"Esta es una película marplatense" afirmó Diego Ercolano el jueves en el Cine Gaumont de la Ciudad de Buenos Aires sobre La memoria que habitamos, el documental sobre el asesinato de Silvia Filler que tuvo su estreno nacional esta semana. La película recompone y recuerda el caso de la joven de 18 años que fue asesinada en el año 1971 durante una asamblea estudiantil en la Universidad Nacional de Mar del Plata. Producida por la misma universidad, la película busca alejarse del mero contenido informativo a través de un aparentemente complejo pero sencillo juego con la ficción, logrando ilustrar el presente a través del pasado. 

Unos adolescentes juegan sobre al voley en el césped. Los escuchamos reír y discutir entre ellos por unos segundos. La imagen deja pasar a otra: dos cabezas, un hombre y una mujer, se inclinan sobre un conjunto de fotos viejas. En ellas, una joven de la misma edad que aquellos adolescentes a los que acabamos de ver jugando, pero que seguirá siendo siempre tan joven como muestran las fotografías. Lila Filler, hermana de Silvia, le confirma al periodista e investigador Federico Polleri que esas son las últimas fotos antes de su muerte. 

Lila Filer, hermana de Silvia, junto con Diego Ercolano, director de la película.

Filler era estudiante de la carrera de arquitectura de la entonces Universidad Provincial de Mar del Plata. Estaba participando de una asamblea estudiantil cuando integrantes del grupo parapolicial Concentración Nacional Universitaria (CNU) entraron violentamente con el fin de disolver la reunión. En medio del desorden, al menos dos de los miembros del grupo de choque dispararon contra los estudiantes causando la muerte de Silvia, quien recibió un tiro en la frente. 

El asesinato de Silvia cambió la historia de la ciudad de Mar del Plata y de los marplatenses. "La Feliz" había dejado de ser una ciudad naif de veraneo para comenzar a ser incluida en el mapa de las grandes urbes del país, donde podía palparse entre los jóvenes la resistencia a la dictadura de Lanusse. Sin embargo, varias de las nuevas generaciones parecen no hacerse eco del histórico episodio. 

"La mayoría de los chicos no conocían el caso. Pero apenas Lila fue a contarles el hecho ocurrió en ellos un cambio total. Se involucraron a pleno, muy profunda y respetuosamente", afirma Diego Ercolano sobre los estudiantes de sexto año del Colegio Nacional Arturo U. Illia, que participan de la película haciendo una representación teatral del episodio del tiroteo. 

Se construye la memoria, se construye la ficción.

Porque a la investigación que guía Federico Polleri mediante entrevistas, visitas a archivos e historiadores, se le suma la reconstrucción, dentro de la misma universidad, de la escena de la asamblea tal cual sucedió. Gracias a la magia del departamento de arte de la película, se reconstruye el aula de viejos tablones, paredes amarillentas por el cigarrillo y gritos estudiantiles escritos con lápiz, borroneados. Los espectadores no solamente ven la reconstrucción del "set", sino también el proceso y los ensayos del grupo de teatro de los alumnos del Illia, que practican cómo ponerse en la piel de los adolescentes de ayer. 

"Nunca quisimos que sea una película institucional, de pura entrevista y voces. Lo pensamos como un documental creativo, y que lo pueda ver cualquiera, especialmente jóvenes. Esa fue la premisa desde el principio, que la puedan ver los pibes y las pibas de hoy", afirma Diego, que trabaja en la Dirección de Contenidos de la casa de estudios marplatense, desde donde se negaron rotundamente a que la película solo se conozca entre los claustros de la universidad. "Sentíamos que muchas veces lo que se genera desde las instituciones se festeja adentro pero no sale de allí. Y nosotros queríamos que la película sea para el espectador común, sobre todo porque aunque parezca zanjado el tema, el uso de la violencia siempre nos vuelve a convocar", afirma. 

Aquellos jóvenes que jugaban a la pelota en la primera escena como cualquier adolescente normal haría ahora tenían una responsabilidad: ponerse en la piel de aquellos que podrían haber sido. De la misma edad de Silvia, se involucran con el cuerpo y representan el episodio, tanto aquellos que ya están involucrados políticamente como aquellos que no. 

La reflexión explícita sobre cómo hacer una película es la misma reflexión sobre cómo se construye la memoria. En estos tiempos, donde la memoria es constantemente bastardeada, la incógnita persiste para quienes buscan la mejor manera de contar una historia. 

La memoria se reconstruye con los jóvenes y con la palabra de las hermanas de Silvia.

Así, la manera de mostrar la cocina o lo que sucede detrás del telón tiene que incluir también momentos donde esa representación se rompe. Como la cámara, un sonidista, una máquina de humo que simula el vapor de un arma que fue disparada. Y también, algunos momentos donde los risueños adolescentes se distraen, donde se rompe el compromiso con la representación. Como un breve momento donde uno de ellos se ríe de que la profesora de teatro les pide que entren al grito de "zurdos", claramente recordando el profundo sentido que tiene aquella palabra hoy. 

"Pienso en cuál es la mejor estrategia para reflexionar hoy, porque en definitiva es que le queremos decir algo al espectador. Creo que con el informativo aparece la reticencia del que no tiene acceso a ese tema, del que no está de acuerdo, del que tiene un prejuicio. Hay que pensar estrategias para llegar a esa gente, y me parece que hay dispositivos que pueden ser más interesantes para llegar", afirma.

En este caso, correr el telón parece ser la respuesta. Si hay un intento es el de evocar la verdad cinematográfica, y entender la cámara como documento. Especialmente interesante en la entrevista con Eduardo Ullúa, uno de los que apretó el gatillo, donde según el director "no hay manipulación, casi no hay mano de montaje. Lo que dice él es lo que dijo". El resultado es la crudeza, pero también el compromiso con la verdad. 

Actualmente, el equipo de la Unmdp se encuentra craneando el segundo largometraje documental de la universidad, que será sobre el caso de María del Carmen “Coca” Maggi, decana de la universidad, secuestrada y desaparecida en 1975. Esta vez, además de los fondos de la universidad, aplicaron al INCAA para lograr tener un poco más de presupuesto para narrar esta historia, que ya no forma parte solamente de la casa de estudios ni de Mar del Plata, sino de todos.