Culpa y deseo 6 puntos
L’eté dernier, Francia/Noruega, 2023
Dirección: Catherine Breillat
Guion: Pascal Bonitzer, Maren Louise Kähene y Catherine Breillat
Duración: 104 minutos
Intérpretes: Léa Drucker, Samuel Kircher, Olivier Rabourdin, Clotilde Courau, Serena Hu, Angela Chen,
Estreno: Disponible para alquiler en Claro Video.
A juzgar por la filmografía de la cineasta francesa Catherine Breillat, su último trabajo confirma obsesiones y fijaciones que tuvieron un extenso desarrollo en su obra previa. Bajo el título local de Culpa y deseo en lugar del menos explícito original El último verano, la película en cuestión vuelve a girar en torno a vínculos retorcidos que tienen al sexo como exponente visible.
Parejas tirantes de diversa laya; hermanas que compiten frente a su familia por ver quien tiene el currículum sexual más profuso; dos actores de cine que no se pueden ni ver pero deben interpretar una escena de sexo; una adolescente que despliega sus copiosas fantasías durante unas vacaciones con sus padres. Incluso una versión de Barbazul, el cuento tradicional sobre un hombre que colecciona los cadáveres de sus esposas asesinadas. Todo forma parte del trabajo previo de Breillat, universo en el que este nuevo relato no desentona.
La protagonista es Anne, una abogada que se dedica a defender niños y adolescentes víctimas de distintas formas de abuso. Ella vive con su marido y sus dos hijitas adoptivas, pero durante el verano deben recibir a Theo, el conflictivo hijo adolescente de su esposo, fruto de un matrimonio anterior. La incomodidad se instala en el relato desde la primera escena, en la que Anne interroga sin contemplaciones a una chica abusada que sufre con cada pregunta. Aunque la mujer es su representante, no tiene problemas en llevar al límite a su herida clienta, para hacerle saber del rigor que le harán sentir los defensores de sus agresores.
Interpretada por Léa Drucker, en esa secuencia breve el rostro de Anne transmite una fiereza gélida que Breillat necesita destacar para retratar a su protagonista con la mayor precisión posible. Por el contrario, en la intimidad la mujer muestra una versión más amorosa. No solo con sus hijas y marido sino también con el rebelde Theo, que llega a volverse infumable, pero que ella logra manejar hábilmente. Esa dualidad se pondrá en tensión cuando el vínculo con el chico se expanda más allá de ciertos límites, haciendo de la casa familiar una olla a presión.
Culpa y deseo se desarrolla invirtiendo el orden establecido en el título. Así, desde lo argumental su primera mitad se mueve cerca del popular subgénero porno de las “pervert moms”, aunque sin la gratuidad de lo explícito, más enfocada en registrar las emociones que transitan los personajes. Aún así, Breillat incurre en no pocos excesos con el fin de dotar a Theo de un atractivo que se percibe artificial. Todo cambia en la segunda mitad, la de la culpa, donde hace su entrada una ferocidad que toma al espectador desprevenido, aunque nunca por sorpresa.