Javier Milei liberó el precio de los alimentos que aumentaron hasta más del 400 por ciento y suspendió los envíos a 44 mil comedores populares. Es lo más parecido a sacarles el paracaídas a cientos de miles de argentinos y lanzarlos al vacío.
Este gobierno llevó a la mayoría de los argentinos a la pobreza y los trató como vagos que no trabajan y viven del Estado. La desesperación en los barrios humildes hizo que aumentaran los necesitados y desbordaran los comedores que aún funcionan, pero sólo pueden dar una comida y no todos los días a base de donaciones y de un enorme esfuerzo solidario. Otra vez la Argentina solidaria del pueblo frente a un gobierno empobrecedor y de los poderosos.
La catástrofe logró que se unieran los movimientos sociales de todos los colores, independientes, peronistas, trotskistas o autonomistas y marcharan en distintas ciudades del país. En CABA manifestaron hacia el Ministerio de Capital Humano entre forcejeos y gas pimienta con el que miles de policías de la Ciudad trataron infructuosamente de impedir que la multitud cortara el tránsito.
“¿Sabés cuánto vale un kilo de carne?”. “No, porque yo no hago las compras”, respondía el candidato Javier Milei al periodista de Crónica en octubre del año pasado. “¿Sabés cuánto vale un boleto mínimo?”, mirada perdida, trata de inventar y desiste: “No” responde Milei. El periodista insistió con el kilo de pan y la jubilación mínima y la respuesta fue la misma. El tipo no sabía un pepino de la vida los argentinos de a pie, muchos de los cuales lo votaron para que les solucione esos problemas de los que el personaje no tenía la menor idea. “Porque yo miro los números agregados”, trató de explicar.
Resulta un poco violento el encuadre entre el que votó al boleo y el candidato que no sabía los problemas de la gente. Cuando este tipo habla de libertad o de problemas se refiere a la libertad y los problemas de las corporaciones y no de la gente. Los pobres, o sea el 58 por ciento de los argentinos, no son “gente de bien”, son vagos que prefieren no trabajar, según la cosmovisión de estos personajes.
Si cuando era candidato, el precio de la carne o del colectivo no estaba en su agenda de problemas, no resulta extraño que ahora no tenga la más mínima idea del infierno al que arrastró a la mayoría de los habitantes de este país.
Los recontraoficialistas de TN lo entrevistaron esta semana. Le señalaron que el aumento a los jubilados, de 27,18 por ciento, está muy por debajo del 60 o 70 por ciento de la inflación del trimestre. Este Presidente nefasto le repreguntó: “¿Cuál es el sector etario que tiene menos pobres, en proporción?” El abatatado periodista le contestó: “los jubilados”.
Estos tipos viven en Narnia. El 49 por ciento de los jubilados cobra el haber mínimo, el 16 por ciento más de uno y menos de dos. Otro 10 por ciento cobra dos haberes mínimos. Todos esos están por debajo de la línea de pobreza y muchos del resto, que perciben más de las dos mínimas, también lo están. Si la canasta básica está en 600 mil pesos, según el INDEC, más del 80 por ciento de los jubilados están bajo la línea de pobreza. El tipo leyó los números al revés.
“En cambio —agregó Milei con aires de suficiencia— son pobres el 70 por ciento de los niños”, como si estuviera reventando a los jubilados para favorecer a la infancia, cuando está reventando a todos por igual.
La crónica de Fabián Restivo y Aien Nesci en Constitución, que publicó Buenos Aires/12, dio cuenta de la era infame que inauguró Milei. Pibes saltando los molinetes, jubilados pidiendo que los dejen pasar sin pagar, igual que un veterano de Malvinas, madres que hacen pasar a sus hijos por debajo de los molinetes y después ellas hacen lo mismo. Son miles que deben viajar desde el conurbano a la CABA y no les alcanza. Los pibes se lo toman en broma o como aventura. Para los demás es humillación, el veterano de Malvinas que no quiere colarse y tiene que pedir que lo dejen pasar o los jubilados o la madre que mira la cámara con vergüenza.
El boleto de subterráneo aumenta todos los meses. Pero el servicio no mejora. La invasión masiva de mosquitos, cucarachas, cascarudos y otros insectos obligó el viernes a cerrar la estación Piedras. El país atraviesa la peor epidemia de dengue de la historia con miles de infectados y una invasión de mosquitos sin precedentes y el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no mueve un dedo, no hay prevención ni fumigación como en algunos distritos del conurbano. No hay campañas de difusión para prevenir o informar adónde pueden recurrir los infectados o qué medidas tomar. El ministro de Salud de CABA, Fernán Quirós, que fue eficiente durante la pandemia, ahora está paralizado ante la epidemia que se está convirtiendo en endémica.
Los burros que repiten “la fiesta terminó” votaron a un gobierno que dice eso, porque considera “fiesta” todo lo que no sea Seguridad, Defensa y Justicia. La inversión en Educación es “fiesta de la casta”, igual que lo Social, y Salud.
En la lista de Milei no figuran las Relaciones Exteriores, porque en realidad, en su idea, la política exterior del país la conducen Estados Unidos e Israel. La Cancillería sería un gasto inútil como quedó demostrado con el silencio vergonzoso de la canciller Diana Mondino ante la provocación de su par británico, David Cameron, que visitó las Islas Malvinas desde donde declaró que “son y serán inglesas”. Fue una escupida en el ojo y el gobierno mantuvo silencio. La vicepresidenta Victoria Villarruel, hija de un represor del Operativo Independencia y también veterano de Malvinas, se hizo cómplice de ese silencio y, en contrapartida, retiró del Senado el busto de Néstor Kirchner, el presidente que más hizo por la causa Malvinas en los últimos 50 años.
El secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, hizo una pasada de unas horas por Buenos Aires y se reunió con Milei. No hubo ningún anuncio concreto más que de buenas intenciones y del consabido interés norteamericano por el litio.
Al revés de la contraposición que quiso generar la prensa conservadora con el Brasil de Lula, ni la relación con Estados Unidos es buena. En Estados Unidos es un año electoral. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, hizo un papelón en Washington cuando no tuvo más remedio que hablar en un “inglish” balbuceante y tarzánico en la reunión de la Conferencia de Acción Política Conservadora, que convocó a fuerzas de ultraderecha y en la que participará también Donald Trump. Este sábado estará Milei en esa reunión de los enemigos políticos de Joe Biden, candidato a la reelección.
Nadie puede predecir en qué momento el humor social llegará a su punto de hervor. Pero este gobierno está haciendo todo lo posible para que sea lo antes posible. La sociedad está sufriendo y la paciencia tiene un límite. Cualquiera lo sabe. Después de felicitarlo, la número dos del FMI, Gita Gopinath, le expresó esa preocupación a Milei.