En el año de los Juegos Olímpicos de París, casi todos los países líderes concurrieron a Doha con ausencias importantes. Esto se dio muy especialmente en las pruebas de natación, ya que el Mundial abarca cinco diferentes disciplinas acuáticas olímpicas para mujeres y hombres: las competencias de aguas abiertas, los saltos, el waterpolo, la natación artística y las pruebas de pileta.
Por su gran incidencia en el medallero olímpico, las competencias de atletismo y natación con más del 30% de las medallas totales en juego, son generalmente un termómetro decisivo para determinar el peso deportivo de los distintos países.
En Doha estuvieron ausentes en la natación de pileta varias estrellas mundiales, como por ejemplo la australiana Titmus, la estadounidense Ledecky, el italiano Ceccon, el chino Qin y la canadiense MacIntosh, entre otros notables.
Algunos equipos como los de las grandes potencias, Estados Unidos y Australia, compitieron con menos de la mitad de los nadadores que suelen presentar.
Esto ocurrió ante un calendario sumamente cargado en este año, en donde habrá además de los Juegos de París 2024, este Mundial ya mencionado, y otro Mundial de pileta de 25 metros en diciembre, en Budapest.
A esas competencias se agregan los torneos nacionales, los regionales y los selectivos. Así fue que la idea de muchos técnicos y nadadores es que no quedaría tiempo para una buena preparación olímpica, y de allí las numerosas ausencias.
Sin embargo, muchos de esos mismos técnicos y nadadores, e incluso dirigentes, propiciaron sin chistar, con su presencia y militancia interesada en las competencias con premios en dinero del frondoso y casi circense calendario, de la hoy desaparecida ISL. El engendro creado por un millonario ruso-ucraniano que hace unos tres años desafió a la Federación Internacional de Natación con el beneplácito de muchos de los líderes deportivos, que sin embargo hoy critican el calendario oficial 2024 por su extensión.
Hipocresías de quienes creen que la natación pertenece a esa pequeña élite convocada entonces por la ISL.
Del Mundial en sí, se destaca la contundente victoria en el medallero conjunto de China, que sobresalió como es costumbre en los saltos, seguida muy de lejos por Estados Unidos, que por supuesto tuvo su mejor actuación en pileta, en donde se destacaron también Australia, Holanda y Corea.
En el terreno individual brilló el joven nadador chino Pan Zhanle, con su récord mundial de los 100 metros libre.
En el equipo de Argentina fue muy buena la actuación de Agostina Hein, finalista en los 400 y 800 metros, con excelentes marcas de muy buen nivel internacional. En tanto que Ulises Saravia logró avanzar a la semifinal en los 50 metros espalda.
En síntesis, un Mundial en una fecha aparentemente incómoda para los países líderes, que con algunas ausencias deportivas mostraron así sus dificultades de preparación y objeciones al calendario de World Acuatics.
Todo esto dentro de un formato de deporte contemporáneo, que parece necesitar para sus sponsors numerosas competencias durante todo el año, como si fuera un deporte completamente distinto como el fútbol. Aunque sus características en la preparación y la presencia de las marcas y los récords como primer objetivo de crecimiento, lo hagan completamente diferente a otros Juegos Deportivos, que como en el caso del fútbol se basan cada vez más y como casi único parámetro de referencia en el éxito en cada evento.
* Ex Director Nacional de Deportes.