El Instituto Nacional Contra la Discriminación (INADI) fue creado con el objetivo de brindar herramientas contra la discriminación, la xenofobia y el racismo. Desde allí se han impulsado políticas públicas federales y transversales en articulación con la sociedad civil para lograr una sociedad diversa e igualitaria. 

El INADI se ha encargado de elaborar conocimiento sobre las formas en las que se producen las discriminaciones, sí en plural, porque no existe una única manera o motivo por el que se discrimina. Las razones pueden ser de género, identidad de género, orientación sexual, discapacidad, diversidad corporal, gatillo fácil contra jóvenes racializados, xenofobia y racismo. 

Si en la década del ‘90 el Congreso Nacional resolvió crear este Instituto es porque en Argentina tenemos un problema de violencia instituida hace tiempo, es porque hemos reconocido como sociedad que el racismo, la xenofobia, la homolesbotransbifobia, el capacitismo, etc. son problemas estructurales sobre los cuales queremos intervenir, no solo ante situaciones puntuales, sino también de manera general transformando culturalmente el modo en el que nos vinculamos. Es decir que se trata de una reparación histórica, de la construcción de una herramienta institucional para denunciar la discriminación hacia quienes sufren el racismo estructural, institucional e interpersonal.

Desmantelar el INADI es promover que LA DISCRIMINACIÓN AVANCE

En la conferencia de prensa diaria realizada el jueves 22 de febrero el vocero presidencial Adorni anunció que los motivos del cierre tienen que ver con “la reducción del Estado y todo lo que no genere un beneficio para los argentinos”, o “que no sirven absolutamente para nada”, o “sirven solo para generar empleo militante”, “en un país completamente empobrecido la gente no debería seguir bancando con sus impuestos este tipo de cuestiones”. 

Por un lado, parecería una cuestión presupuestaria acorde a las políticas neoliberales que pregona la gestión libertaria de achicamiento del Estado, de reducción del empleo público. Aunque, por otro lado, en un video de Tik Tok siguiendo el estilo más informal que tiene el presidente de comunicarse a la población, Milei explicó que los motivos para cerrar el INADI son que este organismo es la “Policía del pensamiento del kirchnerismo, un antro de ñoquis y corruptos que se dedicaba a perseguir a todos los que pensaban distinto y hacían listas negras para cancelar gente”. El problema no sería presupuestario en este caso, sino político. 

En ambos casos coinciden en señalar que lxs alrededor de 400 empleadxs o bien son ñoquis o bien son militantes kirchneristas no necesariamente idónexs para el trabajo. Argumento harto conocido cuando de justificar despidos masivos se trata. Siguiendo a Adorni el problema es que el INADI es un gasto, mientras que de acuerdo a Milei la cuestión gira en torno a la persecución de quienes piensan diferente con el objetivo de cancelarlos. Vamos a detenernos en esto unos minutos.

Quienes hemos leído 1984, la obra de George Orwell publicada en 1949, no podemos dejar de recordar que “lo único eficaz en Oceanía es la Policía del Pensamiento”. En gobiernos totalitarios como se describen en la novela, sus gobernantes “pueden retorcer y deformar la realidad dándole la forma que se les antoje”. Por eso MIlei llama “Policía de Pensamiento” a un organismo cuya función es reparar históricamente a quienes sufren y han sufrido discriminaciones estructurales. Desde su óptica se trata de garantizar la libertad de discriminar y violentar a quien sea, en cualquier circunstancia, desconociendo las relaciones de poder intrínsecas en los vínculos. Si eliminamos el INADI entonces vale todo. Si desconocemos las razones de discriminación en torno a las cuales ha funcionado el organismo, entonces desconocemos el funcionamiento de las relaciones de poder en la sociedad y las múltiples opresiones existentes.

Javier Milei se hizo famoso como panelista de tv por su agresividad, por expresar descaradamente su odio en los medios de comunicación: “pedazo de mogólico, imbécil, tarado". A periodistas mujeres: “mentirosa”, “zafaronista”, ”estás diciendo una burrada y yo estoy tratando de desasnarte“, ”me parece que hasta tenés problemas de comprensión“ y ”tu problema es de soberbia porque no sabés un carajo y opinás de lo que no sabés“. Y la lista podría continuar porque no se cansa de agraviar a quienes piensan diferente o cuando se incomoda ante una situación. Recientemente el ensañamiento ha sido contra la actriz y cantante Lali Espósito. 

Ahora a cargo del Poder Ejecutivo Nacional es un asunto de Estado, ya no se trata de un panelista violento en la tv de la tarde, sino del primer mandatario que hace de un estilo, de un modo violento de dirigirse a lxs demás política pública. Dicen que necesitamos al INADI porque expresiones como a las que nos tiene habituadxs el presidente son agresivas, violentas, discriminadoras, ¿pero se trata de eso? ¿Se trata de que este organismo nos proteja del presidente? Veo coherencia en que un presidente que es racista, misógino, xenófobo, violento (podría ser la denominación que englobe todas las anteriores), intente desmantelar al INADI, no la ve porque tiene el problema bien adentro. Pero más allá de los problemas personales de Milei con la violencia, que sus ideas se materialicen en políticas públicas es un problema de y para todxs. No podemos aceptar que esto sea una forma de hacer política. Al fin y al cabo se trata de preguntarnos ¿En qué mundo y cómo queremos vivir? ¿Cuánta(s) violencia(s) queremos soportar?