El empate le sentó mejor a Boca, que a diferencia de las últimas veces y de su condición de "punto", pasados los primeros 10 minutos, jugó de igual a igual y en algunos pasajes manejó mejor la pelota. Puede sacar conclusiones optimistas a futuro si parte del hecho de que repartió la pelota con un equipo que normalmente supera ampliamente a todos su rivales en ese aspecto. Elaboró algunas buenas jugadas con la triangulación de Zenon, Equi Fernández , Medina y Saralegui, pero sin profundidad. El gol llegó como consecuencia de un buen desborde y centro atrás del lateral Lautaro Blanco en una de las pocas veces en que un volante llegaba a posición de gol. En el haber de Boca hay que anotar el detalle de que al pibe Saralegui (muy bien primer tiempo) no le pesó el partido. En el debe se registró una nueva actuación decepcionante de Cavani, que hace su aporte cuando se tira atrás pero no aparece donde más se lo espera que es en el área rival. Tiene la pólvora inundada más que mojada.
Diego Martínez armó un equipo que denunciaba intenciones ofensivas, pero la salida de Medina –una de las figuras de la cancha– obedeció a cuestiones de estrategia ajedrecística poco entendibles. Medina terminaba de meter un gol y estaba agrandadísimo en el control de la pelota. No debió salir. El mensaje de la entrada de Valentini podía ser interpretado como conformismo con el empate en un momento en que se jugaba palo y palo y hasta Boca insinuaba algo más.
River llegó mejor, tuvo más y mejores incursiones ofensivas –muy bien Colidio, el más punzante, autor de una jugada colosal que mereció ser gol– pero nuevamente mostró debilidades defensivas muy expuestas en el empate de Boca. No lo pudieron contener a Blanco cuando se mandó al ataque y dejaron muy libre a Medina que definió sin problemas desde el punto del penal. La apuesta de Villagra solo en el medio es demasiado riesgosa si a los costados tiene a Nacho Fernández y Barco que poco aportan en la recuperación. Seguramente Demichelis tomará nota de esto y volverá a darle su lugar a Aliendro, que cuando tiene continuidad rinde mucho y equilibra el funcionamiento general
El equipo de Nuñez no es tan apabullante como esperan sus hinchas –apenas lo fue en los diez minutos iniciales– pero pareció exagerado el reclamo de "movete River, movete..." de los hinchas en el último tramo del partido. Tal vez debió entenderse como un signo de impotencia porque con el 1 a 0 seguramente sintieron que la cosa estaba asegurada una vez más. Están demasiado acostumbrados a ganar en ese estadio, lo estaban con Gallardo y también con Demichelis.
Dato a favor; no le pesó la responsabilidad al pibe Echeverri; Mastantuono también mostró sus credenciales en el ratito que estuvo en la cancha y Borja parece estar recuperado y el tándem con Colidio puede complicar a cualquiera.
Más allá de lo que produjeron unos y otros, bien el árbitro Falcón Pérez. No le tembló el pulso para amonestar a Figal a los 7 minutos y controló bien los potenciales incidentes. Debía tener muchas ganas de que todo terminara pronto porque sólo añadió 4 minutos de tiempo extra, cuando se esperaban al menos 6 ó 7.
El partido tuvo mucho ritmo, pero el tiempo neto de juego fue de apenas 41 minutos lo que lleva a preguntar ¿cuánto más se va a tardar en usarse el reloj como en el básquetbol para garantizar al menos 30 minutos de tiempo de juego puro por tiempo?