Cada función de Los Miedos es una oportunidad distinta, donde apreciar algo que sucede de maneras siempre diferentes, habida cuenta de ser un espectáculo sin previsión, supeditado a lo que suceda en el momento, entre actuación, música y luces, desde las indicaciones del director. La apuesta del director teatral Ale Gigena prescinde del guion o de personajes asignados, cuenta con un elenco numeroso y está supeditado al error; algo que, si sucede, será bienvenido. Los Miedos llega a La Orilla Infinita (Colón 2148), donde ayer tuvo la primera de sus funciones, que continuarán hoy -a las 21 y a las 23-, y el domingo a las 21.
“Lo venimos haciendo desde hace siete años (en el Konex, en Buenos Aires), con un elenco que fue sumando más personas. Hubo un primer año que fue de prueba, y decidimos hacerla en un estudio, donde doy clases. Fue para amigos y familiares, para probar algo que en un principio me generaba mucha intriga y nos provocaba muchas dudas, sobre todo por ver cómo iba a tomarlo el espectador. Es una obra donde yo estoy en escena como director, dirigiendo actores, actrices, a los músicos y la iluminadora, y en el momento digo algunas cosas, tiro algunas pautas, y empiezo a guiar la propuesta de todos estos lenguajes. Siempre estuvo en duda mi participación, pero la gente agradeció que hubiera alguien y se pudiera escuchar lo que propongo, porque lo hacía más divertido, y lo volvía una experiencia nueva para el espectador”, comenta Ale Gigena a Rosario/12.
“Nosotros estamos vinculados con el hecho artístico, desde un lugar de conexión. Más allá de ciertas individualidades, hay un acompañamiento por parte de todos. Algo que espero nunca se termine, es que estas propuestas individuales también traen errores. Es decir, yo tiro una propuesta como actor, actriz o músico, y espero que los demás acompañen. Todo el tiempo estamos acompañando la propuesta individual, para hacerla colectiva; desde ese lugar, es una práctica constante. A veces, la reacción del público nos está traduciendo algo que a lo mejor nosotros no queremos elegir, y que es el exitismo de la prueba o de la escena. Todo el tiempo estamos con los pies sobre la tierra, por decirlo de alguna manera, para que eso no nos invada tanto y no nos convierta en un proyecto o espectáculo que solo genera algo para los demás; queremos que sea como una convivencia, donde podamos acompañarnos entre nosotros, y que sea eso, paradójicamente, lo que le genere algo a los demás”, continúa el director rosarino, con vida en Buenos Aires.
-Qué notable que, tras tanto tiempo, se sostenga la frescura de la propuesta.
-Es muy difícil sostener un grupo cuando los proyectos suelen ser efímeros, cuando se ensaya más de lo que se monta y luego se termina. Pero nosotros estamos hace un montón de tiempo. Somos un grupo de amigos, y nos convoca la obra. Para mí es una fortuna tener un proyecto que amo, con gente que admiro. No queremos perder la esencia de lo que es la obra y eso esta buenísimo, para que la gente sienta que les llega desde algún lugar esto que estamos queriendo mostrar. El proyecto surge a través de mis clases, donde el lenguaje tiene que ver con el espectáculo que hacemos. Yo quería compartir esto no solo con mis alumnos, sino con los espectadores, para que vean algo que nos produce placer. Es muy loco, pero sucede, y sin nosotros planificar nada. Abordamos cosas que, al otro, como espectador, lo hacen partícipe; y eso, para mí, es tremendamente bello.
-¿Hay situaciones puntuales, que les hayan llamado particularmente la atención?
-Nos pasó, tanto a nosotros como a la gente que viene a la obra. Vivo en Buenos Aires, pero toda mi familia está en Rosario. Cuando han venido mis viejos, la obra hablaba sobre dos personas que mataban a sus padres (risas). Surgen cosas que tienen que ver con lo que va sucediendo. Un amigo fue a ver la obra, y alguna que otra escena trataba de vínculos amorosos; esta persona viene y nos dice: “Che, estaban hablando de mí”. Hay algo de esa pertenencia y esos lugares que nosotros, incluso estando en escena, decimos: “es esto de lo que tenemos que hablar, porque mi cuerpo, mi mente, mi alma, están queriendo que se ofrezca esto”.
-Y siempre desde el humor.
-Nos divierten el humor y la comedia. Vamos hacia ese lugar porque es una decisión que está antes, y porque nos gusta esa zona. Pero puede pasar, y ha pasado, que ocurran momentos que tengan que ver con otros registro y colores, a los que también estamos ahí para acompañar. Si la gente se dejó de reír porque está pasando algo puntual, nosotros también le damos tiempo a esos lugares, porque aparecen sin que lo decidamos.
Los Miedos cuenta con dirección de Ale Gigena, y las actuaciones de Javier Abril Rotger, Sofía Brihet, Débora Nishimoto, Camila Peralta, Max Suen, María Soldi, Roman Martino, Yasmin Eisenberg, Luciana Lifschitz, Lautaro Bakir y Franco Quercia. Músicos: Juan Lepiscopo, Joaco Vitola y Fede Pellegrini. Escenografía: Gina Mantegna. Iluminación: Ana Hochnadel. Asistencia de dirección: Carla Scolari.