Los bruscos aumentos de precios registrados en los últimos meses golpearon en todos los rincones del país y por supuesto que Mar del Plata no fue la excepción. Los marplatenses sintieron el aluvión de ajustes impuesto por el nuevo gobierno que, en su intención de “refundar” la economía, terminó por sacudir a los vecinos en medio de una temporada de verano poco redituable.
Si bien en líneas generales, en el ámbito del turismo se aguardaba por un repunte con el veraneo en la playa, esto no ocurrió y los números que acompañaron la temporada preocuparon al ala comercial de la ciudad. A su vez, detrás de las luces y los balnearios, los marplatenses que viven todo el año allí atraviesan un panorama económico que cada vez se torna más complejo.
Como consecuencia, los habitantes locales que llevan adelante sus rutinas por fuera de todo el espectro del turismo buscan alternativas para para eludir los incrementos ya cotidianos, a fuerza de trabajo y reajuste de gastos. En este contexto, los vecinos no en ocultan la preocupación y la incertidumbre de cara a los próximos meses. En diálogo con Buenos Aires/12 explicaron cómo sobrellevan el día a día.
“La situación ha desmejorado mucho porque cayó el poder adquisitivo, por lo que se dificulta mantener el estilo de vida que uno tenía, que ya venía afectado por la crisis inflacionaria, que no es nueva, pero que se agudizó”, explica María González, una docente con más de de 16 años de trayectoria, sobre el panorama general que se vive en "la feliz". Y enfatiza sobre las estrategias ante la disparada de los precios: “Se notó un aumento en todos los rubros, así como también que la gente aprovecha mucho los días de ofertas bancarias y las compras mayoristas. En los comercios de alimentos se nota gran disparidad de precios, así como el resurgimiento de marcas o segundas marcas”.
La docente de 50 años aborda también la situación del sector educativo y a la suba de la canasta escolar que califica como "sideral": “Los útiles y los insumos que utiliza un docente implican gastar de su bolsillo altas sumas de dinero en tinta para impresión, resmas... que no son retribuidos por el empleador”, asegura y agrega que hay escuelas en "condiciones laborales pésimas, sin recursos y con una infraestructura deplorable”. Si bien algunas de las políticas planteadas tienen buena recepción en esa comunidad, en función de mejorar el sistema educativo, “al verse afectado el sueldo docente, el descontento es general”.
Lucas Castillo es empleado de comercio y coincide con María en torno a lo complejo que resulta llenar el changuito para un trabajador. “En el supermercado al que voy cada tres semanas, las últimas dos veces que fui pague un 100 por ciento más que la vez anterior", cuenta a modo de ejemplo. "Cuesta desde hace varios años llegar a fin de mes y ahora se ha incrementado un poco más”, afirma, mientras mira a su alrededor y describe una división en la sociedad marplatense en torno a los cambios planteados por el Gobierno nacional, y que entiende lógicos: “Siempre hay recorte de gastos cuando hay nuevos gobiernos y ahora hay algunos que te dicen que hay que esperar que se estabilice un poco todo, que tienen esperanza y otros que creen que nada va a cambiar”.
Al otro lado del mostrador, entre las pymes crece la incertidumbre respecto de los precios y el encarecimiento de la materia prima. Desde la administración de Pancho Villa, un local de comidas rápidas con precios económicos, el relato es sobre cómo mantener a flote la vida cotidiana: “Estamos hace 17 años y por suerte trabajamos todo el año, por lo cual la temporada es un plus. El peor enemigo del comerciante es la inflación y tener que estar continuamente evaluando los costos, para no perder. No es fácil pagar salarios”. Los administradores del lugar agregan que uno de los gastos más importantes que tienen las pymes gastronómicas corresponde al servicio de recolección de basura y, dependiendo de la cantidad de días que se requiera, su valor puede superar los 70 mi pesos. “La sensación es que hay que seguir trabajando como siempre porque entiendo que nadie quiere perder y todos ponemos nuestro esfuerzo para salir adelante”, concluye la administradora.
Alejandro Luvoni trabaja de remisero hace más de 30 años y, si bien asegura que ama su profesión, reconoce también que el rubro está cada día más complicado y que muchos optan por utilizar las aplicaciones de viajes: “La temporada ayudó en cierto modo, pero históricamente el remis trabaja mucho con la gente que vive en Mar del Plata y no tanto con el turista, que se maneja con las nuevas aplicaciones o en taxi”. Al ser remisero, la herramienta de trabajo de Alejandro es su auto y aunque la mayoría de sus colegas tiene instalado un equipo de gas, el aumento de los combustibles que igualó al dólar trajo como consecuencia también una escalada en el gas. “Ahora hay que hacer cargas inteligentes para cuidar la plata. El metro de gas está alrededor de los 500 pesos", dice y advierte que seguirá aumentando. "Diariamente estaría gastando entre 7 mil y 8.500 pesos, según los viajes que haga”, detalla el remisero marplatense, que registra un gasto semanal cercano a los 40 mil pesos. Alejandro, que pasa mucho tiempo en la calle y durante cada viaje conversa con los vecinos, puede dar cuenta de las diversas visiones sobre la situación actual y en particular acerca de los precios: "Vos querés un rollo de cocina acá a dos cuadras y te sale 1.500 pesos pero haces dos cuadras más y te sale 1.700. Capaz que te vas a 15, 20 cuadras más allá y lo conseguís a 950. El tema de la liberación de precios también ha prestado para que el comerciante tenga una facilidad para hacer lo que quiera con los precios”, señala durante la charla.
Estudiar y viajar, dos quimeras
Para los estudiantes terciarios y universitarios que llevan adelante una carrera, el panorama también resulta complejo; todavía más para los muchos que llegan a estudiar a la ciudad desde otras localidades y viven solos. Uno de esos casos es el de Mía Gramaglia, oriunda de Córdoba y estudiante de Periodismo. “Estudiar en Mar del Plata siendo del interior está cada vez más difícil porque el alquiler, además de ser complicado de encontrar, es muy caro", asegura la cordobesa a quien para alquilar en la zona céntrica de la ciudad llegaron a pedirle más de 300 mil por mes. "A eso se le suma la cuota facultativa de un promedio de 70 mil pesos y la comida que tiene que consumir el estudiante”, detalla la joven de 20 años para agregar: “El transporte público también es una de las mayores preocupaciones que tenemos porque está caro y hasta piensan en aumentarlo, ya no es un servicio que esté al alcance de todas las personas”.
Después de las paritarias de los gremios del transporte y la quita de subsidios impuesta por la administración nacional para este 2024, se viene un incremento importante que sacudirá a los marplatenses. El el boleto para un viaje intermedio desde Mar del Plata a Santa Clara del Mar pasó de los 900 pesos a costar 1.200. En tanto que que el viaje mínimo, si se aplica el aumento que está estipulado, podría pasar de los 300 pesos a costar $961,94. De cualquier manera, todavía no está firme ese incremento y se estima que todavía existe la posibilidad de llegar a un consenso para que la escalada termine en una una cifra “razonable”.
Elena Jiménez completa la visión general desde su perspectiva como jubilada de 70 años y vecina de toda la vida de Mar del Plata. “Hace varios meses que venimos sufriendo la caída del salario en general y ni hablar del haber jubilatorio. Por lo tanto, se está observando una incipiente recesión", dice lamentándose ante precios que suben semanalmente y un poder adquisitivo se reduce en continuado. A pesar de eso, guarda alguna cuota de expectativa: "Todo cambio viene acompañado de un shock en la economía y esperemos que sirva para salir adelante de una buena vez”.
Las opiniones de los marplatenses son diversas, pero terminan confluyendo en un mismo lugar: hoy cuesta dos veces más que ayer llegar a fin de mes y se necesita de manera imperiosa una estabilización de los precios y una actualización salarial. Algo que no parece divisarse, al menos en el corto plazo.
La difícil tarea de llegar a fin de mes
Las dificultades cotidianas se reflejan en la variación abrupta que sufrieron los precios de los alimentos básicos. De acuerdo a los datos relevados por el Instituto de Investigación Social Económica y Política Ciudadana (Isepci) en diversos comercios en comercios de Mar del Plata, hubo un incremento de más del 45 por ciento en los últimos dos meses.
En cuanto a la Canasta Básica de Alimentos (CBA), calculada una familia tipo integrada por dos adultos y dos niños, cada núcleo familiar debió contar con al menos 247.084 pesos, en el mes de enero. De esta manera, la suba corresponde a un aumento del 47,7 por ciento, si se tiene en cuenta que en el pasado mes de noviembre la misma canasta tuvo un valor de 167.313 pesos.
A su vez, según Isepci, desde enero del 2023 al 2024 la Canasta Básica de Alimentos tuvo una variación de un 309 por ciento, mientras que la Canasta Básica Total (CBT), que abarca bienes y servicios esenciales, en enero pasado alcanzó los 521.348 pesos. Cabe señalar que esta última cifra es la que demarca la línea de la pobreza y que es preciso registrar ingresos mayores a la CBT para que la familia no sea considerada pobre.
Una temporada turística para el olvido
Después de una temporada que en 2023 superó los números históricos, los números del turismo marplatense se desplomaron, incluso teniendo en cuenta que la ciudad volvió a ser uno de los destinos más elegidos en la costa argentina. La escalada de precios llevó a que la ocupación hotelera registrase, en promedio, entre el 75 y el 80 por ciento a lo largo de la temporada de verano, con excepción de la segunda quincena de enero cuando la ola de calor atrajo un importante caudal de personas, de acuerdo a los datos del área de Turismo Mar del Plata.
Mientras que para afrontar el gasto de un alquiler los valores en enero escalaron hasta llegar a cifras entre los 220 mil y 400 mil pesos semanales, dependiendo de la cantidad de personas.
Los balnearios también estuvieron en el ojo de la tormenta por los aumentos, con tarifas que oscilaron entre los 40 mil y 50 mil pesos diarios en las playas más importantes, aunque en caso de trasladarse hacia Santa Clara del Mar, allí el costo rondaba entre los los 25 mil y 30 mil pesos por jornada.
Otra de las disyuntivas que se registraron a lo largo de la temporada tuvo que ver con la gastronomía. Nuevamente el cálculo sobre la familia tipo: tuvieron que gastar entre 50 mil y 70 mil pesos como mínimo para salir a comer en un restaurante mientras que una merienda promedio redondeó los 6 mil pesos por comensal.