila especial, iluminada como edificio de Dubai. Una escalera al cielo, totalmente construida con la discografía completa de Charly García. Un día, un dia, un día, play y Clics Modernos.

"No soy un extraño", "Plateado sobre plateado", "Ojos de videotape". Esas canciones que me rompieron algo adentro. La Luna chorrando sin parar. ¿Por qué tenemos que irnos tan lejos para estar acá? Algunos hijos son padres y algunas huellas ya son la piel. Nos quedamos por tener fe. Ganamos algo y algo se fue.

No podía entender bien qué estaba pasando. Qué era lo que salía por los parlantes. Y el mensaje que yo necesitaba más que nada: Este mundo te dirá que siempre, que es mejor mirar a la pared. Ya llega aquel examen del bien y el mal. Esas caídas al cantar, esa voz agudita de señor que no tiene miedo. Todavía se me hace agua la boca cuando lo escucho: Dos tipos en un bar se toman las manos, prenden un grabador y bailan un tango, de verdad. Desprejuiciados son los que vendrán, y los que están ya no me importan más, los carceleros de la humanidad no me atraparán dos veces con la misma red.  

Todo eso adentro me iba quebrando. Baje el volumen como si estuviera viendo porno.

Quise ser hombre, quise ser mala, quise estudiar mucho, quise irme de la escuela, quise irme de mi casa, quise irme de mi pueblo, quise ser Alicia en el País de las Maravillas. Me separé del mundo por primera vez escuchando ese disco. Algo me llamó. Perdí la inocencia en ese momento.

Era un sonido tan extraño para mis oídos y tan reconfortante para mis odios. Decía lo que yo pensaba pero no me animaba ni a pensar ni a poner en palabras y había alguien en el mundo que lo decía y de esa forma tan preciosa y envuelto en una música tan que me pellizcaba. Un disco pasado de moda para la gente del año 2002. Un disco encontrado en el cajón del abandono. Un tesoro para mí. Un amuleto. El mundo tal cual lo conocía se rompió. Desde ese día estuve sola. Yo era la figura negra de corazón luminoso al lado de Charly en la portada de Modern clics. Desde ese día anduve sola. Ir a la escuela después de escuchar ese disco no tenía sentido. Hablar con nadie para mí tenía sentido.

Le conté a mi primo que descubrí su tesoro y se puso tan contento que me llevó a un recital de Charly en el Gran Rex. Y eso termino por romperme la cabeza. Un flaco largo enorme saltando por todos lados. Siendo totalmente genial e incorrecto. Borracho, bochornoso, se me salía el cuerpo. Comprendí la fascinación. Me hice fan. Todas sus fotos, todos sus discos. Su poesía, sus caprichos, sus saltos, sus locuras, sus respuestas en las entrevistas.

Quise ser él. Empecé a estudiar piano para acercarme más a su forma. Me enamoré de la música para siempre. Empecé a escribir mis propias canciones y poemas. Si no estaba dentro de un libro, estaba aprendiendo alguna de sus canciones. Aprendí lo mejor, se puede elegir. Puedo elegir. No todo está al alcance. Hay que meterse por lo oscuro, hay salirse del camino para encontrarse.

Lo fui a ver a todos los recitales que pude, hasta me metí en su casa y canté con él una tarde entera. También le mandé una carta diciéndole que yo sería su amiga fiel, que nunca estaría solo. Pero ya ven, crecí y comprendí que la carta nunca llegó a sus manos o a su corazón. La música se quedó. Ella sabe todo: jamás estaremos solxs, si estamos con nosotrxs mismxs.

La Piba Berreta o Luludot Viento es una artista local referente del arte independiente. Nació en Zárate, creció arriba de un barco cabalgando el Río Paraná. La solitaria oveja negra de la familia quiso romper y escapar. En 2013 formó su primer banda, Lxs Rusxs Hijxs de Puta, con quienes viajaron y tocaron mucho y grabaron tres discos. En 2017 autoeditó su primer poemario Poesía nuclear, escrito mientras trabajó en la Central Nuclear Atucha, reeditado en 2022, por la editorial Elemento Disrruptivo. En 2020 fundó junto a doce amigas la editorial PDM (Putas de Mierda). Coordina talleres de escritura creativa. En 2021 lanzó su primer álbum solista Golpe de (m)suerte. El trabajo se expande y es también una película y un libro. En 2023 lanzó su segundo álbum solista Un dios nuevo, acompañado de un oráculo mágico de superpoderes, y también la editorial Mansalva publicó su segundo poemario, Estoy buscando un nombre.