American Fiction 8 puntos
Estados Unidos, 2023
Dirección y guion: Cord Jefferson, basado en la novela de Percival Everett
Duración: 117 minutos
Intérpretes: Jeffrey Wright, Erika Alexander, Leslie Uggams, Sterling K. Brown, Adam Brody, Issa Rae, Tracee Ellis Ross, John Ortíz.
Estreno: Disponible en Prime Video a partir del 27 de febrero.
Una película protagonizada por personajes de la comunidad negra en los Estados Unidos recibe cinco importantes candidaturas a los Oscar. En tiempos de corrección política extrema, la noticia puede generar suspicacias y no porque el suspicaz exagere. La celebración de trabajos como 12 años de esclavitud en 2014, Green Book en 2019, CODA en 2022 e incluso Todo en todas partes al mismo tiempo en 2023, ayudan a cimentar la idea de que la Academia de Hollywood, al menos durante la última década, ha utilizado a los Oscar para lavar distintas culpas en un contexto de inquisición moral, antes que para reconocer la excelencia cinematográfica.
Es en base a tales antecedentes que nuestro amigo suspicaz puede suponer que las cinco nominaciones de American Fiction apuntan en esa dirección. Sin embargo, lo que en realidad confirma es una sospecha muy distinta: que la suspicacia también puede enmascarar el prejuicio. No solo porque se trata de una muy buena película, sino porque justamente viene a plantarse fuerte de cara a un contexto en el que la simple mención del pecado puede acarrear el mismo castigo que su comisión. La película no tarda mucho en mostrar sus convicciones.
Thelonious Ellison, a quién todos llaman Monk por razones de jazzismo explícito, es un escritor reconocido y docente universitario de letras a quien sus jefes le piden que se tome unas vacaciones forzadas. ¿El motivo? Algunos alumnos lo acusan de maltratos e intolerancia. Resulta que, durante una clase de literatura del sur estadounidense, Monk les da a leer a sus pupilos un famoso cuento de Flannery O’Connor, “The Artificial Nigger”, pero a una alumna la ofende la aparición en el pizarrón de la palabra que empieza con N. “Si yo pude superarlo, Britney, seguro vos también podés”, le dice Monk con abierta ironía. “No veo por qué”, responde la chica. La gracia de la situación reside en la inversión de los roles: Monk es negro, y por lo tanto quien más razones tendría para sentirse agraviado por el término despectivo, mientras que Britney, la que “no ve”, es blanca.
Monk está planteado como un personaje cinematográfico perfecto. Malhumorado, sarcástico, de lengua filosa, muy seguro de sí mismo y de sus convicciones, casi al límite de la prepotencia. Como Walt Kowalski, el personaje de Clint Eastwood en Gran Torino, pero intelectual en lugar de obrero, burgués en lugar de proletario y, sobre todo, negro. Es ese perfil el que saca a American Fiction del lugar común de “las películas de negros”. Acá no hay gueto, ni rap, ni drogas, ni streetball, ni ninguno de esos elementos sobre los que suelen redundar los retratos pornosociales que no pocas veces alimentan la temporada de premios. Igual que su protagonista, la película no esquiva la posibilidad de reirse del asunto.
Es que la última novela de Monk fue rechazada por todas las editoriales por no ser demasiado “negra”. Es decir, por no tener ni gueto, ni pobreza, ni violencia, ni bla, bla, bla. Y para colmo, el libro de una escritora negra que sí tiene todo eso es el best seller del momento. Verse reflejado en ese espejo, más el regreso al hogar familiar, del que se fue hace mucho con la idea de nunca volver, sacarán del protagonista toda su mordacidad en busca de burlarse del sistema. Pero, como diría Tu Sam, puede fallar. Y en esa falla está la gracia.
American Fiction logra ir profundo con recursos ligeros y por eso, al contrario del dicho, consigue abarcar mucho sin dejar de apretar. Un ejercicio crítico que no elude la posibilidad de reirse de sí mismo. Alcanza con notar que su ajustada y notable banda sonora desborda de soul y jazz por todos lados, géneros tanto o más “negros” que el mismísimo rap. Un saludable gesto estético que reúne humor y autoconciencia.