La relación entre la Facultad de Humanidades y Artes (UNR) -donde cursó sus estudios- y su reciente designación como directora del ECU (Espacio Cultural Universitario), traza un vínculo consecuente en la trayectoria de Norma Rojas: Licenciada en Bellas Artes, además directora de dicha Escuela, y con un desempeño docente articulado a la par de su perfil artístico. Su actual tarea la sitúa ahora al frente del edificio que es un orgullo para la Universidad y para la ciudad, situado en San Martín 750.
“Te diría es casi honorifico estar en este lugar. Primero, porque Marta Varela ha hecho una gestión maravillosa, impresionante; y también porque es casi como el cierre de mi carrera. Como artista que soy, y como docente dentro de la Universidad, uno no puede evitar estar en vinculación con los actos creativos, con estos lugares, que son vórtices de energía para jóvenes y adultos, y para una sociedad -como la nuestra- que está actualmente en crisis. Creo que es un lugar de refugio, que cobija, y espero que así sea para muchas personas”, comenta Rojas a Rosario/12.
“El desafío en este ciclo es el de cobijar almas jóvenes. Los jóvenes son quienes necesitan encontrar un espacio y un lugar de deseo, y el arte lo es. Quizás no para dedicarse al arte, pero sí para disfrutarlo, porque cuando hay deseo de aprender, de ver una película, de escuchar un disco, de leer un libro, hay un motor que se pone en funcionamiento y eso es imparable. Por eso, creo que este lugar, en este momento, tiene que ser convocante para jóvenes. Ese es un desafío importante”, continúa.
-¿Qué proyectos y propuestas se piensan en lo inmediato?
-Hay varias cosas sobre la mesa. Se hizo una vinculación con el Arteón, que está en proceso y veremos qué se resuelve, porque en principio poder instalar el cine-teatro acá no es fácil por las cuestiones edilicias, pero vamos a apoyar incondicionalmente el proyecto que trajo el rector (Franco Bartolacci), y estoy muy contenta de que se pueda hacer en la Universidad. También considero que el trabajo de los artistas debe ser remunerado, y esto es algo que habitualmente no es contemplado. Ahí estamos en un problemita, porque no contamos con los fondos que se disponían en otros momentos, estamos con el mismo presupuesto del 2023, con muy poco respaldo económico. En este sentido, la idea es hacer eventos grandes, pero no tantos, sino dos o tres, que duren más tiempo; y a partir de ahí, trabajar mucho con el área de educación del ECU, para que muchos jóvenes, de escuelas primarias y secundarias, puedan venir y participar. Todo esto dentro del campo de las artes visuales; armar instalaciones y traer artistas que trabajen el espacio. Esa es la idea. Arrancamos con una muestra grande del artista santafesino César Núñez, con un curador de Buenos Aires; y ya tenemos una cantidad de muestras pequeñas que se realizarán en la planta alta. Todo esto requiere de cierta organización y curaduría, porque hay que proteger las obras. Es dinero. Y vamos a ver qué es lo que podemos hacer. Reduciremos algunos gastos.
-¿Cómo ves la relación del ECU con las Facultades?
-Creo que hay que seguir afianzando esa relación. La Escuela de Bellas Artes y la Escuela de Música son dos pilares para nosotros importantes; de hecho, la bienvenida a los ingresantes de Humanidades se va a realizar acá y vamos a recibirlos con músicos de la Escuela de Música, para que los jóvenes se empiecen a apropiar del espacio. Hay como una especie de hueco todavía, que es también parte de la resistencia de los jóvenes. Pasa con quienes estudian Bellas Artes y no van a los museos, es una cosa loca; por eso, queremos que se puedan apropiar del espacio, que sea una extensión de la Escuela, aunque el ECU sea intimidante. Pero es parte del desafío, que los estudiantes vengan, se apropien y gesten proyectos para la comunidad misma.
-Justamente, ¿cómo es el vínculo con la comunidad en general?
-Las actividades que se vienen realizando tienen una convocatoria de habitués, de un target de edad, que vienen a los conciertos clásicos. Este tipo de música, convocante para determinado público, trataremos de conservarlo; no solo por la cercanía sino porque es gente que cuenta con un lugar donde venir a escuchar música gratuita. Pero la idea es extender eso, para que venga gente de otros lugares y de otras edades. Creo que la Facultad debe ser un vórtice generador de energía y será uno de nuestros aliados para convocar a los jóvenes. En este sentido, el área de educación del ECU organizó una actividad con el ministerio de Educación, a través del exdecano de Humanidades, ahora ministro de Educación, José Goity, donde vino gente de comunidades nativas y aborígenes a hacer una actividad con las lenguas propias de cada comunidad. Eso también es acercar a otras personas que viven alejadas o han sido expulsadas de su territorio y viven en la periferia.
-Ante el contexto que se vive, entiendo que las actividades estarán sujetas al día a día, nada fácil.
-Hace mucho que no sentía tanta desprotección del Estado y eso es muy triste, creo que esto se va a ir complicando a medida que inicien las actividades del sistema educativo, cuando comiencen las escuelas y las familias tengan que movilizarse. Se va a complejizar mucho el panorama y no sé hasta dónde se podrá resistir. Y también preocupa mucho lo ideológico. Nosotros somos hijos de la educación pública, lugar que defiendo a ultranza, porque he crecido en la universidad pública. Aquí tengo mi respaldo intelectual, pero más importante es el respaldo emocional que me dio la institución, a través de mi vida como estudiante y después como profesional. Eso no es fácil de conseguir. He tenido la suerte de vivir en otros lugares, como Estados Unidos e Inglaterra, y armar comunidad no es fácil. Nosotros tenemos eso, culturalmente. Armamos redes afectivas que, de algún modo, son redes de contención, como una sociedad solidaria y amorosa. Valoro muchísimo eso. Creo que un estudiante que haya pasado por Humanidades, aun cuando no haya concluido su carrera, sabe que ahí algo ha pasado, algo ha despertado en ese joven, en esa persona, y posiblemente se lleve de ahí vínculos. Me parece que son los lugares que tenemos que defender a ultranza, tenemos artistas increíbles que salen de nuestras instituciones, y son lugares que deben ser inspiradores para muchos jóvenes que están buscando su lugar, donde encontrar una vocación y volcar el deseo. El arte no se puede evitar, nadie lo puede parar y no vamos a permitir que se lo intente parar, desde estos lugares, que tienen que ser para el acceso de todos los que quieran, de todos los que estén buscando un lugar de refugio para el intelecto y para el alma. El ECU es un lugar público, gratuito, y está abierto para toda la comunidad.