“¿Cómo estamos? Hoy a las fábricas les está costando sostener su estructura y su personal”. Al frente de la Cámara de Maquinaria Agrícola de la provincia de Buenos Aires (MAGRIBA), Hernán Zubeldía no anda con vueltas y advierte que el sector se juega una “bala de plata”, según dice, en la próxima edición de Expoagro en marzo.
“Hay cosas que son políticas de Estado, por eso creemos en tener un banco de referencia como es el Banco Provincia o el Banco Nación, no para darles plata a los amigos como hicieron con Vicentín, si para fortalecer la producción de un sector”, señala el dirigente a Buenos Aires/12.
La mención a la banca pública no es azarosa. En la megamuestra que se desarrollará desde el 5 al 8 de marzo en San Nicolás, al norte de la provincia de Buenos Aires, afloran propuestas de financiamiento y créditos por parte de los bancos, por lo que Expoagro se convierte en un índice para medir el volumen de consumo de maquinaria en el año.
Ese consumo, explica, va atado a la proyección que hace el agro de cara a la cosecha gruesa que comienza el tercer mes del año.
Para dimensionar los números, Zubeldía explica que MAGRIBA produce alrededor de 200 millones de dólares anuales. Para considerar que Expoagro deja un saldo positivo, las empresas que representa deberían alcanzar, en promedio, una venta equivalente a un 30 por ciento de lo producido. Es decir, entre todas, cerca de 60 millones de dólares.
Cada una de las más de 50 fábricas de maquinaria agrícola que integran la entidad, asegura, tienen distintos puntos de equilibrio en sus finanzas. "Depende de lo que fabriquen y de si tercerizan los procesos, de los insumos que deben comprar, por lo cual es difícil medir cada caso", aclara.
Así, dentro de la Cámara que preside Zubeldía, hay fabricantes de silos, secadoras, tolvas o de plantas de silos, que en algunos casos son productos que superan el millón de dólares. También está el rubro de pulverizadores para fumigar, que venden insumos para el campo que pueden ir desde los 800 dólares hasta los 380 mil.
"Con esos valores, si no es a través de un crédito es casi imposible que se compre una máquina grande", remarca. Aunque advierte que pueden existir operaciones de financiación directa entre vendedor y comprador, rara vez superan un total de 15 mil o 20 mil dólares.
El dirigente industrial informa que a MAGRIBA la integran “empresas con un promedio de vida de cincuenta años, algunas casi cien, donde si alguna cae no se levanta más”. Por eso Zubeldía remarca su preocupación ante los efectos de la sequía "más importante de la historia", una altísima inflación y un encarecimiento de los costos que hoy padece el rubro.
Respecto del futuro inmediato, advierte que "cuando termine Expoagro será un tremendo termómetro de lo que puede llegar a pasar”. “Si es bueno en ventas, te deja bien parado, pero si la venta es mala post Expo, teniendo en cuenta lo que se viene, es muy difícil que te ayude a remontarlo”, remarca el dirigente que está al frente de una fábrica de pulverizadores agrícolas destinados a fumigar los cultivos.
El rol de la banca pública
Desde empresas casi centenarias como Cestari, que fabrica tolvas, o Sansoni que elabora silos, hasta autopartistas jóvenes que hacen resortes como Axtor y tienen diez años de vida, MAGRIBA representa un amplio abanico que supera los cincuenta miembros radicados en la provincia.
“Tenemos grandes empresas que superan los 150 empleados directos y otras que cuentan con sólo cinco”, describe Zubeldía. Distribuidas en 26 municipios, con mayor concentración en Tres Arroyos, Colón y 9 de Julio, las empresas que componen la cámara exportan el 10 por ciento de los 200 millones de dólares que producen anualmente.
Durante 2023, resalta Zubeldía, los productores bonaerenses que adquirieron maquinaria en una fábrica socia de MAGRIBA por medio de créditos del Banco Provincia, accedieron a la rebaja de 15 puntos en la tasa de interés. Además, el financiamiento llegó “al cien por ciento de los importes en los casos que el productor reúna las condiciones”, afirma.
“Hoy no tengo ninguna señal de que el Banco Nación sea el referente de cabecera, como lo fue por muchos años hasta que el Banco Provincia creció”, explica Zubeldía. Igualmente, desde su mirada, el rol del Nación es estratégico y no está de acuerdo con su privatización, como propone Milei.
“Es como que quites de juego a la fábrica nacional de tractores que tengas, por lo que te quedás sin una referencia para el precio de un tractor, y entonces un tractor va a valer lo que se pongan de acuerdo tres tipos”, señala el dirigente oriundo de Carlos Casares.
Le preocupa que muchas veces en las entidades que representan el agro “no se vea con claridad” estos mecanismos, porque “una tasa razonable de financiamiento es una manera de devolver retenciones generando un mayor beneficio social”.
Por eso hace hincapié en el lugar que adoptó la banca pública bonaerense en el último año y que, al día de hoy, para MAGRIBA representa el 5 por ciento de la facturación mensual. Es decir, según detalla Zubeldía, las distintas facilidades crediticias que provee a los productores y contratistas la entidad que provee el Banco Provincia, presidido por Juan Cuattromo, posibilitaron un piso de ventas para el sector.
Sobre este punto llega a una conclusión antagónica con la visión del Gobierno nacional: “Siempre le conviene al Estado que la fábrica esté”. ¿Por qué? Porque, desde la perspectiva de Zubeldía, un pésimo año para una fábrica, donde quizás no supere el 10 por ciento de la venta esperada, no deja de contener aquel 5 por ciento que surge de la financiación del BAPRO.
“En el peor escenario, con esas ventas que financia el banco se factura, y el banco recupera lo que invierte en financiarte la tasa de interés con el cobro de impuestos provinciales, y también les suma a los intendentes con las tasas municipales”, apunta.
Tener presente a los contratistas
Zubeldía explica que un productor que tiene cien hectáreas, por ejemplo, no tiene un margen de rentabilidad para hacerse de estos insumos. Aquí reside el valor de la financiación, aunque también hace hincapié en el rol de los contratistas rurales.
Hablar de contratistas significa hablar de empresas que prestan servicios en el campo. Según Zubeldía, el 70 por ciento de las actividades que se desarrollan en el agro, particularmente en la agricultura, están tercerizadas en estos actores. Explica que, por ejemplo, algunos productores pequeños pueden tener una sembradora, pero no una cosechadora cuyo valor puede superar el millón de dólares.
Espera que las entidades que los representan estén dentro de la mesa discusión de estas políticas públicas. "Son fundamentales en la cadena de valor, por prestar un servicio a los productores que todavía no pueden equiparse", remarca. Además, son los actores que efectivizan la gran cantidad de compras en Expoagro.
Lidiar con la concentración
Para Zubeldía es relevante seguir ampliando los mecanismos que incentivan el consumo como una política de Estado. Lo sostiene porque advierte que la libre competencia no es tal en la medida en que no se diversifique, por ejemplo, la provisión de insumos como el acero, clave para la producción de maquinaria agrícola.
Hoy en día, sólo Siderar, la empresa de Paolo Rocca, provee este insumo. Algunas fábricas en MAGRIBA tienen cuenta y pueden comprarle directamente, pero otras trabajan con distribuidores, "pagando un costo mucho mayor que para quienes lo compran de forma directa". “Hoy, la realidad, es que en Argentina el acero es más caro que en Brasil, lo que nos deja en una posición mucho más vulnerable para mantener o buscar un mercado en el exterior”, subraya.
Agrega que la concentración de las empresas dentro del sector es moneda corriente, porque firmas multinacionales avanzan en la compra de industrias nacionales. "No son las compras que suman, no son alianzas estratégicas, son los casos en que una empresa compra a otra que se está cayendo", señala.
En algunos casos, advierte Zubeldía, esas maniobras "encarecen o traban" el acceso a tecnología o equipamiento electrónica para mejorar las máquinas nacionales.
“Hay que seguir trabajando, porque hoy el 60 por ciento de lo que se consume en maquinaria agrícola es importado y sólo el 40 es nacional”, señala el dirigente, al tiempo que recuerda que la provincia de Buenos Aires es la principal consumidora de maquinaria agrícola del país, pero la tercera en el ránking nacional entre las productoras de este insumo de industria pesada, detrás de Córdoba y Santa Fe
“Que no se derrame, que se desparrame”
Zubeldía no escatima críticas al gobierno de Alberto Fernández, aunque sostiene que dos de las principales variables que, en distintas ocasiones, el gobierno de Fernández puso como actores determinantes en la caída de la economía son reales: la sequía y la guerra en Ucrania.
Respecto a la falta de lluvias, "la peor de la historia", que derivó en una feroz reducción de la cosecha, el dirigente lo resume en una frase: “Muchos están esperando tener un buen año para pagar las deudas que contrajeron”. Remarca que en el campo lo que se pierde en un año no se recupera y es “un año perdido”.
“Hay una fábrica que por la guerra de Ucrania cerró, porque fabricaba cabezales girasoleros y exportaba, y la guerra lo liquidó”, cuenta como ejemplo sobre el otro factor. Si bien repite que “mucho se manejó mal” durante la gestión de Fernández, a la vez subraya que desde el Banco Provincia siempre se apuntaló a la industria bonaerense.
A lo largo de la charla resalta varias veces el valor de la banca pública como un actor necesario para definir políticas hacia los sectores productivos. Zubeldía se declara contra las retenciones de todo tipo, pero comprende los equilibrios que debe hacer el Estado. Pero en ese punto propone que la manera de resolver este tironeo de retenciones sí o retenciones no pase por otra ecuación.
“Si el Gobierno Nacional piensa en una salida del esquema de retenciones, una de las formas de minimizar el impacto de la recaudación del Estado sería la siguiente: te devuelvo, por ejemplo, el 5 o el 10 por ciento de las retenciones en un voucher para gastar un 50 por ciento en máquinas agrícolas que sean de tu propia provincia”, plantea.
De esa manera, afirma, se rompe la regla de “si nos va bien invertimos o gastamos más”. “Si se la devolvés para que compre un bien que genere trabajo genuino en el país es un gana-gana, porque se trata de una ecuación que no es la del derrame: no se trata de que rebalse, sino de que se desparrame de forma diferente”, sintetiza.