Desde Brasilia
Los sobresaltos de un gobierno con pronóstico reservado. Michel Temer fue internado de urgencia ayer mientras timoneaba las negociaciones de última hora con algunos diputados para impedir que el Supremo Tribunal Federal lo procese como el cabecilla de una “asociación ilícita” que embolsó 175 millones de dólares y de la que también fueron parte dos ministros de su gabinete, Eliseu Padilha y Moreira Franco, todos del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).
Los cabildeos de Temer dieron sus frutos en las primeras horas de la noche cuando la Cámara baja, formada por decenas de legisladores denunciados o procesados por corrupción, rechazó por 251 votos contra 233 la apertura de un juicio que, de haberse sustanciado, lo obligaba a tomar licencia del cargo. Hubría sido su certificado de defunción política.
Pero no lo fue: sobrevivió por segunda vez, ya que en agosto sorteó otra imputación de la Procuraduría, aquella por “corrupción pasiva”, también gracias al apoyo de la bancada oficialista.
Ayer fue un día de máxima tensión, que tuvo su primer sacudón a las trece horas cuando Temer sufrió un malestar “urológico” en el Palacio del Planalto donde el médico de guardia ordenó el trasladado de emergencia al Hospital del Ejército, en Brasilia, mientras un avión de la Aeronáutica era acondicionado ante la eventualidad de que sea necesario viajar a San Pablo.
Permaneció internado siete horas durante las cuales le fue introducido un catéter para la realización de “sondeo por imagen” en su aparato urinario.
El paciente “está bien y, siguiendo la orientación médica, irá a reposar a su casa” indicó un comunicado oficial distribuido a las ocho de la noche.
Hace dos semanas algunos medios habían informado que Temer padece problemas cardíacos, noticia ninguneada por el gobierno que, si bien reconoció el problema, evitó brindar precisiones. De acuerdo con la prensa, habría sido sometido a un cateterismo en el hospital Sirio Libanés, de San Pablo.
Una fuente diplomática consultada por este diario comentó que la dolencia cardíaca “no es tan sencilla” como la pintó la vocería oficial.
El gobierno surgido tras la caída de Dilma Rousseff en agosto 2016 sobrevive asistido por aparatos desde el 17 de mayo último cuando se ventiló la grabación del diálogo entre el jefe de Estado y el empresario Joesley Batista, propietario del gigante de la carne JBS, mientras negociaban el pago de sobornos millonarios. Dos semanas más tarde de ese encuentro en la residencia oficial de Jaburú un asesor presidencial, Rodrigo Rocha Loures (del PMDB) fue filmado mientras recibía una valija con la plata acordada en el Palacio Jaburú.
El Ministerio Público están en poder de la cinta y el video que despejan cualquier duda sobre el lugar central del presidente en la “asociación ilícita” mencionada en la denuncia bloqueada ayer en el Parlamento. Las dos acusaciones resurgirán el 1 de enero de 2019 al finalizar el mandato y el foro calificado de Temer.
A raíz del escándalo de las coimas pagadas por el frigorífico JBS fue preso el “valijero” presidencial Rodrigo Rocha Loures, y dos meses más tarde cayó otro miembro de la “asociación ilícita” del PMDB, Geddel Vieria Lima, éste por ocultar maletas con 16 millones de dólares, que dieron lugar a una fotografía elocuente sobre el modus operandi de la gavilla. También está privado de su libertad el magnate Joesley Batista. Todos detenidos y procesados menos Temer, el último sobreviviente.
El diputado del Partido de los Trabajadores (PT), Paulo Teixeira, uno de los 233 que alzó la mano para que el presidente vaya a juicio, afirmó que Brasil está en manos de la “misma gavilla que volteó a la presidenta Dilma y ahora está saqueando el país”. Su compañero, el legislador petista Carlos Zarattini, explicó que la continuidad del gobernante respaldado por el 3 por ciento de la opinión pública se explica en la venia recibida del poder financiero y las multinacionales que este viernes participarán en la licitación “a precio de banana” de grandes reservas petroleras en el litoral atlántico, de donde está desalojada gradualmente la estatal Petrobras.
La diputada petista Erika Kokay acotó, “Temer está comprando su impunidad, Brasil está viviendo una corrupción hemorrágica”. La afirmaciones de los opositores Teixeira, Zarattini y Kokay se correponden con lo publicado por el diario Estado, sobre los cerca de 11 mil millones de dólares que el Planalto gastó para persuadir a los diputados de que obstruyeran las dos denuncias.
Once mil millones de dólares en cargos, eximición de impuestos y hasta la revisión de la tipificación del “trabajo esclavo” a fin de conceder una salvoconducto al latifundio y su poderosa bancada con más de doscientos miembros, que apoyaron ayer la impunidad del ocupante del Planalto.