Marianela Szymanowski volvió a formar parte del seleccionado argentino femenino de fútbol después de recuperarse de una grave lesión y disfruta del momento en la Golden Cup en Estados Unidos, donde el equipo dirigido por Germán Portanova se clasificó a los cuartos de final.
La mediocampista de 33 años, que vive en Europa desde los 10 y juega en el club Pomigliano de la Serie A de Italia con Dalila Ippolito –figura y autora de un gol en la victoria por 3 a 0 ante las dominicanas–, consideró que "cuanto mejor estén las jugadoras en su club, más nivel tendrá la Selección".
"Aunque viva en España e Italia hace mucho, tengo amigas que juegan allá y seguí el proceso de avance y profesionalización del fútbol argentino, lo cual me alegró mucho. Ahí está también el crecimiento de la Selección: cuanto mejor están las jugadoras en su club, más nivel tendrá el combinado nacional", agregó.
Szymanowski recibía, hace un año y medio, la triste noticia de no poder integrar el plantel de la Selección para la Copa América 2022 por una lesión en el hombro. La delantera había formado parte de los amistosos y las convocatorias previas, pero el físico le jugó una mala pasada justo antes de viajar a Colombia, país organizador, y una luxación la obligó a regresar a Barcelona, en España, para operarse.
“Pasó en uno de los entrenamientos antes de viajar, a 10 minutos de terminar, fue un momento bastante angustioso por el dolor físico que genera y porque la resonancia reveló que era una lesión seria y me quedaría afuera”, recordó, en diálogo con la agencia Télam.
Aquel certamen finalizó con la Albiceleste en el podio tras vencer a Paraguay por 3 a 1 en el partido por el tercer puesto, lo que habilitó al equipo del DT Germán Portanova a disputar el Mundial de Australia y Nueva Zelanda 2023 y la actual Copa de Oro de la Concacaf, en calidad de invitado, certamen que representa una revancha para la futbolista nacida en la localidad bonaerense de Ituzaingó.
"La sensación no se puede explicar con palabras, hay que vivirlo, pero cuando me transmitieron que estaba en esta lista, la emoción contenida fue tan grande que se me cayeron algunas lágrimas, ahora trato de aprovechar al máximo estar acá representando al país", comentó Szymanowski, tras la clasificación del combinado nacional a cuartos de final del certamen.
El camino no fue fácil: en el debut por un grupo casi "de la muerte", Argentina igualó sin goles ante México, para luego caer frente al poderoso Estados Unidos por 4 a 0, pero una goleada contra República Dominicana (3 a 0) en el estadio Dignity Health Sports Park de la ciudad de Carson, combinada con resultados de otros grupos, le otorgó el pase como mejor tercera.
"Germán (Portanova) intenta buscar una identidad y plasmarla como equipo, quiere que estemos unidas dentro y fuera de la cancha. En cada partido, en cada disputa de pelota se ve el sacrificio y la ambición de querer mejorar", se ilusionó.
No es la primera vez que Marianela integra el combinado nacional; se trata de un tercer retorno en una extensa carrera interrumpida por las lesiones. "Empecé en 2011, pero tenía una lesión en los meniscos y, cuando me hicieron las pruebas, no pude jugar, después volví en 2014 para integrar la lista de la Copa América en Ecuador", donde la Argentina finalizó en cuarto puesto.
"En la Selección noto cambios, sobre todo, en las jugadoras. Destaco el crecimiento futbolístico de cada una, muchas se fueron a jugar al exterior, si bien es verdad que el fútbol local fue evolucionando en Argentina. Paralelamente, las jugadoras también progresaron, en la parte física y en la ambición de querer mejorar", analizó la futbolista.
La familia Szymanowski migró a España en 2001, cuando Marianela tenía 10 años, pero sus comienzos con la pelota fueron en la calle Caaguazú, en aquel tiempo de tierra, de la localidad de la Zona Oeste bonaerense, donde acompañaba a su hermano Alexander –también futbolista profesional– en cada amague, bicicleta y remate.
"Desde que tengo uso de razón, y así lo guardo en fotos físicas y en mi retina, no me recuerdo de otra manera que no sea jugando al fútbol en mi calle. Era la típica que iba con la pelota a jugar con cualquier nene, en el recreo del colegio también, lo único que quería era patear, pero después me anoté en tenis por los comentarios machistas que recibía", contó.
"Hay ciertas palabras que me marcaron en mi infancia, como ‘varonera’ o ‘marimacho’ y que después me frenaron para jugar en un equipo de fútbol, son cosas que te quedan de chiquito. Ya en España, había chicas que me decían que me anote a jugar y yo decía que no, pero en el fondo me moría de ganas. Aunque veo un progreso en ese sentido, todavía se siguen escuchando comentarios, también en las redes sociales, que la gente usa para mostrar su odio", analizó.
A pesar de la discriminación, Marianela accedió a jugar en el club de fútbol 5 madrileño Rayo Ciudad Alcobendas, donde a los 19 años la vieron desde Atlético de Madrid y la llevaron al fútbol 11; debutó como profesional y luego vistió las camisetas de Rayo Vallecano, Valencia, Betis, Espanyol y, actualmente, Pomigliano, de la Serie A femenina, donde juega con su compañera de seleccionado Ippolito.
"A nivel deportivo tenemos un gran reto que es no descender, vamos a un jugar un minitorneo con los últimos cinco clasificados para definir el descenso, pero a nivel personal estoy muy bien, siempre intentando mejorar en cada entrenamiento", expresó.
–¿Qué les dirías a las jóvenes que quieren dedicarse al fútbol profesional?
–El fútbol me enseñó dos cosas: la primera es que hay que cuidarse el cuerpo, nuestra herramienta de trabajo, tanto con el entrenamiento como con las comidas. Yo lo viví personalmente y noto mucho cuándo una persona se cuida a nivel nutricional y cuándo no. El otro aspecto es la salud mental, algo que también experimenté dentro del proceso de mis lesiones. Creo que todo deportista debería tener un psicólogo que lo acompañe en su carrera. El fútbol es un deporte donde vivís cosas feas y lindas de repente, es inestable. Si tu salud emocional tambalea, te va a afectar en la cancha y en la vida personal”.