De pastelera a cancionista y de guitarrera a performer, Carmen Sánchez Viamonte fue buscándose como creadora entre Villa Elisa y La Plata, prácticamente desde los 10 años, cuando aprendió música en un taller e inició una búsqueda propia de una persona "muy inquieta", tal como se define. Sin embargo, tiene bastante claro el momento en el que las cosas decantaron hacia el perfil que mostrará este jueves en La Tangente (Honduras 5317): fue en 2022, cuando sacó La fuerza, el primer disco que se animó a firmar como solista después de las experiencias grupales de La Nena Transformer y La Sánchez Viamonte.

"Había hecho discos solistas pero más íntimos y sin tanta planificación orgánica, pero a partir de La fuerza confié más en mí. Parece joda, pero es una imposición muy grande en la vida de algunas personas que, de alguna forma, la superé: empecé a creer mucho más en mí y en lo que estaba haciendo, lo cual potenció las ganas de mostrarlo. Me volví un poco más cararrota, si es que antes no lo era lo suficiente, y para difundir mi laburo me tiré más a una pileta que antes me daba un poco de miedo", reconoce Carmen, quien destaca en esa aventura el rol de Juan Pedro Lucesole, su guitarrista y productor: "Es la persona con la que decidí encarar esta nueva realidad y mi gran aliado en todo eso".

El año pasado creció exponencialmente su convocatoria, especialmente tras la salida de Mala, el trabajo que presentó en diciembre a sala llena en el Teatro Ópera de La Plata y que considera parte de una saga iniciada con el predecesor: "Antes no sabía cómo la gente podía interpretar mis canciones, pero desde entonces empezó a importarme cómo las interpretaba yo. Así salió un disco más heterogéneo y súper intenso, quizás demasiado para algunas personas. En todo caso, que lo escuche quien lo tenga que escuchar".

La banda se completa con Justo Fornaroli en bajo y Francisco Fornaroli en batería, además de otra gente atendiendo tareas más allá de la música. "Ser artista independiente y autogestiva es un estrés total, pero me da cierta tranquilidad que no estoy sola manejando una locomotora, sino que somos varios subidos en ésta y trabajando en un mismo proyecto", dice la villelisense. En ese frente de acción aparece Tundra, la productora que le genera los videoclips, sublimación de dos deseos aún no concretados: estudiar cine y dedicarse a la actuación.

En su formación como autora y compositora aparecen otros dos Sánchez Viamonte que fueron claves. Por un lado Rodrigo, su hermano mayor músico, quien le enseñó a tocar la guitarra y le pasaba discos de rock: "Es quien me dio las primeras herramientas para hacer canciones", dice. Pero también Mora, su prima escritora e ilustradora y miembro de 107 Faunos: "Ella me dio la sensación de libertad, que es algo muy importante para componer, y finalmente surgió esta necesidad personal de hacer canciones que me hacen falta y no encuentro en otro lado".

Carmen Sánchez Viamonete en vivo en Pura Vida | Foto: Andi Pomato, gentileza de prensa

Las referencias formativas también trascienden a la familia y se remontan, según su recuerdo, a María Elena Walsh, de quien resalta "la ternura al cantar, la ironía al escribir y cierta teatralidad de su voz", que le enseñó a Carmen a buscar la propia. También las lecturas que hacía en la biblioteca del colegio sobre mitología china, romana y griega (de  a que tomó a la diosa Hécate, a quién personificó en la tapa de La fuerza): "Así como la poesía, también los dioses, la magia y la espiritualidad son parte de nuestra vida cotidiana y es mi forma de embellecer el mundo a mis ojos para sobrevivir todos los días; por eso me interesa imprimirlo en mis canciones".

Más cerca en el tiempo aparecen Brittany Howard, la cantante de Alabama Shakes ("Ha sido objeto de estudio para mí como cantante, su forma de interpretar, la potencia y la ternura"), y las hermanas Haim en la producción de canciones y en "mantener un equilibrio entre el rock y el pop". También Taylor Swift, a quien volvió a escuchar en los últimos tiempos porque "se caga en lo que se espera de ella y arranca para donde se le canta y con toda la fuerza".

Pero el hito más insoslayable acaso sea el que marcó en ella misma el descubrimiento de Marilina Bertoldi. "Ella me motivó muchísimo al pensar un camino posible, siendo mujer y queriendo hacer rock. Había entrado en ese mundillo a los quince años y me resultó muy chocante, me sentí muy sola y no sabía para donde disparar ni como autopercibirme en ese contexto, donde lo que más veía eran varones y además varones bajándose el precio permanentemente", explica Carmen. "Marilina me conmovió de otra forma, me identifiqué mucho con ella no solo por sus canciones, sino también por lo que decía en las entrevistas. Fue una referente sobre cómo exponerse como mujer en el escenario y cómo generar un personaje que no es necesariamente para el consumo masculino, que es lo que nos han enseñado a las mujeres desde el principio: eso de que nuestra exposición tiene que ser primero para los varones."

En su ordenamiento también aparece La Plata como un horizonte de expansión. "Me identifico totalmente como platense, porque la ciudad tiene un magnetismo que es hasta peligroso a veces, porque la amo y siento que jamás podría irme de acá", asegura. "La referencio como una caja de Petri cultural, porque la veo como eso: un lugar de cultivo en el que hay un reflujo constante, viene gente de todos lados y siempre están pasando cosas. De cuando era chica e iba a ver a mi hermano con sus bandas tengo el recuerdo de las mariposas en la panza, de estar en la ciudad de noche y querer formar parte de esa escena. Crecer con todas esas herramientas a mano y queriendo dedicarme al arte es un privilegio hermoso."

Aunque sigue habitando Villa Elisa, Carmen recurre al cuadrado fundacional vía Camino Centenario para un lugar al que ella dice que la hacen sentir "como en casa": Calle Uno, un centro cultural por la zona de Plaza Alsina, cerca de la rotonda que conecta el casco de la capital bonaerense con el más allá (y viceversa). "Hubo un momento en el que la ciudad estaba llena de centro culturales, una época dorada para mí, porque me gustaba mucho más esa movida que la de ir a un bar un fin de semana. En Calle Uno ensayamos, pero también hay de todo, desde fechas y fiestas hasta ciclos de cine; es muy divertido y recomiendo que lo conozcan."

En comparación con aquel entorno, Buenos Aires se le impuso siempre como "muy salvaje e inabarcable", porque ella es "más campesina" y las ciudades tan grandes le cuestan mucho. "Pero finalmente me encariñé y hasta se formó un público, algo que hace un tiempo me parecía imposible." Para el toque en La Tangente, Carmen propondrá algo "bastante largo y diverso", con banda completa. Parece muy entusiasmada: "Lo que más me gusta de mi trabajo es tocar en vivo y no quiero que mis shows sean intrascendentes; al contrario, procuro hacerle sentir algo a la gente".

  • Has hablado del desánimo que notás en tu generación, en una época donde cunden cuadros vinculados a la salud mental como la depresión y la ansiedad. ¿Cómo te llevas con ese espíritu de época?
  • Ese síntoma generacional se da en un momento en el que todo pasa por las pantallas y redes, donde estamos permanentemente haciendo un acting de nuestras vidas. Y eso me parece peligroso, porque terminamos más metidos en ese mundo que en el real. Se volvió una adicción gigante y no se lo está tomando con la seriedad que para mí amerita. Se promueve mucho una visión en la que todos aspiran a ser como las grandes estrellas, lo cual resulta deprimente y frustrante. Terminamos siendo espectadores de la vida de los demás en vez de ser actores de la nuestra. Y no lo veo como algo casual: una sociedad deprimida es mucho más fácil de manipular. Mi generación le tiene mucho miedo al error y a perder, pero hay que quitarle la carga negativa, hay que enfrentarse a los deslices permanentes. Hay que salir del agujero interior, como dijo otro platense, y eso me parece una cosa gigante para decir en las canciones, que son un canal poderoso para sensibilizar: promover la pulsión de vida.

  • Sostenés que toda acción es política y, al mismo tiempo, hay mucha expectativa sobre los posicionamientos públicos de los artistas en el contexto actual. ¿Cómo te encontrás dentro de estas dinámicas?
  • La política me interesa mucho desde chiquita, más allá de lo partidario: leía desde Mafalda hasta los diarios para estar informada sobre lo que estaba pasando, el arte de vivir en comunidad y pensar un futuro mejor para nuestra sociedad. Todo es político, y no decir nada o decir que no te interesa también es una decisión política. Me parece re saludable la política, aunque ciertas esferas se interesen en demonizarla, cuando en realidad es muy lindo que todos pensemos en el bien común. Después, claro, tiene otros condimentos que la dificultan y complejizan. A través de la música puedo decirle cosas a la gente y expresar mis sentimientos y cosas que me importan mucho reflexionar con mi público. Una de las canciones que más se poguean en mis shows es Pensamientos intrusivos, que justamente tiene mucho que ver con la política y la sociedad. Y sería muy lindo que mis colegas se involucren un poco más, más aún en el momento que estamos viviendo, porque la música es muy transformadora. El arte y la cultura son medios de lucha muy relevantes, ya que por ahí te hacen pensar las cosas desde otra perspectiva.


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