A partir de esta noche, el Centro Cultural Parque de España inicia el ciclo El CCPE en Ojotas, con distintas propuestas artísticas. Hoy a las 20.30, el Patio de los Cipreses (Sarmiento y el río) recibe a Señoras Fallidas, el espectáculo de stand up que integran Ana Carolina e Irantzu Varela. Una coincidencia feliz la de Carolina con Varela, con el humor como punto de encuentro, a la par de características distintivas y compartidas: la actuación, el periodismo, el activismo político, el feminismo y el transfeminismo.

El diálogo de Ana Carolina con Rosario/12 no puede evitar el contexto, que afecta siempre, pero ahora de modo acuciante. ¿Cómo sobrellevarlo con humor? “Creo que el gesto que tengo desde el 10 de diciembre es como cuando te quedás perpleja, sin poder todavía pestañear. También porque yo soy una persona muy lenta. Pasó poco tiempo, y si bien lo podíamos anticipar, yo estaba en el lugar de quienes teníamos la esperanza de que esto no iba a suceder, de que iban a pasar otras cosas. Ahora que está pasando, y por ser una persona tan lenta para algunas cosas, todavía siento que no estoy pudiendo reaccionar, si bien salí a la calle, levanté las banderas y estoy en los grupos de WhatsApp, para tratar de charlar con quienes pensamos que esto no iba a suceder”.

“Estoy hablando desde cierto lugar de saciedad material, si querés, que se está diluyendo. Hay tantas compañeras que no pueden pagar el alquiler o no están cobrando las horas extras, la plata no les alcanza y están a merced de propietarios que pueden ejercer su ansia de usura, sin tener ellas recursos para protegerse, porque parece que el estado se estuviera desmantelando, siendo atacado desde adentro como si tuviera un cáncer. En lo personal, lo tomo como si estuvieras agarrándote codo a codo con alguien, un poco para que la otra persona lo sienta, pero también para sentir que a vos te agarran, que no estás sola. Entonces, juntarnos más a cocinar, vernos más seguido, tratar de no atacarnos entre nosotres, que también es un ejercicio difícil; cuando las condiciones materiales se derrumban, a la persona que tenés más cerca y que más te quiere, es a quien tal vez le arañás la cara; hay que tratar de no caer en esa. Pero me parece que el gesto perplejo no se me termina de borrar”, continúa la actriz y guionista.

-En este sentido, ¿pensás de otra manera el humor?

-Lo de los chistes está difícil; si bien nunca es fácil, ahora una trata de prestar más atención que nunca. ¿Qué hago? ¿lo nombro o no lo nombro en los chistes? Prefiero, por lo menos, en esa hora durante la que estoy con las personas que fueron a ver el show, no hacerlo; primero porque siento que quienes están, comparten de alguna manera algunas cosas. También como si fuera el último recurso de poder que tengo, el poder de decir “no voy a incluirte en mis chistes porque ya estás súper incluido en mi vida”, e intentar en esa hora hacer una burbuja de demencia.

-Tal vez lo más difícil sea hacer reír a quienes no comparten una misma manera de pensar.

-Me parece un sueño fantástico que eso pueda suceder. Las veces que me pasó fue medio un espanto. Me dije: “¡Mirá, esa gente que no piensa como yo se está riendo conmigo!”. Pero era un malentendido, no se estaban riendo conmigo. Es el riesgo que una toma cuando cuenta chistes. En definitiva, una no sabe de qué se está riendo una persona. De todas formas, la experiencia de haber estado ese tiempo, en ese espacio, con esos otros cuerpos que también se estaban riendo, hace que opere ahí algo de la magia, del cargar la semilla del sol común. Estar en el teatro cuando todo el mundo se ríe, hace que en el cuerpo te pase algo. Y me parece siempre interesante el ejercicio de cuando las personas que vienen a los shows, hacen un pispeo de quiénes más lo están viendo. Es lindo reírse con alguien a quien no conocés, personas que habitan la misma ciudad o pueblo donde estés actuando.

-¿Qué es Señoras Fallidas?

-La propuesta de Señoras Fallidas es un mejunje de dos shows preexistentes, que adaptamos para que entráramos las dos en un tiempo que nos pareciera amable para el público, al que tampoco queremos agotar y hacerlos reír más y más. No, en algún momento tenemos que parar. Se llama así porque no paramos de fallar. Al primer espectáculo que hicimos juntas le pusimos “Intifada Bollera”, y hubo toda una confusión con el nombre, la mayoría no sabía qué era “intifada”, y tampoco “bollera”. Nos pareció que “señora” es un nombre en el que nos reconocemos. Yo siento que fui vieja siempre. Ira también. Pero ella, además, da como “señora”; pero es fallida, porque es lesbiana, punki, se pronuncia sobre el genocidio en Gaza. Así que Señoras Fallidas nos pareció un buen nombre. En esta combinación compartimos poco el escenario, pero cuando lo hacemos nos divertimos; está pensado como un show más tradicional, de stand up antes que teatro, con Iran -según dice ella- incursionando ahora con el humor, algo que yo creo viene haciendo hace rato.