La obra Información para extranjeros de Griselda Gambaro, sobre la represión previa al golpe de 1976, tuvo su estreno a más de medio siglo de su escritura, en la sala porteña Timbre 4. El texto fechado en 1973, protagonizado mayoritariamente por jóvenes de entre 19 y 23 años, describe, a modo de crónica de extrema crudeza, diversas escenas de violencia y represión: hay violaciones, cautiverios, secuestros y una atmósfera opresiva que se traslada en el recorrido por diversos ambientes y culmina en una de las salas del teatro del barrio de Boedo, donde los espectadores deambulan acompañados por guías de aspecto intimidatorio.
La autora la escribió en la época previa al golpe de 1976 y en 1977 su novela Ganarse la muerte fue prohibida por un decreto del dictador Jorge Rafael Videla; dos meses más tarde la autora debió exiliarse en Barcelona.
El proyecto que llevó a escena la obra se gestó en 2023 a partir de la muestra de uno de los cursos de la escuela de teatro que funciona en Timbre 4 pero ingresó a la programación de una de las salas del espacio, donde debutó el lunes pasado y tendrá funciones el lunes 26 y el jueves 29, siempre a las 21.30, en Boedo 640. Además habrá presentaciones en escuelas y municipios.
La docente del curso que devino en directora de la obra es Lucila Garay, actriz, dramaturga y docente. "Trabajamos distintos textos y películas sobre la misma temática. Si bien las escenas fueron escritas en la época previa a la dictadura, describen esa atmósfera de represión que sobrevendría después", cuenta y aclara: "Me gusta proponerles a los grupos estos temas que me interpelan y los interpelan y que requieren investigar y son un desafío de composición actoral".
Garay cuenta que sus alumnos "hicieron carne ese texto de Gambaro" y la presentación en el marco de la muestra conmovió tanto a los familiares de los actores como al resto de los estudiantes. "Entonces surgió la invitación para estrenarla como una obra en el teatro, y empezamos a trabajar el escenario y la escenografía y a coordinar los ensayos de las 18 personas que actúan".
Para la directora, el momento más emocionante fue el de tramitar los derechos con la autora, que tiene 95 años: "Se entusiasmó porque no había sido estrenada y la conmovió que el elenco sea tan joven". Un sentimiento semejante embargó a quienes asistieron al estreno: "La gente se sintió afectada. Incluso algunos no pudieron seguir el recorrido y nos esperaron para contarnos cómo los tocaba el tema".
Por su parte, los intérpretes se comprometieron con el texto que alude a cierta información que circulaba en la época y que algunos no querían ver. "Mi familia siempre me contó lo que pasó en la dictadura", contó Santiago Nicolás Castro, de 28 años, con otras cuatro obras en su haber. "Incluso busqué profundizar el tema con libros y documentales. Pero la obra permite escuchar lo que sintieron las víctimas y empatizar con ellas".
Otra actriz, Agustina Vázquez (26), relató que para entender el contexto de la obra, el grupo investigó desde material sobre el Tercer Reich hasta películas como Garage Olimpo y La noche de los lápices. "Me di cuenta de que, aunque había estudiado el tema en el secundario, sabía poco de lo que me interesaba a mí: ¿Qué les pasaba a las personas? ¿cómo era un día en su vida?", especula. La intérprete precisó que para componer a sus personajes, la pareja de un militante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias asesinado y la madre de una familia en cuya casa irrumpe un grupo de tareas, conversó con sus padres sobre lo que sintieron durante esa época. "Volver a contarlo es un modo de que no vuelva a pasar", reflexiona la joven que debutó profesionalmente con la obra, ya que solo había participado de muestras.
En cambio, Hernando Díaz Lliteras (48), quien actuó en varias representaciones, un cortometraje y el piloto de una serie, confesó que no tuvo que sumar lecturas sobre la dictadura ya que en 1977 lo llevaron secuestrado junto a toda su familia: "Nos liberaron al poco tiempo y mi padre fue puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional y presté testimonio en la Secretaría de Derechos Humanos y varias causas judiciales".
"Fue muy fuerte para mí porque el papel que me toca en esa escena es precisamente el del secuestrador. Es una obra que me identifica mucho porque me lleva a la intimidad de mi vida", sostuvo esperando que su labor y la de sus compañeros puedan colaborar para que los espectadores comprendan esas vivencias.
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