En un pequeño televisor de tubo se ven unas imágenes pulsantes. Hay dos cuerpos: es claro lo que hacen, pero no se ven completos. Arrojados en unos improvisados asientos, se rodean de cueros, telas, botas. Sudor. El claroscuro de la imagen es impecable, el sonido aún más. Rítmicamente las tomas se alternan y plasman un recorrido sobre esos cuerpos-textura, cuerpos-superficie, cuerpos-arte, cuerpos-experimento. La percusión se acelera: lo que pasará es claro, pero la tensión se mantiene firme hasta que la escena —digamos— acaba. Un pensamiento emerge: no parece porno, parece un fragmento de una película con gente que coge.
"Esto se llamaba Avant Porn o Porno Chic”, dice Ilsa Wolf (@ilsa_wolf), curadora, investigadora y dj que que se especializa en erotismo, pornografía, cine experimental y sexploitation. Ilsa cura y presenta de su propio archivo personal las piezas exhibidas en Avant Porn, muestra de pornografía gay experimental en la década de 1970, que puede verse de martes a viernes de 15 a 19 hs (con cita previa) en Galerías Wunsch (@wunschgallery), Godoy Cruz 1648 – Timbre W (CABA). Se trata de registros de filmaciones, backstage, reproducciones y revistas originales, afiches y reseñas.
Fue en este contexto de despertar sexual, apertura cultural y conquistas civiles que un grupo particular de cineastas se permitieron la experimentación. Con una mirada mucho más estética, artística, crítica y militante del porno como forma de arte, Wakefield Poole, Fred Halsted, Jack Deveau, Peter de Rome y muchos otros rodaron sus películas en los centros del movimiento de liberación gay: Nueva York, Los Ángeles y San Francisco. La identidad homosexual, el sexo positivo, arte y erotismo entraron por primera vez en una pantalla de cine.
"Muchos de estos directores querían que estas sean películas para que el público pensara, no para que sólo se calentara. Era un entendimiento del eros muy griego ¿no? como el erotismo desde un aspecto más intelectual. No hay sólo sexo y mecanicidad: son dos chicos que se ven, se gustan, se miran, están en el mar, hay música, paisaje, seducción. La búsqueda era desestigmatizar, por un lado, al sexo como tabú y ponerlo en el centro como algo bello, y por otro, que también estaban orgullosos de ser gays y que no había nada malo en eso", sintetiza Wolf.
El porno como forma de arte
La primer película con sexo explícito que se estrenó en el cine fue una de Andy Warhol titulada Blue Movie. Eso fue fundante, dice Wolf. En ese mismo cine Wakefield Poole estrena Boys in The Sand. El propio Warhol vio esta obra y dijo: "Después de las películas de Wakefield Poole, las mías son innecesarias y un poco ingenuas, ¿no crees?". “Ahí ya vemos al porno entendido como una forma de arte, como una elaborador de sentido con una profundidad mucho mayor a la que le conocemos", marca Wolf.
Ser un movimiento contemporáneo a Warhol implica ser parte de un momento histórico que tenía que ver con el trabajo con la abstracción, las drogas, el LSD y la diversificación de estilos y métodos de producción artística. Sin embargo, "lo experimental en el cine también tiene que ver con romper algunas estructuras y encontrar otras”. Se trata de la intención de ellos de mostrar el sexo o lo erótico desde un lugar que no sea el esperado; la estética experimental saca de contexto al sexo y el espectador recibe ese acto desde otro lugar que le permite pensar: "ah, el sexo también puede ser esto". “Se usa mucha música industrial, noise, pero también clásica, una mezcla muy pensada siempre, que conllevaba mucho trabajo detrás", agrega Ilsa.
En este sentido cobran importancia la técnica y la estética. Estas obras se grababan en fílmico, lo cual requería técnicos especializados en el rodaje y la edición. Pero también estaban colmadas de juegos de luces, música y composición que necesitaban una formación creativa amplia. En este sentido, Wolf dice: "En Bijou, de Wakefield Poole, por ejemplo, lo más importante era la música. Era esta la que llevaba el ritmo de la película y el sentido de las imágenes, él quería llevar las imágenes a la abstracción de la música. Como fue coreógrafo y bailarín de Broadway antes de ser pornógrafo (término del que no disfrutaba ser llamado), juega mucho en esta película con los cuerpos, la distribución en el espacio, la composición de la escena a través de la posición de los cuerpos. Esto lleva mucha precisión, una búsqueda específica".
Orgullo porno
Hasta ese entonces el porno eran unos rollitos de diez minutos que se recibían por correo en el domicilio y que si te encontraban con uno de eso ibas preso. Estuvo prohibido por ley, al menos en Estados Unidos, hasta los 70. Los protagonistas solían ser pibes que necesitaban una moneda extra, probablemente prostitutos, que se dejaban grabar al paso en cualquier lugar y de cualquier modo.
"Muchos cineastas se quejaban de que el porno era muy feo, humillante, se insultaba la inteligencia de los que estaban ahí, no había ningún cuidado estético”, desarrolla Wolf que agrega: “En cambio, esto era cine: había actores, directores, iluminadores, profesionales. Fue un período único, por primera vez un director firma con su nombre una película porno que antes eran todas anónimas. Por muchísimo tiempo ni siquiera fue cine, fue algo que pasaba por los márgenes, pero acá ellos se consideran cineastas que muestran sexo explícito. El ideal era ese: acá hacemos arte".
El contexto todo lo permitía. Los nuevos espacios que la comunidad ganó y que se retratan en las películas —los bares, las calles, las discotecas o el aire libre— estaban llenos de camaradería, fraternidad. Wolf relata: "Hay escenas enteras en películas de esta camada que son personas bailando en una discoteca, con música, tragos y drogas quizás pero escenas larguísimas que son sólo eso: el club. En este compilado —el que se reproduce en la tele de tubo y que incluye fragmentos que editó Wolf dentro de lo más representativo de esa época, la experimentación, lo distinto— hay un escena larguísima de un club medio sado donde toca un banda de rock industrial tocando en vivo mientras todos garchan. Eso es muy la Nueva York de ese momento".
Además, “participar del cruising significaba un compromiso muy grande con el otro y así empezaron a construirse y a plasmarse en obras de arte”, dice Wolf, porque esto es arte, no solo la búsqueda de la calentura, tienen una motivación más allá de eso.
"Sex Garage y LA Plays Itself, son las únicas películas porno que compró el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), así de disruptivas fueron", remarca. Esto acarrea su propio lore: en una nota que le hacen a Wakefield Poole lo interrogan acerca del rumor de si una escena de fisting en una de las películas de Fred Halsted había sido concensuada. Porque el abanico de posibilidades en esa experimentación permitía todo: desde un Wakefiled Poole más apreciativo y celebratorio de la belleza hasta un Fred Halster que creía que la violencia enaltece el espíritu entonces “ponía escenas de fisting entre 20 tipos con sonidos de máquinas fuerte de fondo".
Otros tiempos
Dos afiches se exhiben también en la galería que no tienen que ver con el porno chic: Cruising (1980) y Los Chicos de la Banda (“The Boys in the banda, 1970). “De la primera tengo el afiche en español que se hizo para Argentina. Duró muy poco y se hicieron muy pocos posters, además de que la película duró 20 minutos menos porque estaba re censurada", cuenta Wolf.
Sobre The Boys in the Band, cuenta que la comunidad gay no le gustó para nada esta película y que en “1973, en el Cine Ideal, salieron a repartir folletines en contra”. “Estas no son porno —advierte Ilsa— pero me pareció importante ver qué tipo de películas en nuestro contexto local se estrenaban, como para poner en contraste. Además, nos dan la pauta de cómo las películas mainstream retrataban a la comunidad para entender por qué las otras eran disruptivas".
Sobre el período de tiempo que ocupa el movimiento experimental se toma como punto final el año 1982. Un hito marca la historia: la aparición del sida, como en muchos otros aspectos del movimiento de liberación homosexual, lo truncó. En una entrevista del 2013, Wakefield Poole decía que de todos los que él conoció de este grupo de actores y personajes sobrevivieron sólo tres. Dijo que él se salvó porque como era adicto a la cocaína había momentos donde ni siquiera quería tener sexo.
Además, la emergencia del VHS (videocasettes), permitía la creación fílmica de bajo nivel técnico, costo y mejor capacidad de distribución y reproducción. "Se siguió haciendo más porno como el que vemos en esta muestra, pero el porno chatarra arrasó”, explica la curadora que agrega: “El VHS destruyó la posibilidad de que esto pueda competir con empresarios que vieron que se podía hacer plata y que comenzaron a producir películas como si fueran chorizos”.
Contrastes
La curadora destaca que la categoría de “movimiento” que se le da al porno chic es una posibilidad de la actualidad, que en su momento estos directores no consideraban una cohesión tal. En tanto, explica: "la pornografía del cine de Nueva York era más cuidada, estética, también porque había más industria. Fred Halsted, por ejemplo, estaba en Los Ángeles y tenía una pornografía re punk, muy extrema en comparación a las otras. Él hace la primera película de la historia donde hay fisting. Para él, en la violencia el espíritu se elevaba y juega mucho con eso, con la violencia explícita, son películas más complejas".
En la Wunsch Gallery también se realiza la proyección de estas películas, a modo de cine-debate, si así se presta el público. "Hasta que hay un garche pasan 25 minutos, pero la gente está igual embobada mirando todo”, relata Wolf que agrega: “Una de las interacciones más interesantes fue de un chico de 19 que dijo que pensó que se iba a embolar y que después estaba fascinado y no entendía porqué; que nunca había visto representada una sexualidad gay de esa manera, como algo tan elevado, tan artístico".
También cuenta acerca de la primera proyección, Boys in the Sand, que un hombre mayor dijo haber visto la película en el cine, en Estados Unidos, cuando se estrenó en los 70. “No lo podía creer”, dice. Increíble porque, de hecho, ya “ni hay afiches originales de época” y si los hubiera “están en algún sótano de alguien cualquiera, pero no hay alguno del que se tenga registro".
"No me interesa hacer una muestra museística histórica de esto —aclara Ilsa—, quiero que haya un juego con el ahora, un cortocircuito, ese es el objetivo último de la muestra y es lo más significativo que puede surgir, que interactúe con lo contemporáneo para que lo contemporáneo también se expanda, que pueda traer esto a su juego mental, saber que eso también existe".
Un punto interesante que surge de estos encuentros es la emergencia del OnlyFans y la generación de contenido para redes como objeto de conversación cotidiana, de lo que todos sabemos y podemos hablar en esta época de prosumidores. "No soy una experta, pero me interesa mucho ver las conexiones entre estos nuevos parámetros de creación de contenido y lo que vemos acá en esta muestra. Algo hay, sí —afirma Wolf—. Aunque creo que nunca se va a volver a crear algo como esto, simplemente porque no están las condiciones dadas. En ese momento sí, se tenían todas las condiciones, los materiales, la época. De todas formas hay grietas que muestran que no todo está perdido, hay esperanzas".
Wolf concluye: "Siento que es importante sacar a la luz esto que fue parte de la historia gay y del arte. Como curadora es una responsabilidad muy grande poder develar todos estos fenómenos que no están en la memoria de lo que fue; y la búsqueda de hacer conversar el pasado con la contemporaneidad. Se le niega mucho al joven eso: está todo el tiempo sometido a una voracidad alienante que no le permite estas experiencias".
Wunsch Gallery (@wunschgallery) Godoy Cruz 1648 – Timbre W (CABA). La galería se puede visitar de martes a viernes de 15:00 a 19:00 hs (con cita previa) hasta el 29 de marzo.