Un estudio realizado en la Facultad de Agronomía de la UBA muestra cómo los estudiantes que llegan a la universidad desde un origen rural atraviesan problemas similares que afectan su adaptación a la vida universitaria y también a la vida en una gran ciudad: inciden desde el ruido y el poco contacto con la naturaleza hasta la inseguridad y los cambios en las relaciones sociales –que pasan a ser más amplias pero, a la vez, más efímeras–. La investigación advierte que el desarraigo tiene impacto en los estudiantes tanto en su salud psicológica como en su desempeño académico.
“Arraigos y desarraigos en el proceso de adaptación de jóvenes rurales al medio universitario metropolitano.” Así se titula el informe que realizaron investigadoras de la Fauba, sobre la base de un programa que funciona desde 2009 para orientar y contener a los estudiantes que dejan sus familias y lugares de origen para estudiar en la Capital. Mediante un relevamiento de casos entre 2010-2016, las investigadoras establecieron patrones de regularidad en el desarraigo estudiantil.
La idea de crear el Programa de Asistencia Psicológica (Agro Psi) fue de la psicóloga Verónica Ramos, su actual coordinadora. Ramos explicó que las consultas de los estudiantes de origen rural se centran en “problemas de ajuste a la vida universitaria a los que se suman los de la adaptación a lo urbano, a sus prácticas cotidianas y a la separación de las familias y de los núcleos psicosociales que se asumen como lugares conocidos y de pertenencia”.
El estudio –del que también participaron María Cristina Plencovich y Laura Vugman– recoge la experiencia de los 534 alumnos que pasaron por el programa, 208 de los cuales fueron entrevistados en profundidad. Los estudiantes provenían de zonas rurales de la provincia de Buenos Aires, de otras provincias y de otros países de Sudamérica.
En todos los casos analizados, los alumnos se refirieron al sentimiento de desarraigo como el de ser ajenos, de constituirse en el “otro”. Las investigadoras señalaron tres dimensiones del desarraigo: lo espacial, la relación con el espacio físico; lo social, los vínculos; y lo cultural, ligado a los valores, costumbres, comidas, uso del tiempo libre y otras prácticas.
El estudio destaca que muchas veces “el proceso de formación académica de los estudiantes se ve interrumpido o alterado” por cuestiones relacionadas con el modo en que cada alumno procesa el hecho de haber dejado sus lugares de origen. En ese sentido, las diferencias entre los estudiantes de ciudades cercanas a la Capital respecto de los extranjeros y los provenientes de otras provincias consisten en que generalmente vienen de familias con trayectorias universitarias, y contar con ese capital cultural es muy importante para la adaptación, además que por una cuestión de cercanía la mayoría ya conoce, en mayor o menor grado, la ciudad antes de instalarse. También tienen la posibilidad, por la menor distancia, de viajar más frecuentemente y así reencontrarse con amigos y familiares.
Los estudiantes que vienen de otras provincias del país “sufren inclusive más que los extranjeros –quienes ‘están más preparados de antemano para asumirse como tales’– la adaptación al medio urbano: el sentimiento de extranjeridad es aún más angustiante ya que esa condición de otredad no es explícita”. Aunque, según el informe, los estudiantes extranjeros tienen inicialmente “dificultades para comunicarse fluidamente y formular preguntas. En algunos casos, por timidez, prefieren no aclarar sus dudas y no preguntan. A veces intentan modificar esta actitud y poder superarlo, pero en otros casos esto se mantiene muy arraigado”.
La inseguridad de la metrópolis es un tema que atraviesa a todos los estudiantes, que en su gran mayoría provienen de lugares donde el problema no es relevante. Con la distancia sucede lo mismo, son cambios muy difíciles de naturalizar, como el ruido –otro elemento recurrente en las entrevistas–.
El informe alerta sobre el uso de las redes sociales y las nuevas tecnologías de la comunicación: si bien por un lado facilitan el diálogo con familiares y amigos para combatir la soledad, por el otro, “se observa que interfieren en el armado de nuevos lazos a la hora de conectarse con los nuevos compañeros de estudio”. Y remarcan: “Los lazos sociales que se pueden armar en el nuevo lugar de residencia son el principal motor para el arraigo. Es el primer paso que posibilita la integración a ‘lo nuevo’”.
La coordinadora del proyecto, a través de los años, observó que “los problemas de concentración y motivación no son exclusivamente académicos. A veces un alumno tiene la capacidad de resumir un texto, pero no lo hace porque está bloqueado” por otras cuestiones. A partir de la investigación, el programa Agro Psi busca brindar contención, disminuir la deserción de los estudiantes y contribuir a que se integren a la comunidad universitaria. Lo hace, principalmente, a través de entrevistas individuales y grupales, con el propósito de crear lazos ausentes, de impulsar que se generen amistades con otros alumnos y nuevas relaciones con los docentes.
Informe: Gastón Godoy.