Sergio Maldonado se sentó en una mesa en la sede de Esquel de la Universidad de la Patagonia. A su lado, estaban su esposa Andrea, la abogada y el perito forense de la familia. Venía de estar siete horas junto a un cuerpo que se había encontrado flotando en las orillas del río Chubut, a metros de la comunidad Pu Lof de Cushamen. Cargaba con casi ochenta días de búsqueda de su hermano Santiago. Ochenta días soportando y conviviendo con mentiras, operaciones mediáticas y políticas, encubrimientos, destrato y hostigamientos por parte de funcionarios gubernamentales, de la Poder Judicial y las fuerzas de seguridad. ¡Ah! Y de los inefables empleados de los medios masivos de la comunicación concentrada.
Estaba otra vez cara a cara con los periodistas en esa rueda de prensa y les dijo: “Si no tienen qué poner, pasen música”.
La frase de Sergio Maldonado tuvo eco con rapidez en las redes sociales y en algunos medios digitales e impresos. Aquellos periodistas que entienden a la comunicación como un derecho –Pablo Llonto, Adrián Pérez, Pablo Marchetti, Martín Iglesias (fundador de FM Ahijuna), entre otros– recuperaron esas palabras y plantearon que Sergio Maldonado podría dar cátedra de periodismo.
Y sí, esa frase viene recorriendo todos los manuales de radio y periodismo desde hace años. ¿Sergio lo sabría? No importa. La interpretó y comunicó en el contexto justo.
Es una idea precisa, clara y concisa. Reclama hacer síntesis. Y a la vez, exige repensar el ejercicio de la construcción de la noticia. Exige preguntarse: ¿lo que tenemos para decir proviene de una investigación propia o es una imitación de lo ya dicho en otros medios? ¿Es relevante para las vidas de las y los ciudadanos, o es simplemente cáscara vacía? ¿Lo que tenemos para decir respeta la dignidad y los derechos de los familiares y sus víctimas, o es funcional a los intereses de poderosos y victimarios? ¿En qué contexto lo decimos? ¿Cuáles son nuestras fuentes de información? ¿Qué, quién, cuándo, dónde, cómo y por qué? Repensar todo en el momento de la elaboración y narración de un hecho como noticia. Si no es así, es preferible darle lugar a un hecho artístico, con un sentido construido, expresado en una canción.
En aquella conferencia, Andrea Antico, esposa de Sergio y cuñada de Santiago, recordó que la familia “fue atacada desde el primer día”. Y agregó: “Piensen, cuando publican y dan una información, que hay una familia sufriendo”. Sergio completó: “Mis padres están casi a dos mil kilómetros, el único medio que tienen es la televisión. Si ustedes tiran cosas que hieren o levantan fotos como la que se publicó de un cuerpo, me parece que no corresponde. Hay que replantearse un poco la profesión de todos y cómo la llevan a cabo. La ansiedad a veces juega en contra y es perjudicial para nosotros, somos seres humanos”.
Las palabras de Sergio Maldonado hacen, también, una fuerte alusión al silencio y al respeto. A ese silencio que hace entrar en pánico a los que entienden la información como espectáculo, como mercancía. Ahí se esconde una paradoja: ese periodismo le tiene rabia al silencio, y por eso necesita hablar y hablar todo el tiempo.
“De lo que no podemos hablar, debemos guardar silencio”, dijo alguna vez Ludwing Witgeinstein. El silencio a veces duele y hace pensar. No lo pueden soportar. Entonces, gritan todo el tiempo para poder callar. Gritan y sobreactúan la información para poder ocultar lo que lesiona sus intereses.
“Hay que evitar el riesgo de servir como vehículo de los intereses de grupos públicos o privados. Un periodista que publica todos los boletines de prensa que le dan sin verificarlos, debería cambiar de profesión y dedicarse a ser mensajero”, escribió Tomás Eloy Martínez.
Más de ochenta días con Santiago Maldonado desaparecido y algunos con su cuerpo aparecido. Sin embargo, hay que seguir insistiendo. ¿Por qué no se preguntan si los Benetton deben dar explicaciones, ya que todos los hechos se desarrollaron en sus tierras? ¿Por qué no cuestionar el avance del extractivismo en nuestros territorios?, nos decía en FM La Tribu el periodista Darío Aranda, horas después de conocerse la aparición del cuerpo. ¿Por qué no se habla de los desmontes y de los avances de las fronteras agropecuarias y de la megaminería, en esos medios que odian el silencio? ¿Por qué no se habla del despojo que sufren los pueblos originarios? Parece algo absurdo decirlo, pero este último caso sí buena parte del periodismo prefiere el silencio o pasar música.
Un hombre atraviesa quizás el momento más duro de su vida.Y en medio del dolor, logra la lucidez y la serenidad para plantearnos: “Hay que ponerse del lado humano. Si no tienen que poner, pasen música”. Esta frase es también una construcción social y una decisión política. Gracias, Sergio Maldonado.
* Comunicadores, periodistas, integrantes de la cooperativa de comunicación Huvaití.